Atrás quedó el Mundial de Qatar 2022, preso de la pasión argentina

Como experiencia durante la competencia, los locales se contagiaron de la efervescencia argentina y “enloquecieron” por la selección albiceleste.

Ed Impresa23/12/2022Federico JelicFederico Jelic
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Las calles de Doha ahora sienten el vacío y la nostalgia del mundial que consagró campeona a Argentina.Foto: gentileza.

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Federico Jelic 
Especial desde Doha  -  Qatar 2022

Las calles de Doha ahora sienten el vacío y la nostalgia del mundial que se acaba de escapar con Argentina campeona del mundo. Los colores celeste y blanco que la capital de Qatar adoptó desde el primer día, los locales y sobre todo sus inmigrantes que pusieron en marcha con trabajo (y con sus vidas en algunos casos) la Copa del mundo. El lujoso metro no tendrá más las ruidosas hordas de hinchas de todo el mundo para darle ese multibatido cultural de colores y banderas, pero para ellos será imposible borrar a corto plazo los banderazos argentinos en el mercado de Souq Waqif, las peregrinaciones al estadio con el grito de “muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, más “Maradona es más grande que Pelé”. Y sobre todo porque un embajador universal llamado Lionel Messi les regaló la pasión y el máximo trofeo mundial, que se festejó en Doha, Sri Lanka, Bangladesh, India y todo Medio Oriente como si fuera propio.

Se extrañará el grito de gol, los abrazos entre desconocidos, la camaradería de hinchas, los exigentes controles por scanners, los exagerados aires acondicionados en todos los lugares cerrados, los fastuosos estadios y sus típicos shawarmas, el “sandwich” callejero de los países árabes con carne de cordero, verduras y mucho ajo que alivia el hambre de manera económica, con pocos ryals en el bolsillo.

Los qataríes, hinchas de Argentina

Doha por momentos se transformó en Buenos Aires, con festejos en el boulevard de Lusail que hizo recordar al Obelisco y sus masivas convocatorias. Pero en este caso, con escasos argentinos. Si de algo puede estar orgulloso este equipo argentino es que terminó de certificar su evangelización albiceleste, porque cada inmigrante clamaba por Argentina como si hubiera nacido en el territorio nacional. Y claro, Maradona encendió la cerilla y Messi la continuó para que la pasión globalizadora hiciera el resto. Cada qatarí tiene a Messi con la copa en el fondo de pantalla de su celular, casi como efecto contagio.

La camaradería del qatarí y del árabe es ilimitada. Apenas ven una camiseta celeste y blanca comienzan a nombrar a Messi y Maradona, algunos con Di María, los más entrados en edad citan a Kempes, pero al término del mundial, muchos eligen al Dibu Martínez. Por loco, por irreverente, por el bailecito en los penales atajados y todo el trabajo psicológico que monta ante los pateadores. Y también por el gesto un tanto inapropiado con la copa del mundo, ya que para ellos es algo absolutamente inusual. 

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“Muchachos”

“Muchachos” es la única palabra que pueden pronunciar de manera inteligible. La aman. La repiten e invitan a los hinchas a cantarla, con filmaciones preparadas y celulares en mano. Y no la entienden pero la entonan igual acompañando con un español rudimentario. Por eso compran la camiseta argentina, porque aman a la gente y su pasión. 

La invitación a cenar es muy frecuente. Se cena descalzo. Abren las puertas de su casa o quincho, por decirlo de alguna manera, y los platos son muy generosos. Primero el snack como le llaman ellos a la entrada con muchas masas dulces con almíbar y el famoso balalit (fideos de arroz agridulces, con azúcar, azafrán y huevo). Pero falta la abundante cena que consiste en Biryani, cordero trozado, asado al punto que se despega del hueso y arroces de todos colores. Es picante para el paladar occidental. Se enojan si no estás comiendo y permanentemente te sirven más. Piden por favor que no saquen fotos ni videos durante la cena. La mayoría come con la mano, sin cubiertos, incluso el arroz y los fideos. La comida no dura más de 15 minutos y se levantan. No existe la sobremesa. Y luego en la misma mesa se sienta a comer la servidumbre, la mayoría iraníes, indios, sudaneses y de Bangladesh. ¿Postre? Torta, muy generosa, con la bandera de Argentina y Marruecos, que fue la sensación árabe en Qatar 2022. Ah,y se corta con espadas, tradición general, con un típico baile local. Khaled es el propietario, su hermano Abdulla es otro de los anfitriones y encargados de las “relaciones públicas” y todo termina con foto y cantando “muchachos” para sus propias exaltaciones. 

Invitan todos los días. Aman recibir a extranjeros pero se enamoraron de la calidez latina y argentina. Hasta eso logró el equipo, que la camiseta de la selección sea el mejor pasaporte (que no necesita visados aduaneros) para llegar a cualquier rincón no solo de Qatar, sino del planeta. Gentileza de Maradona primero y luego de Lionel Messi, en la tierra donde logró el título mundial que tanto añoraba.  


Nunca es la última cena, ni el último mundial

La invitación a cenar a los hinchas argentinos fue muy frecuente en Qatar. Se cena descalzo. Abren las puertas de su casa o quincho, por decirlo de alguna manera, y los platos que se sirven son muy generosos. Primero el snack, como le llaman ellos a la entrada con muchas masas dulces con almíbar y el famoso balalit (fideos de arroz agridulces, con azúcar, azafrán y huevo). Luego llega la abundante cena que consiste en Biryani, cordero trozado, asado al punto que se despega del hueso y arroces de todos colores. La mayoría come con la mano, sin cubiertos, incluso el arroz y los fideos. La comida no dura más de 15 minutos y se levantan. Y al rato otra vez todos a cantar “Muchachos”, como si fuésemos amigos de toda la vida, con los brazos en alto y la garganta gastada, para que el Mundial no se termine nunca.

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