El Covid-19 pone a prueba la política económica del gobierno

Las ventas en los supermercados se dispararon y se teme que esto repercuta en una nueva escalada de precios.

Ed Impresa 19/03/2020 Facundo Piai
Supermercado

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Especial para La Nueva Mañana

El coronavirus no da tregua. La proliferación de afecciones ocasionadas por el agente infeccioso denominado covid-19 desató una crisis sanitaria mundial. La pandemia que pone a prueba a los sistemas sanitarios y a la capacidad de reacción de los diferentes gobiernos también tiene efectos en la economía de los países, como es de esperar. En primera instancia, las medidas implementadas buscan aminorar la circulación de personas para evitar mayores contagios, lo cual desalienta el movimiento de las fuerzas de trabajo y del turismo, naturalmente. En efecto, la producción, el comercio y la recaudación del erario público son las principales víctimas de esta situación crítica.

Desde el DNU que declaró la emergencia sanitaria en la Argentina  no son pocos los argentinos que, movidos por el pánico, atiborran las grandes cadenas de supermercados en busca de provisiones para enfrentar lo que se presenta como un futuro incierto. Lejos de ser una particularidad local, las avalanchas de consumidores sobre las góndolas de las grandes superficies son una conducta que caracteriza a las poblaciones de los diferentes países afectados por el virus. Esta conducta puede tener efecto en los precios, naturalmente, luego de un mes en el cual la inflación había evidenciado una desaceleración al marcar 2 puntos porcentuales en febrero, según estimaciones oficiales. 

“Apelamos al compromiso social empresario”

Al ser consultado por este medio, el presidente de la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA) Víctor Palpacelli dijo que en este contexto los precios dependen “pura y exclusivamente del sector industrial” y no de los supermercados. Frente a la gran demanda producto del miedo que entraña la situación el titular de la red Almacor espera que “esto no sea contraproducente” y que apelan  “al compromiso social empresario en estos momentos críticos” para que los precios no se disparen. “Estamos haciendo todo lo posible por mantener en pie nuestras estructuras  en cuanto a abastecimiento, poniendo todo lo que tenemos en stock, sacrificando todo para que el consumidor no deje de comprar. Por eso somos prudentes en el mensaje e intentamos desalentar el miedo”, sostuvo Palpacelli.

En diálogo con La Nueva Mañana, el economista José María Rinaldi aclaró que la “psicosis de desabastecimiento” que hace que los consumidores se amontonen a tropel en las góndolas de los supermercados funciona como una profecía autocumplida que se trasladó de las capitales europeas a la Ciudad de Buenos Aires, de allí al territorio bonaerense y desde allá a las provincias del interior. El profesor universitario reconoce que esta “accidental demanda estacional” tendrá efectos en los precios, puesto que en la cadena de producción y comercialización de artículos de primera necesidad hay concentración, “oligopolios, en el mejor de los casos, que son formadores de precios”. Además, hay otro componente adicional que es la depreciación del peso (la divisa de EEUU sumó un alza de 3,1% en el segundo mes del año) que tendrá un arrastre en los precios internos y en valor de la canasta alimentaria. 

En el mismo sentido, el economista Eduardo González Olguin advirtió que en una economía “oligopólica” y “cartelizada”, de no existir una “fuerte y decidida acción del gobierno”, habrá aumentos generalizados de precios. Para evitarlo, las cabezas del equipo económico del gobierno, Martín Guzmán y Matías Kulfas, anunciaron algunas medidas que procuran darle impulso a la producción de alimentos y bienes de primera necesidad, para que el volumen de los mismos crezca al ritmo de esta demanda acrecentada que se avizora por estos días y, de este modo, evitar que los precios se disparen por un aumento del consumo en un contexto de contracción productiva. En ese sentido y para garantizar también el abastecimiento es que el gobierno lanzará créditos blandos (con tasas de interés anual no superiores al 26%) por más de 300 mil millones de pesos para impulsar la actividad y que las empresas se capitalicen.

Rinaldi: Esta “accidental demanda estacional” tendrá efectos en los precios, puesto que en la cadena de producción y comercialización de artículos de primera necesidad hay concentración.

También establecen precios máximos para diversos alimentos, medicamentos y productos de limpieza, entre otros. Sin embargo, y a pesar de que el presidente manifestó que van “a perseguir a todo el que aumente indebidamente los precios”, la experiencia reciente muestra que el gobierno tuvo dificultades para hacer cumplir los acuerdos de precios pactados. Los instrumentos de control fueron reducidos durante los últimos cuatro años y aún desconocemos hasta dónde está dispuesto Alberto Fernández de llevar la confrontación con los formadores de precios. Esta “lucha” se intensificará en las próximas semanas y ya comenzó a restarle centralidad a la negociación del ministro Guzmán con el Fondo y los tenedores de bonos. La viralización del covid-19 hace que la agenda del gobierno busque dar respuesta a problemas inmediatos y cotidianos relacionados con el abastecimiento de alimentos y los precios de los elementos necesarios para combatir al coronavirus en el hogar.

En este contexto, no pocos especialistas señalan que la psicosis colectiva genera una situación propicia para que los formadores de precios aumenten sus ganancias sin mayor esfuerzo; “en río revuelto ganancias de pescadores”, dice un popular refrán. Inclusive, tanto las alimenticias como las grandes cadenas de comercialización que dominan el mercado tendrían un especial interés en contribuir a la inflación puesto que tanto las compañías que concentran el comercio minorista como las dominantes en la producción de alimentos acumulan grandes pasivos. De acuerdo a la central de deudores del BCRA, Wal Mart, Libertad, Carrefour, Día, Coto y Cencosud, es decir las empresas de mayor facturación y que concentran alrededor del 60% de las bocas de expendio, más Molinos Ríos de la Plata, determinante en la producción de alimentos, adeudan a diferentes bancos miles de millones de pesos, lo cual significa que esos pasivos en pesos se licúan en la medida en que se intensifica la espiral inflacionaria.

 

 

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