Tras casi 50 días de aislamiento obligatorio hay actividades que se han paralizado por completo. Algunas permanecerán así, otras albergan la expectativa para el futuro inmediato.
Ed Impresa 08/05/2020
César Martín Pucheta
En la etapa del aislamiento que finalizará este lunes, en Córdoba ya son casi 400 los municipios que pudieron habilitar una parte de la actividad en la construcción privada y el universo de las actividades profesionales autónomas. Como es sabido, cada una de esas actividades debe seguir un protocolo específico que contempla “aspectos sanitarios y de bioseguridad vinculados con la administración de espacios físicos, aplicación de tecnología para la gestión judicial, circulación de personal y distribución de tareas, y refuerzo de la limpieza, desinfección y normas de bioseguridad”. Fuera de ese conglomerado de actividades, hay decenas de sectores que nuclean a miles de trabajadores que aún esperan su oportunidad para volver al trabajo.
Al cierre de esta edición, el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) Central resolvió habilitar el funcionamiento de peluquerías y quinielas, y los servicios profesionales de nutricionistas y psicólogos en las 369 localidades denominadas en "zonas blancas". "Para las 23 localidades que forman parte de la denominada zona roja flexibilizada se incorporan la atención profesional de nutricionistas y psicólogos", informaron que en todos los casos, las nuevas excepciones entran en vigencia desde este viernes "aplicando los protocolos respectivos".
Desde la Cámara de Comercio de Córdoba las conversaciones con las autoridades provinciales son permanentes. A sabiendas de haber logrado ya los acuerdos para la vuelta de algunos comercios (librerías, gomerías, ópticas), el trabajo sobre nuevas habilitaciones se lleva toda la atención de las horas que se descuentan hasta el anuncio de una nueva extensión del aislamiento. En la misma postura expectante se ubican otro grupo de trabajadores como los propietarios de gimnasios y los profesores particulares de educación física: los personal trainers.
Algo similar sucede con algunas actividades profesionales para quienes la apertura aún es insuficiente. Esta semana, los oftalmólogos pidieron a las obras sociales elevar el precio de las consultas; sucede lo mismo con los dentistas y otras especialidades médicas que argumentan la elevación de costos y la baja concurrencia de pacientes producto del cumplimiento de los protocolos exigidos por el COE. Incluso, ya hay denuncias respecto al cobro de “un plus” por la atención en tiempos de aislamiento.
De la misma forma, algunas situaciones particulares suelen evidenciarse a la hora de rastrear la actividad de jardineros, plomeros o electricistas. “El servicio que prestamos es necesario para mucha gente. Hay personas que tienen impedimentos físicos para realizar algunas tareas y eso debería considerarse dentro de las excepciones”, dice Marcos, un jardinero que desarrolla su actividad en la capital provincial y que insiste en que la situación en la que se los obliga a vivir durante el aislamiento es “extremadamente injusta”.
Lo cierto es que la expectativa respecto a la llegada de una flexibilización mayor ha crecido en los últimos días a razón de la ampliación de los permisos otorgados en otros grandes centros urbanos. “Yo cobré el IFE, pero algo tiene que cambiar. Los dos trabajitos que pude hacer, los hice con miedo, como si estuviese cometiendo un pecado”, afirma Marcos al respecto.
En el universo de la cultura la situación es más que compleja. Los protagonistas saben que el sector será uno de los últimos en volver al ruedo y, en ese marco, buscan la forma de hacer frente al aislamiento de la forma más efectiva posible. “El rol que cumplen los colectivos organizados resulta fundamental para momentos como los que estamos viviendo”, dice Vanesa Toranzo, una profesional con años en la actividad cultural que actualmente está al frente de la Dirección de Cultura de La Calera.
“Hay muchos programas de apoyo a nivel nacional, provincial y municipal. Cada uno tiene sus características, los nacionales suelen ser más amplios y los locales están más centrados en la contención”, señala Toranzo a La Nueva Mañana y destaca una serie de programas de fomentos, ayudas y subsidios que bajan desde las diferentes administraciones. “El gran tema es que, en medio de todo esto, hay un enorme desafío porque los artistas están obligados a empezar a funcionar de un modo en el que no estaban acostumbrados”, señala.
Mientras asegura que “todos los sectores están muy afectados”, describe que ni siquiera los artistas que suelen generar ingresos por vías alternativas, como puede ser la docencia, pueden desarrollarse en esta situación. Así, ni el teatro puede funcionar, ni quienes se desarrollan en las artes visuales pueden grabar, ni las escuelas de danza pueden abrir, ni las editoriales están imprimiendo libros, ni los artesanos están pudiendo desarrollar ferias para vender sus producciones.
La lista podría ser interminable y no involucra sólo a los protagonistas directos, sino a muchísimos sectores que forman parte de la maquinaria cultural entre los que se identifican iluminadores, vestuaristas, prenseros y sonidistas, pero también dueños de locales gastronómicos, fleteros y creativos gráficos.
Entre los músicos, la situación es definida como “muy crítica”. “La pandemia desnuda una precariedad ya existente en materia de trabajo y producción”, dice a La Nueva Mañana Nicolás Kuitka, integrante del colectivo Sonar y del Sindicato de Músicos de Córdoba. El presente es tan complejo que una de las primeras acciones que se tomaron para el sector fue garantizar la asistencia alimentaria.
Más allá de eso, Kuitka entiende que la emergencia también abre una posibilidad para la “reconfiguración” del sector. “Estábamos acostumbrados a un realidad incómoda para la gran mayoría. Hay que repensar esos modos de producción, de subsistencia y de pertenencia porque hay personas que quedaron en una situación económica muy extrema. Una vez que esas realidades más complejas puedan solucionarse, vendrá el tiempo de repensar las cosas”, asegura.
Si bien nadie se anima a arriesgar fechas, para Kuitka “hay algunos pequeños espacios que podrían empezar a funcionar antes, con una fuerte presencia del Estado, reduciendo al mínimo la presencia de públicos en las salas y tomando todas las prevenciones sanitarias del caso”. “En este sector de la economía se pueden llevar adelante planes de reactivación mucho más concretos para los pequeños y medianos shows que suelen convocar habitualmente a 100 o 200 personas. Es una decisión política que debería estar dirigidas a las pymes y micropymes que también están relacionadas con otras áreas de la actividad que necesitan reactivarse”, asegura.
En reuniones permanentes que se mantienen periódicamente entre representantes de todos los sectores y autoridades de las diferentes localidades de la provincia, el tema permanece en agenda. “En cada una de las reuniones estamos pensando en cómo avanzar con los protocolos. Porque más allá que esto pase en algún momento, todos sabemos que ya no va a ser lo mismo”, afirma Vanesa al ser consultada respecto.
A pesar de lo que el sentido común suele creer, repartidores y repartidoras no han experimentado cambios demasiado notorios durante el aislamiento. “Se reparte más, es cierto. Pero la actividad se sigue concentrando los fines de semana, y que los negocios del centro estén cerrados nos quita una clientela que convierte a los lunes, los martes y los miércoles en días perdidos”, afirma Diego, un repartidor que realiza su labor a partir de una de las tantas aplicaciones creadas a tal fin.
Según cuenta a La Nueva Mañana, esa situación se ha podido paliar un poco con los envíos de productos que habitualmente no se solicitan a domicilio. “Desde una paquete de cigarrillos hasta una calza, lo que vos te imagines”, detalla.
En su descripción de la situación también advierte que son muchos los trabajadores que empiezan a optar por los trabajos de cadetería por fuera de las aplicaciones. “Eso también sucede porque son muchos los comerciantes que empiezan a renegar de lo que cobra cada una de esas plataformas. Eso habilita a que haya repartidores que trabajan directamente con esos negocios y tengan un margen de ganancia más alto por cada envío”, cuenta Diego que describe que para garantizar un salario cercano a los $40 mil, en la actualidad, es necesario trabajar 12 horas diarias. “Si trabajas 7 u 8 horas y te tomás algún franco, no te alcanza”, afirma.
Hace un par de semanas, repartidores de toda América Latina paralizaron el servicio en medio de la pandemia pidiendo que se duplique el pago por los envíos (que hoy ronda entre los $45 y los $75) y que se mejoren las condiciones laborales. Entre esos reclamos había cuestiones tan básicas como que se garantice a los trabajadores un seguro de vida y el kit sanitario básico para transitar en tiempos de pandemia. Eso no sucedió.
“El Gobierno prometió que cuando todo esto termine se va a trabajar en una ley por fuera de la Ley de Contrato de Trabajo para poder regular la actividad. A nosotros, la Municipalidad nos exigen todos los requisitos para circular, pero la potestad para regular el trabajo está en la órbita nacional”, asevera Diego.
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