A un puñado de kilómetros de Cosquín, en Córdoba, un establecimiento que fue centro de internación de tuberculosos, primero y después fue transformado en un hospital neuropsiquiátrico de tormentosa reputación, es hoy un vórtice de hechos paranormales que conmueven a los circunstanciales visitantes y aterran a los que viven cerca.
El ex Hospital Neuropsiquiátrico Santa María del Valle de Punilla fue su última versión desde que a fines de los años sesenta el gobierno cordobés dedicó a ese fin la estructura edilicia destinada originalmente a la atención de pacientes tuberculosos, razón por la que fue levantado en los primeros tramos del Siglo XX.
Fue la tenaz voluntad del tisiólogo Fermín Rodríguez quien inspiró la construcción del hospital en tiempos en que la tuberculosis era un mal que devastaba al mundo y los tratamientos aplicados a quienes padecían la afección no siempre llegaban a buen puerto. El lugar elegido era el ideal, habida cuenta de estar enclavado en las faldas de las Sierras Chicas donde el aire fresco y puro era otra respuesta viable para contrarrestar el mal.
Sin embargo el proyecto de Rodríguez se vio sobrepasado por el número de enfermos y sus reducidas posibilidades económicas para atender las necesidades, por lo que el Gobierno de Córdoba se hizo cargo del predio y lo agrandó para crear un sanatorio provincial que cobró notoriedad en los años 30 por los servicios brindados a una población de enfermos de tuberculosis que ya para entonces llegaban de todo el país.