Argentina y un diagnóstico preocupante en la Copa América

Tanto la Selección como el DT Lionel Scaloni sufren la improvisación de un estilo de juego sin variantes ni cambio de ritmo. Queda superar a Qatar para seguir con vida en Brasil 2019.

Ed Impresa 22/06/2019 Federico Jelic Federico Jelic
Messi
Las improvisiaciones del DT Lionel Scaloni dejan al descubierto fisuras que ni siquiera Messi puede solucionar. Foto: Archivo.

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Especial desde Brasil

La frustración es cada vez más grande, con una impotencia singular, provocando que la estadía en Brasil y la Copa América sea una pesadilla para la Selección argentina. Jugar en este contexto no se disfruta y tanto los jugadores como el cuerpo técnico lo hacen sentir, no con palabras pero sí dentro del campo de juego. El empate ante Paraguay terminó de desnudar falencias y situaciones incomodas en muchos sentidos estructurales, que se paga con prestigio.

En el Mineirao se vio una de las peores caras del equipo, en un contexto tóxico y donde nadie está exento de las críticas. El principal obstáculo es el equipo mismo, como enemigos íntimos, donde cada gol recibido se transforma en una tonelada de presión. Y la magia de Lionel Messi no es suficiente si está mal rodeado y sin intérpretes de la idea.

Pero en esto, hay responsabilidad fundamentalmente del DT Lionel Scaloni, que sigue cambiando e improvisando en algunos sectores donde deja al descubierto fisuras en su coyuntura, sobre todo en mitad de cancha, que a esta altura parece difícil de suturar.

A saber: no hay en el equipo un volante derecho natural, y como interior con posibilidades de cerrarse no funcionaron ni Gio Lo Celso  y mucho menos Roberto Pereyra, quien vio escaparse a Almirón en el gol de Paraguay. A su vez, en su cabeza parece no existir la posibilidad de jugar con Messi y dos puntas, es decir, tres hombres ofensivos, en virtud de temores a un desequilibrio y a las contras de un rival.

Argentina no tiene jugadores veloces por la banda, por ende, los cambios de ritmo y una transición vertiginosa parece una utopía verla en cancha. En el fútbol moderno la velocidad es una virtud ineludible para romper esquemas tácticos rígidos, y no hay en el plantel jugadores con esa característica, salvo Ángel Di María, hoy lejos de su mejor nivel. Y entonces la posibilidad de jugar con Messi de enganche y dos puntas no parece ser opción para Scaloni al menos para iniciar el pleito.

Y eso que con dos puntas (Agüero y Lautaro Martínez) se vio lo mejor del equipo. Pero al igual que ante Colombia, eligió cambiar pieza por pieza, como conservando un empate que no le iba a dejar demasiados réditos, como con temor a la audacia. Y en la primera de cambio, apuesta a equilibrar.

@SeleccionArgentina Messi Casco

¿No era mejor que ingresara Paulo Dybala dentro de ese módulo? Esto no es contra Di María, es simplemente para que Messi tenga dos opciones de pase hacia adelante, verticalmente, como para poder descargar y correr como hace en Barcelona. Es cierto que con Dybala tienen similitudes posicionales pero puede acomodarse al lado de Agüero, y de esa forma dejar más libre  a Messi. Pero por lo visto, no figura la “Joya” ex Instituto dentro de las prioridades de Scaloni.

En ese contexto, Messi es rehén y el resto sufre una parálisis general. Como que hay una fragilidad mental colectiva, al punto de que cuando no sale los primeros intentos, el contagio es global y  se transmite de punta a punta, como dispersando una enfermedad terminal sin medicina.

El mediocampo también tiene sus fisuras, sin características de marca y por eso el temor de la “manta corta”, aunque tampoco cumple la otra finalidad, porque en tres cuartos de cancha los espacios se acortan y la apuesta como argumento a un pelotazo es pan comido para cualquier defensa. Pasó contra Colombia, vicio repetido frente a Paraguay, provocando que otra vez Messi deba regresar a  mitad de cancha para empezar a generar. Un retroceso táctico que hoy parece insoluble.

Argentina se juega la  vida frente a la desconocida Qatar, que juega sin presiones, nada por perder  y todo por ganar. Escenario impensado. Una Copa América que achica la brecha entre las llamadas potencias y los demás rivales (Brasil no le pudo ganar a Venezuela, por ejemplo), y donde Uruguay luce fortalecido, con la misma base que lo dejó en cuartos de final en Rusia 2018.

El sueño de Argentina es ahora clasificar como segundo de grupo en el mejor de los casos o en poco decoroso lugar de los mejores terceros de grupo. Pero mientras no consiga solucionar su planificación e instrumentación de estilo de juego, es imposible proyectar a largo plazo (y corto también) su estadía en la Copa.

Hoy solo respira por los reflejos de Franco Armani y el penal atajado, quien tuvo su primer partido que lo justifica como arquero de Selección. Hay carencias de argumentos en lo que el escudo de AFA demanda para volver a ser candidatos, con una camiseta cuya responsabilidad no está a la altura, ni en la cancha ni en los escritorios, donde también existe una anomia preocupante.

 

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