Las Jarillas, un pueblo sencillo y encantador

A 50 km de Córdoba, combina sencillez y belleza. Cautiva por sus aguas cristalinas y sus cascadas. Tiene área de servicios para pasar el día.

Turismo 30/08/2019 Vanina Boco
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El pueblo se brinda tranquilo y es recorrido por aguas cristalinas. Fotos: Vanina Boco

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Especial para La Nueva Mañana

Una grata sorpresa, eso fue conocer Las Jarillas. Este pequeño paraje que se encuentra muy cerca de Córdoba capital, apenas a 50 kilómetros, combina sencillez y belleza en sus calles, en su larga arboleda y en su arroyo de un tono poco común en la hidrografía cordobesa.

Para llegar a Las Jarillas desde Córdoba, hay que dirigirse en dirección a Villa Carlos Paz y continuar por la Ruta Provincial N° 14 hasta pasar la Capilla de San Antonio de Arredondo donde hay que seguir el cartel que indica la dirección del pueblo. Es importante aclarar que al momento de realizar este viaje no había servicio de transporte público directo.

Las Jarillas forma parte del Municipio de San Antonio y, hasta hace muy pocos meses, estaba conectada a esta localidad a través de un camino de ripio. Luego, se inauguró la obra de pavimentación que une los valles de Traslasierra y Punilla. Es decir que, esta nueva conexión permite unir la localidad de San Antonio de Arredondo, ubicada sobre la Ruta Provincial N° 14, pasando por Las Jarillas, con la rotonda de intersección de la Ruta N° 34, inicio del denominado Camino de las Altas Cumbres.

Los menos de 10 kilómetros que separan a ambos pueblos brindan una vista privilegiada de las Sierras Chicas y de sus valles. Hay barrios privados, salones que se alquilan para eventos y algunas casas desperdigadas al costado del camino.

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 Fotos: Vanina Boco

Rumbo al balneario

Un cartel anuncia la llegada, y es importante estar atentos porque hay solo una calle paralela a la ruta, que marca el ancho del pueblo. Es la calle 8 de diciembre que se extiende por varias cuadras y lleva directo a la zona de la arboleda enorme, donde hay asadores, mesas, bancos y baños. Todo preparado para pasar un lindo día al aire libre. Es la zona conocida como el Balneario Las Jarillas.

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Es mediodía y hay algunos humos que salen de las parrillas. Varias familias ya disfrutan del sol a orillas del agua. Desde el camino no logro ver el arroyo y me intriga saber si es como en las fotos que vi, entonces me acerco y lo compruebo: es un espejo de agua transparente, en tonos verdosos, con un fondo tan nítido que no deja de sorprenderme.

Algunas hojas de la arboleda todavía flotan en la superficie, decorando los márgenes. En el lecho, hay un colchón de hojas acumuladas, algas y un manto blanco que hace suponer que tiene alta concentración de piedra caliza que calcifica cualquier sólido, dejándolo más pesado y depositándolo naturalmente en el fondo.

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Al inicio de la zona de mesas, se encuentra el diquecito, allí las márgenes se ensanchan y luego se vuelven más angostas a medida que avanzo hacia una bella cascada ubicada al finalizar el área de servicios.

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Caminata a orillas del arroyo

Siguiendo el arroyo, encuentro un sendero que me invita a seguir descubriendo el paisaje de Las Jarillas. Enormes árboles, ahora sin hojas, se inclinan en el contorno que dibuja el afluente. Se forman algunos saltos de agua pequeños y el sol despliega un abanico de tonos verdosos que hace imposible definirlo.

Mientras continúo la caminata, la vegetación se va cerrando, tanto en los márgenes del arroyo como en algunas partes del camino. Es que el arbusto conocido popularmente como “grateus” – hoy convertido en una plaga en las Sierras Chicas– crece desmedidamente y va acaparando todo lo que encuentra a su paso. Tanto es así que hay partes del sendero en que se forman pequeños túneles por los que hay que pasar agachados. Pero, más allá de eso, el trayecto no presenta dificultad e invita a una caminata tranquila para dejarse sorprender por las formas que va adoptando el curso de agua.

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Vanina Boco

Hay zonas donde grandes piedras brindan un área ideal para tirarse a escuchar el sonido del arroyo. En otros tramos del recorrido, las cascadas son más anchas y pronunciadas componiendo una melodía distinta. A lo largo de todo el arroyo, el agua se mantiene clara, dejando ver los musgos y otras plantas, además de algunas mojarritas.

El camino continúa unos metros más, alejándose del agua, y se termina casi abruptamente, ya que la vegetación se cierra tanto que no se puede seguir avanzando. Pero estos metros que representa el recorrido son sumamente recomendables para descubrir los secretos de Las Jarillas.

Así, sencillo, tranquilo y encantador es este pequeño pueblo que, a tan solo 10 kilómetros de una de las rutas turísticas más visitadas en vacaciones, brinda un refugio para aquellos visitantes que optan por la belleza de la simplicidad.

 

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