Una familia cirquera y su larga odisea para volver a casa en la pandemia

Cuando se desató la emergencia por el coronavirus estaban de gira por América del Sur. Para regresar a Argentina, Guadalupe, Lautaro y sus dos hijos viajaron durante cinco días.

Ed Impresa 27/03/2020 Adrián Camerano
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Guadalupe Muñoz: “Todo el colectivo artístico de Latinoamérica estamos atravesando una situación de extrema complejidad, son épocas muy duras las que se nos vienen”.

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Especial para La Nueva Mañana

CORRIDOS POR LA PANDEMIA

La escena ya es clásica: en la película “Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida”, al protagonista (Harrison Ford) lo persigue, en plena selva, una gran piedra redonda, que no le da tregua. Así, como el aventurero extranjero huyendo de un territorio extraño, se sintió una familia de artistas cordobeses, que manejó cinco días para regresar de Perú a Argentina en plena emergencia por el coronavirus.

La entrañable gira de la compañía Chaska Circo inició en de Villa San Isidro el 21 de enero. A bordo de un utilitario Berlingo, Guadalupe Muñoz (38), Lautaro Capella (32) y los pequeños Thiago (12) y Milay (3) tenían previsto recorrer “20 mil kilómetros en 2020”, una gran vuelta artística a la América del Sur de, mínimo, tres meses. Hicieron funciones en San José de la Dormida, Salta y Jujuy; participaron de un festival de arte comunitario en Comas, Lima; y en Trujillo compitieron en el Concurso de Payasos del Norte del Circo de los Hermanos Reyes. Sin embargo, la sombra del coronavirus, hasta ese momento un asunto lejano, se cruzaría en la ruta de ese viaje soñado.

Volver a casa

Corrían los primeros días de marzo y la aventura se desarrollaba tal como estaba previsto. Con los inconvenientes de cuatro personas en plan de viaje largo a bordo de un utilitario, pero la satisfacción de ir cumpliendo objetivos. Mucha función a la gorra, arte comprometido y comunitario al alcance del que puede pagar una entrada y del que no, también. 

Pero de pronto, el aire comenzó a espesarse. “Estábamos ya cerca de Ecuador y empezamos a ver noticias que daban cuenta de cancelaciones por todos lados. Y nos empezaron a cancelar funciones; la sensación ´volvamos a casa´, porque sin trabajo no podíamos seguir viajando”, ilustra.

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El sábado 14 los cordobeses comenzaron el regreso. El plan era bajar de Trujillo a Lima, pasar por la costa peruana, subir a Puno, cruzar a Bolivia y de ahí Jujuy. Pero pasarían cosas.

“Bajamos a Lima, y cuando salimos a Chala, nos enteramos del cierre de la frontera argentina. La primera sensación fue entrar en pánico, después nos dimos cuenta de que como éramos residentes nos iban a dejar entrar. Entonces seguimos, pero todo ya parecía muy extraño, como un estado de sitio que se iba dando en efecto dominó en todos los países”, relata Lautaro.

Mientras tanto, los cirqueros no la tenían fácil. Jornadas maratónicas de manejo continuo, con los dos niños a bordo. Todos con muy pocas horas de sueño, y con el estrés adicional de no saber hasta dónde podrían llegar.

“Antes de que Perú se transformara en una jaula”

“Yendo para Lima, una noche nos mandan un decreto del presidente peruano Martín Vizcarra, en el que suspendía todos los derechos. Se prohibían los traslados, y  cerraba las fronteras a partir del lunes 16”, continúa el relato. Fue un momento bisagra: se imponía correr a la frontera, antes de que Perú se transformase en una jaula. 

“No nos daba el tiempo para hacer el itinerario que teníamos previsto, se cerraba el paso y nos faltaban 13 horas de viaje. Además en la frontera con Bolivia habían desplegado 16 mil militares. Decidimos volver por Chile y manejamos sin parar para llegar cuanto antes al paso limítrofe”, cuenta.

A Tacna los viajeros fueron por la ruta 1S, un camino que costea el Pacífico y que es pródigo en acantilados de un lado y derrumbes del otro. “Por momentos es una autopista de cuatro carriles y en otros una serpentina de cornisa llena de pozos y sin señalizar. Era de noche, no dábamos más y no hay ni siquiera pueblos donde parar”, completa.

“Entramos en pánico”

La frontera estaba más cerca. Pero media hora antes de llegar, tras 22 horas de viaje casi ininterrumpido, les llega a los cirqueros la noticia más temida: Chile también cerraba su frontera. Y si pasaban, les esperaban 14 días de aislamiento obligatorio.

“Entramos en pánico nuevamente. Llegamos a Tacna muy nerviosos y la frontera se cerró ese mismo día; se iban cerrando todas a nuestras espaldas. Y encima no teníamos plata ni dónde estar 14 días en Chile. Por suerte nos dejaron pasar, porque estábamos en tránsito”, comenta Lautaro, que además de artista de circo es programador.  El resto del descenso fue tomar la Ruta del Desierto en Atacama, ingresar a Argentina por Jama y llegar –tras 120 horas de manejo- a casa. Donde pese a que no había aún cuarentena decretada, un vecino comedido había denunciado su llegada en la comisaría del pueblo.

Ya en aislamiento obligatorio, Lautaro Capella reflexiona: “No estamos con miedo al coronavirus, tenemos miedo a la militarización y la psicosis”. 

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