“Argentina no puede pensar una política regional sin un entendimiento con Brasil”

El doctor en Relaciones Internacionales, Esteban Actis, compartió con LNM reflexiones sobre la magnitud y trascendencia de las relaciones entre Argentina y el país vecino.

Ed Impresa 27/08/2021 Flavio Colazo
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En términos económicos, comerciales y productivos Brasil es un actor central. Foto: gentileza.

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Especial para La Nueva Mañana

¿Cuán importante es para Argentina -en cuanto a la economía y la política (regional y global)- el vínculo con Brasil?

- Brasil representa, para Argentina, un actor fundamental en dos aspectos: la economía y la política internacional. Brasil es nuestro principal socio comercial, y es parte central del principal esquema de integración regional, y apuesta al comercio internacional, que es el Mercosur, donde estamos integrados en varias cadenas productivas como, por ejemplo, la automotriz. 

Por otra parte, Brasil es un país inversor, y en Argentina hay presentes grandes inversiones directas brasileñas. O sea que términos económicos, comerciales y productivos es un actor central. En lo referente a la política exterior argentina, desde la redemocratización, hay dos ejes estructurantes: las relaciones con EE.UU. y con Brasil, y actualmente se ha sumado China. Podemos imaginar este sistema mediante una representación de una figura geométrica  romboidal en la que Argentina representa un vértice y los otros tres países restantes -y más importantes- por la regularidad y la magnitud de la vasta agenda que comparten. Para Argentina es muy difícil pensar y proyectar  una política regional y global sin un entendimiento y acompañamiento en sintonía con  Brasil.

¿Qué tipo de pasos se dieron, tanto el mercado como el andamiaje diplomático brasileños, en cuanto a las relaciones bilaterales con nuestro país desde 2019, año en que usted publicara La visión del mundo de Jair Bolsonaro, a la fecha?

- Si bien las relaciones entre Argentina y Brasil desde la redemocratización han tenido sus momentos de desacuerdos, contrapuntos y divergencias, la coyuntura actual, merced a las actuales administraciones respectivas, se presenta tal cual figura en el texto que usted menciona, con  diferencias muy marcadas en cuatro aspectos de suma relevancia: economía, política, mirada sobre la región y la visión del mundo. 

¿Puede resumir, a grandes rasgos, las principales diferencias respecto a estos cuatro puntos?

- En política difieren casi radicalmente en la forma de ver a la democracia- y el modo de asumir el modelo democrático de gobierno-. También difieren en cuanto a la visión del rol del Estado en la mecánica distributiva; en la prestación y atención de servicios públicos, educación, salud, etc., en  conceptualizaciones sobre las libertades individuales; a la agenda social; derechos ciudadanos  -leyes de vanguardia como las de interrupción voluntaria del embarazo o de matrimonio igualitario son inconcebibles en la administración brasileña actual-. También difieren –y no es un detalle menor-  en la visión respecto a la participación de las FF.AA. en la política. Hoy las visones sobre la política son diametralmente opuestas entre el Planalto y la Casa Rosada. En lo económico la relación Estado/mercado es entendida de manera divergente. Bolsonaro defiende una economía abierta y liberalizada, piensa que es el mercado quien debe comandar a voluntad la transformación productiva y, por lo tanto, hoy en Brasil el mercado opera lo más desregulado posible. En cambio, la administración argentina actual piensa que el mercado tiene fallas, que se autorregula ineficientemente, y que es mediante la intervención del Estado que se puede ordenar de modo conveniente para todos intereses nacionales. Respecto a lo regional el gobierno argentino tiene una visión latinoamericana de Patria grande –aunque hasta ahora haya habido más poses retóricas que acciones concretas en tal sentido-. Brasil, desde Bolsonaro, es la primera vez en treinta años que tiene una actitud de defección total, desentendimiento y desidia en lo que refiere a su rol de líder regional, y de pensarse como un país que tiene que apostar a la región en su política exterior. Con Bolsonaro no hay políticas regionales activas, por lo contrario hay un intento de desvincularse de la Región, a la cual se la percibe como una zona de amenazas más que de ayudas. La visión del mundo de Bolsonaro acompañó la mirada de Trump, tiene una visión de seguir al brexit antiglobalista y percibe al Occidente como amenazado. El presidente argentino, si bien no  muestra un claro rumbo externo, no propone un revisionismo total como propone su par brasileño.

¿Cómo está actuando la diplomacia argentina en Brasil, partiendo de este cuadro de situación? 

- Creo que está tratando de conducir una estrategia de control de daños tratando de evitar mayores desarreglos. Tratando de sostener los vínculos trascendentes con sus pares.  Está tratando de sostener una agenda. Lo que viene haciendo Scioli es lograr que el espacio no empeore. Para ello trata de enfriar las agendas y busca incesantemente interlocutores e interlocuciones que consideren a Argentina como como un aliado estratégico de Brasil, y se esfuerza tratando de sostener los vínculos con las corporaciones -como Itamaraty- y  con las diferentes burocracias; también intenta acercar algunos sectores económicos a través de la presencia de su figura personal. Scioli ha hecho un trabajo diplomático al estilo de un sherpa (guía nepalés para montañistas), o mochilero, buscando evitar un mayor deterioro en las vinculaciones trascendentales para Argentina.

¿La diplomacia brasileña está hoy a la altura de su prestigio?

- Brasil se ha caracterizado por tener un servicio diplomático profesionalizado -con capacidad de agencia y de agenda-, pero Itamaraty (cartera diplomática brasileña) viene perdiendo terreno el diseño de la política Brasil. Itamaraty y el presidente de turno han trabajado desde siempre  conjuntamente en el diseño de la política exterior brasileña. Esto se rompió a partir de la presidencia de Temer. Hasta esta presidencia el canciller brasileño siempre fue un diplomático de carrera -cosa que en Argentina es muy difícil de creer- y, hasta Temer, todos los presidentes brasileños se habían recostado sobre sus cancilleres en lo referente a la política exterior. Aunque ya Fernando Henrique Cardoso e Luiz Inacio Lula Da Silva fueron dos presidentes con visiones de política exterior propias, y llevaron adelante agendas concebidas o atendidas por ellos mismos, diseñadas en muchos casos junto a actores no frecuentes en el área -como diversas corporaciones, por ejemplo-. Esto resultó muy raro porque en Brasil la élite que conforma la diplomacia brasileña estaba acostumbrada a tener totalmente a su cargo la política exterior. Sin embargo, la crisis brasileña, respecto a su inserción internacional en la Región y en el mundo, ha arrastrado a  Itamaraty a ser parte de esa crisis porque ha sufrido un proceso de politización muy fuerte hacia el interior de la cartera.

  

  

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