Maradona, el hombre adjetivo

El ícono argentino fue más allá de lo futbolístico. Se transformó en elogios, valoraciones y loas con su apellido.

Ed Impresa 27/11/2020 Federico Jelic Federico Jelic
Maradona - Mundial 86 @ Archivo AFP-Télam-amb

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¿Qué más se puede agregar sobre Diego Maradona que no haya sido dicho alguna vez? Nada. Fue tan inmensa y fulgurante su figura, su simbolismo dentro y fuera de la cancha no tuvo límites, al punto que hoy todo es reiterativo, en buena ley. Entre loas y cuestionamientos, entre el amor y el odio, el cielo y el infierno, porque seguramente en su vida vivió en esos dos estados, pareciera que no hay lugar para nada más, ni en críticas ni en poemas, a pesar de ser una gran fuente de inspiración y motivación. Por eso siempre nos preguntábamos qué será de nuestras vidas tras el Maradona póstumo, porque internamente todos nos mentíamos pensando o queriendo creer que nunca pasaría a la posteridad a través de la indeseable muerte. 

Pero dentro del acervo cultural y lo coloquial, también dejó un legado que lo describe en cuanto a grandeza, en lo supremo como lo fue con la pelota. Es el hombre que no necesita apellido, simplemente “Diego” alcanza para identificarlo por sobre el resto de los mortales. Es el “hombre adjetivo” por naturaleza, donde la antonomasia se hace presente y se manifiesta en su máxima expresión. Adjetivo calificativo valorativo, soberano, vale aclararlo. Es que decir “es como Maradona” ya era redundancia. Entonces el “es Maradona” es una figura retórica por sí sola. ¿O acaso cuando alguien se exhibía virtuoso o experto en alguna actividad, deportiva o no, lo relacionábamos con el “Diego”? 

“Che, empecé clases de natación, hay un pibe que es Maradona nadando”.

 “-¿Es bueno tu amigo tocando la guitarra?
- Uff, es Maradona”. 

“Me tocó competir en la facu con un compañero por un cargo, pero la verdad, el tipo era Maradona con ese tema y me ganó”. 

-“¿Juegan bien los demás equipos del torneo?
- Sí, jugamos contra los de rojo. Hay que marcarlo que es el Maradona de ellos”. 

Incluso para los malos hábitos, algunos utilizaban su apellido para ser despectivos. Todo convivió en un solo hombre, lo genial y lo miserable. Indisociable. Contradictorio. Inigualable. Algunos aman al Maradona futbolista, otros desprecian al Maradona persona, ambos  del mismo cuerpo. Pero nunca será indiferente, aunque a decir verdad, eso ya fue dicho y contado mil veces. Por eso, sin dudas, más allá de los prejuicios y los valores personales, guste o no, Diego fue el “Maradona” de los futbolistas, porque jugando a la pelota, era Maradona… 

 

 

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