
A menos de 100 kilómetros de la ciudad de Córdoba, el Dique San Jerónimo es una excelente opción para pasear en esta época del año.
Se trata de “Vibrations", su sexto disco de jazz, que está presentando en Argentina. Es un hecho extraordinario que demuestra el excelente nivel del músico.
Ed Impresa22/02/2019 Adrián BaigorriaEspecial para La Nueva Mañana
La primera vez que vi a Mariano Loiácono en vivo fue en 2011, abriendo un festival tributo a Miles Davis en un escenario flotante sobre el lago de Potrero de los Funes (San Luis). En el viaje de vuelta en auto, escuché su disco ‘What’s new’ una y otra vez. Pocos músicos de jazz argentinos despiertan ese deseo casi irrefrenable: escuchar repetidamente su material.
Nacido en Cruz Alta, en el límite con Santa Fe, Loiácono se formó primero como pianista clásico, y luego abordó la trompeta, haciendo el grueso de sus estudios en Rosario, junto al saxofonista Julio Kobryn, quien luego lo recomendaría a uno de los mejores en su instrumento en Argentina: el estupendo trompetista Juan Cruz de Urquiza.
Luego, completó sus estudios en la Escuela de Música Contemporánea de Buenos Aires. Loiácono viene construyendo una carrera impecable, como trompetista, arreglador y también con algunas composiciones propias, reflejada hasta acá en cinco discos editados. A través de varios viajes para estudiar y tocar en Nueva York, fue gestando la grabación de su sexto disco (‘Vibrations’), que registró en la meca del jazz, junto a parte de los mejores instrumentistas actuales, entre los que se destacan el saxofonista tenor George Garzone, el saxofonista alto Antonio Hart y el pianista Anthony Wonsey.
Ahora, lo está presentando en Argentina, junto a parte de ese combo de lujo que no hace otra cosa que mostrar en lo que se ha erigido: un instrumentista de primer nivel internacional, cuyos discos reciben comentarios elogiosos de lo más granado de la crítica a nivel mundial.
Loiácono: “Cada vez que alguno de estos maestros pisa Argentina nos queda algo de aprendizaje”
El trompetista ya presentó el disco en Rosario y en un festival internacional en el Valle de Uco, en Mendoza. Esta noche y mañana lo hará en doble función en Bebop, uno de los mejores clubes de jazz de Buenos Aires.
El disco incluye tres composiciones propias (Bluescycle, Waltz for my Hero y Vibrations), una del saxofonista George Garzone (To Michael Brecker) y una del trompetista Freddie Hubbard (Dear John), además de una exquisita versión de la balada ‘You don´t know what love is’. Para conocer más sobre esta singular experiencia, La Nueva Mañana dialogó con el trompetista.
¿Cómo fue el proceso que deriva en el registro en Estados Unidos de tu nuevo disco ‘Vibrations’?
Yo creo que el proceso es desde que empecé a tocar jazz. Se fueron sumando episodios en mi carrera y experiencias que derivaron en la decisión de grabar un disco en Nueva York. Si tengo que detallar cómo fue ese proceso diría que fue un largo camino de estudio y aprendizaje, además de un gran respeto por esta música.
Tocaste y también estudiaste en USA. ¿Cuánto influyó el roce internacional?
Sin dudas fue determinante. No hubiera grabado nunca un disco con músicos de Nueva York si no los conocía antes, si no me demostraban que tenían ganas de participar en el proyecto. Eso se consiguió por las veces que toqué con ellos y nos fuimos conociendo. Con todos tengo una amistad, además de que se generó por la música.
¿Cómo decidiste la elección de los músicos estadounidenses de primera línea que te acompañan acá y cómo se gestó la presentación del disco en vivo con ellos en Argentina?
Como dije, había tocado con ellos anteriormente. Cuando toqué con cada uno de ellos por primera vez sentí que eran indicados para mi música, por la conexión que tuvimos y la manera de sentir la música. Afortunadamente todos me dieron el ok, inmediatamente. Entre ellos está (el saxofonista) George Garzone que es como un maestro único para mí. Él me ayudó mucho en todo esto, además de brindarse entero por la música.
¿Sos consciente del relevante momento artístico que estás viviendo y de lo inédito que es para músicos argentinos de jazz tocar composiciones y arreglos propios con músicos de Estados Unidos?
No me detengo realmente a pensar en eso. Para mí es importante sentirme bien conmigo mismo. Mi sensación y mi deseo era grabar en Nueva York con éstos músicos e hice lo necesario para lograrlo. Lo que sí estoy seguro es que estas visitas a la Argentina de músicos como el saxofonista Antonio Hart, el pianista Anthony Wonsey o el baterista Rudy Royston, o en el caso que haya sido George o David (en saxo), todos son muy importante para el desarrollo del jazz en nuestro país. Cada vez que alguno de estos maestros ‘pisa’ Argentina nos queda algo de aprendizaje.
¿Por qué sigue siendo el hard-bop tu referencia fundamental en la manera de tocar, arreglar y componer jazz?
Sigue siendo la música que más me representa, o la música en la que yo más puedo verme reflejado. Si bien van cambiando aspectos de mi manera de tocar, aún siento que ese período de la historia del jazz me sienta bien. Lo disfruto, me gusta esa energía. Si en algún momento siento que tengo que moverme a algún otro lugar del estilo, no tendré problema en hacerlo. Aún tengo cosas que decir por estos lados.
Días atrás, en el suplemento Radar de Página 12, explicabas la ‘revolución’ que fue escuchar el mítico disco ‘Kind of blues’ de Miles Davis (1959). ¿De qué forma eso cambió tu visión y tu sensibilidad por el jazz y por la trompeta?
Ha sido una experiencia muy significativa para mí. No conocía hasta entonces esa posibilidad de la trompeta de sonar íntima y agresiva a la vez. Así escuché a Miles por primera vez. No es fácil salir de esa grabación. Siempre que la escucho siento que quiero tocar igual a Miles en ese disco. Después me doy cuenta de que es imposible y que no sería yo mismo tocando, pero así de cautivante es ese álbum para mí.
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