40 años de Clics Modernos, el disco que redefinió el rock argentino

El rock nacional mutó a la pista de baile y sus letras reflejaron ese cambio de época: “Los amigos del barrio pueden desaparecer... pero los dinosaurios van a desaparecer”. Chau milicos, hora de celebrar.

Cultura 10/11/2023 Martín Brizio
Charly 1983
La “Charly García Corner” se inauguró esta semana en una esquina de la ciudad de New York. Foto: gentileza

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Especial para La Nueva Mañana

El pasado 5 de noviembre llegó a las cuatro décadas uno de los discos insignias de nuestra música, el afamado “Modern Clix” de Charly García. La efeméride llegó con todos los honores, inclusive con un homenaje en la mismísima “gran manzana”, declarando la “Charly García Corner” a la esquina de la ciudad de New York donde se tomó la emblemática fotografía para la tapa.

Era el año 1983, despertar democrático, e irrumpen los “raros peinados nuevos”, pegando un brusco golpe de timón al rock argentino que ya olía a naftalina. El modernismo llegaba para quedarse, y la nave madre de ese despertar fue esta magnánima obra de Charly.

Nuevos caminos tras la disolución de Serú

A fines del año 1981 se disuelve Serú Girán, ya consolidada como “LA” banda del rock argentino. En el año ’82, David Lebón y Charly García lanzan sus discos solistas, con material que iba a formar parte del siguiente álbum de Serú. “El tiempo es veloz” por parte de Lebón, y el supremo álbum doble “Yendo de la cama al living / Pubis angelical” por parte del bicolor. Con “Yendo… “Charly comenzaba una carrera solista brillante, casi sin precedentes en nuestro medio, también con canciones que hubieran formado parte del siguiente disco de Serú Girán y que en algunos casos ya las tocaban en vivo, como “Yo no quiero volverme tan loco”. El disco fue una bomba, García era el Rey de nuestro medio, y la coronación se dio con la presentación oficial del disco en el primer show en un estadio de fútbol de un artista nacional, en Ferro Carril Oeste en diciembre del ’82, con una puesta faraónica que incluía una escenografía realizada por la artista Renata Schussheim, que en el final de “No bombardeen Buenos Aires” fue absolutamente destruida por misiles (simulados, claro) que salían desde los costados del estadio. Impresionante.

En junio de 1983, Charly viaja por primera vez a New York a comprar instrumentos y para absorber las vibras de la ciudad más cosmopolita del mundo y se sintió inspirado para grabar su siguiente disco. La impresión que se llevó le cambió la cabeza. “Me pasaron muchas cosas, y de alguna manera sentí una inyección de rock n’ roll fuertísima. Sentía un aire, como que estaba pasando algo”, le decía Carlos Alberto García Moreno a la revista “Pelo” en el mes de julio, en una nota de tapa que se titulaba “Charly García se va”.

Charly Ferro 1983

“Acabo de llegar, no soy un extraño”

En Nueva York alquiló un loft en pleno Greenwich VIllage, cerca de Electric Lady, el estudio construido por Jimi Hendrix en 1970 y el lugar elegido para grabar su nueva música. Lo primeo que hizo fue tomar contacto con su ex compañero de Serú Girán Pedro Aznar, ya residente y conocedor de la movida neoyorkina que en ese momento vivía en los Estados Unidos como miembro del Pat Metheny Group, y con el empresario “Pirín” Genesio, también residente en la ciudad. Dirigiéndose al estudio, tocaron el timbre del lugar, cuando los atendieron casi sin abrirles la puerta, manifestó que quería alquilar el lugar y con mucha desconfianza le preguntaron: “¿Acaso tu papá es millonario?”, a lo que el artista respondió sacudiendo un fajo de dólares: “¿Me lo alquilan o no?”. Una vez ya en lo que iba a ser su nuevo hogar artístico, el músico eligió para su nuevo trabajo al productor Joe Blaney, productor de la banda The Clash.

El rock se trasladó a la pista de baila

Charly se hizo cargo de prácticamente todos los instrumentos, en especial del piano, los teclados, los sintetizadores y la guitarra, con la participación de Pedro Aznar en “Nos siguen pegando abajo” y del guitarrista Larry Carlton, que trabajó con Joni Mitchell, en tres canciones. Las composiciones se dividían entre las que venían de la línea clásica de García, siguiendo el camino de Serú Girán y de su primer disco (Yendo de la cama al living)  como “Ojos de video tape” o “Plateado sobre plateado”, la cuota testimonial desgarradora post dictadura como es el himno “Los Dinosaurios”, y las completamente disruptivas para su obra y que empujaban a la pista de baile como “Bancate ese defecto” (con una base de salsa con influencias de Rubén Blades), “No me dejan salir”, “Nos siguen pegando abajo”, o la autorreferencial “Dos Cero Uno (Transas)”, donde irónicamente refiere a alguien que “se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci”, haciendo referencia a la marca de pantalones de moda de la época que fue, justamente, el sponsor principal de su show en Ferro del año anterior. Pero es en este tipo de composiciones donde brilla la gran estrella del disco: La máquina Roland TR-808 Rhythm Composer, rebautizada por él como “la Rucci”, con la que García reemplazó las baterías y acabó definitivamente con la solemnidad del rock argentino, hoy en propiedad (según parece) del músico productor y dee jay cordobés Fede Flores. La referencia al líder sindical cercano a Perón asesinado en 1973 no es la única, ya que lo nombra en “Dos Cero Uno (Transas)” cuando reza “no se alquiló un guardaespaldas negro, no era Lennon ni Rucci”.

Clics modernos sorprendió a todos al mostrar una faceta desconocida de García. Con el regreso de la democracia, el rock nacional mutó a la pista de baile y sus letras reflejaron ese cambio de época: “Los amigos del barrio pueden desaparecer... pero los dinosaurios van a desaparecer”. Chau milicos, hora de celebrar.


Clixs © NA

La foto de tapa, la esquina y el homenaje

Charly salió a caminar por Nueva York con el fotógrafo Uberto Sagramoso buscando un lugar donde poner la frase “Nuevos trapos”, como se iba a llamar el disco, y se encontró en una esquina con una silueta oscura que le recordó a una intervención artística organizada por las Madres de Plaza de Mayo. Al lado, otro graffiti rezaba “Modern Clix”, que era el nombre de una desconocida banda local. La foto de portada de Clics Modernos se tomó en la esquina de Walker St. y Cortlandt Alley, en el barrio de Tribeca. Hoy el escenario cambió por completo, pero gracias al actor y director Mariano Cabrera, radicado en los Estados Unidos, y al Consulado argentino en Nueva York, las autoridades de la ciudad reconocieron con una placa alusiva la “Charly García Corner”. Hoy esa pared pertenece a un hotel cuyo restaurante lo maneja el chef argentino Fernando Trocca. El reconocimiento se hizo realidad esta semana, el 6 de noviembre, en la inauguración que contó con la presentación en vivo de artistas que tocaron con Charly, como Hilda Lizarazu, Fabián “Zorrito” Quintiero y los músicos chilenos Toño Silva y el guitarrista Kiuge Hayashida.  

Edición Impresa Nro.: 336

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