“El heteropatriarcado se tambalea con las transformaciones discursivas”

Entrevista a Luciana Almada, activista lesbiana y feminista e integrante del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género del Centro de Estudios Avanzados de la UNC.

Ed Impresa 12/06/2020 Consuelo Cabral Consuelo Cabral
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Luciana Almada es activista lesbiana y feminista, doctoranda en Estudios de Género, licenciada en Comunicación Social, y docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba. Además, integra el Programa Interdisciplinario de Estudios de Género del Centro de Estudios Avanzados de la UNC.

En diálogo con La Nueva Mañana reflexionó acerca del tratamiento que los medios hacemos de temas de género, violencias y femicidios; de las desigualdades que existen entre unos cuerpos y otros a la hora de ser visibilizados; y de la importancia del discurso en la lucha contra el patriarcado, entre otros temas. 

-¿Cómo ves el tratamiento que se hace en los medios nacionales y locales de temáticas relacionadas a géneros y en especial de las violencias y femicidios?

El tratamiento mediático de temas de género, violencias y femicidios se ha transformado bastante en los últimos 10 años. Esto se debe a un mix de cosas. Por un lado hay un acceso mucho más consciente que se mezcla con mucho de la corrección política a la hora de hablar de determinadas cosas. Eso ha sido fruto de muchas disputas y de luchas que se dieron desde abajo y poco a poco. De lo que se entendía antes como un lenguaje no sexista, que rompiera con el universal masculino, hoy se pasó a tener discusiones en relación al lenguaje inclusivo. El salto es grande y aunque de la sensación de que es algo repentino, no lo es. También es importante la inclusión de la figura de femicidio en el Código Penal, así como la difusión de distintos manuales para el tratamiento de estas temáticas, como por ejemplo los de la Defensoría, y protocolos. Eso obligó que los medios empezaran a tener otro tratamiento, pero en la vorágine se siguen cometiendo errores, faltas graves, revelando identidades, mostrando por demás, haciendo algo obsceno de lo que son los crímenes.

-¿Hay cuerpos que valen menos que otros para el Estado, para la Justicia, para los medios?

Hay violencias que son más tenidas en cuenta que otras, y son más mediatizadas. Entonces debemos pensar cómo ampliamos esa noción de violencia para que no sea analizada solo desde lo sexual, sino también desde las desigualdades que hacen que unos cuerpos valgan menos que otros, y de esa forma lograr que tengan la voz y el reconocimiento político de poder reclamar y de poder ponerle voz a sus demandas. No es solo una cuestión de quién pone el valor de esos cuerpos, sino de quiénes son capaces de poder escuchar esas voces. 

-La expresión “desahogo sexual” del fiscal Rivarola, de Chubut, para referirse a la violación en manada suma ya casi un millón de firmas pidiendo su destitución. Sin embargo, Rita Segato dijo que la frase fue malinterpretada y tildó de “linchamiento social” las críticas hacia el funcionario. ¿Qué pensás al respecto?

Obviamente que no estoy de acuerdo, es tremendo que nuestras demandas estén relacionadas con ese lenguaje. Acá hay dos cosas interesantes de remarcar. Siempre son complejas las intervenciones de Rita Segato de unos años para acá porque es consultada por todo y como referentes, activistas, cada quien tiene su campo de expertise. Y segundo, en esta superproducción de información cruzada, se levantan frases sacadas de contexto que logran confusión porque no podemos negar que el lenguaje del derecho es clave en lo que luego se reproduce. De la misma manera que los medios de comunicación son los que forman a las personas, y las personas luego salen y repiten lo que consumieron. Pero hay algo para pensar, y es en qué momento comenzamos a necesitar de ese lenguaje del derecho para poder hacer reclamos.

“El Estado es responsable por muchísimos crímenes, en algunos casos es más evidente y en otros menos. Pero cabe preguntarse, ¿es al Estado al que hay que seguir pidiéndole cosas? ¿Es ése el interlocutor?”

-¿Qué opinás de los escraches en redes sociales para visibilizar los vacíos o desmanejos de la Justicia?

Es cierto que la Justicia muchas veces no alcanza y actualmente los escraches son una vía para hacer visible aquello invisibilizado, escondido. Es una herramienta que tiene que ver con la inmediatez y que su complejidad está, debido a esa rapidez, en ese no poder pensar en las consecuencias o en lo que conlleva nuestra acción. No porque esté mal, porque a veces es la única alternativa y muchas veces no hay otra, pero es como la justicia por mano propia, dependiendo de donde nos paramos estaremos más a favor o en contra. Es como un juego punitivista donde el límite es frágil. Muchas veces logra lo opuesto, y no el objetivo concreto.

-¿Cómo influye el discurso de los gobiernos en las representaciones culturales de nuestra sociedad ? ¿El Estado es responsable?

Hay muchas de esas habilitaciones que se dan a partir de los discursos oficiales. La ESI tiene más de 10 años, y una podría pensar que es el lenguaje del Estado, tendría que estar súper instalada, y una podría leerla en tanto discurso de Gobierno o representación, pero los colegios católicos siguen haciendo lo que quieren por ejemplo. Hay como una ampliación de imaginarios o representaciones pero también logra cierto impacto y transformación pero se queda corto, entonces hay que preguntarse si es ese el interlocutor al que hay que apelar. El Estado es responsable por muchísimos crímenes, en algunos casos es más evidente y en otros menos. Y eso sí, es algo que no podemos obviar, ni dejar de reclamar. Es una demanda justa. Pero cabe preguntarse, ¿es al Estado al que hay que seguir pidiéndole cosas? ¿Es ése el interlocutor?

“Hay violencias que son más tenidas en cuenta que otras, y son más mediatizadas”.

-¿Creés que pueden los movimientos de mujeres y LGTB batallar contra el patriarcado por sí mismos o necesitan del Estado?

De unos años a esta parte ‘patriarcado’ volvió a ser una palabra que el movimiento referencia. Y cuando digo movimiento hablo en un sentido de la pluralidad porque el Ni Una Menos de hoy no es el mismo del de hace cinco años atrás. Y hay una genealogía que viene mucho más atrás. Es complicado cómo se da ese cruce. Hay un cierto diálogo que se ha dado y que ha permitido que algunos discursos piensen la ciudadanía en términos sexuales. En la pluralidad LGTB hay un grueso súper grande que no está dispuesto, que no le interesa, que no quiere, que no tiene las herramientas para negociar con el Estado. Necesitamos un estudio más profundo de lo que fuimos haciendo y de cuáles son los horizontes emancipatorios posibles. Porque si el objetivo fuera derribar al patriarcado, y con eso fuera suficiente para vivir en un mundo ideal, tendríamos que ver si con eso alcanza o no. Y si es con o sin Estado, y cuáles son los objetivos por detrás de todo esto. Es una disputa que hay que dar, una puja de poderes, pero no sé si es algo que tenga una respuesta. Las conjunciones son mucho más complejas. 

Pero sí es importante decir que el discurso como perspectiva teórica, política y ética, modificando el lenguaje puede transformar muchas cosas. Es cierto que la multiplicidad de discursos y poder tener acceso a esa multiplicidad, hace que nuestras plataformas de acciones sean distintas, sean otras. Y es como si fuera un paréntesis. Sin ir más lejos, los encuentros nacionales de mujeres, que se han ido transformando muchísimo con los años, son algo que jamás aparecía en los medios de comunicación, y de repente se transforman en algo noticiable y deseable de ir a habitar. Y los medios comenzaron a llamarse a sí mismos medios feministas, a tener sus columnas y demás, y eso es una transformación súper potente en los discursos, en lo que la gente pueda decir, en las diferentes voces y demás. Es una base súper importante. Hay algo del heteropatriarcado que se conmueve y se tambalea con las transformaciones discursivas y más aún cuando se vuelven verbalizables. Me parece que ese tambaleo no es para nada desdeñable y que es algo para celebrar en esa multiplicidad.

 

 

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