Cultura Por: Ignacio Martín 04/09/2018

Viaje al interior del fascinante universo de Gorillaz

La banda de Damon Albarn y Jamie Hewlett encaró una revolución audiovisual basada en un concepto único.

Damon Albarn, aún líder de Blur, y el dibujante Jamie Hewlett miraban casi religiosamente lo que MTV les ofrecía día a día, mientras la garúa caía incesante desde el cielo gris de Essex, Inglaterra. En el departamento que compartían juntos, el aburrimiento frente al televisor se acumulaba como las cajas de pizza vacías en la mesada de la cocina. Estaban desilusionados, principalmente al ver la falta de creatividad mostrada por grupos prefabricados que, hacia comienzos del siglo XXI, todavía estaban anclados en lo que Kurt Cobain dejó tras su muerte. Como si eso no fuera poco, veían que los videos musicales carecían cada vez más de sustancia y sentido. Decididos a dejar de perder el tiempo, cambiaron de paradigma: crearon una banda tan prefabricada que las líneas entre la ficción y la realidad se volvieron borrosas. Crearon a Gorillaz.

Albarn y Hewlett diseñaron un universo más detallado y multifacético que cualquier cosa vista antes. Horas y horas de sketches, cortometrajes (llamados “Gorillaz Bitez”), entrevistas falsas, juegos y giras interactivas se pueden encontrar desde las profundidades de Internet hasta el día de hoy. La historia de 2-D, Murdoc Niccals, Russel Hobbs, Noodle sigue en “The Now Now”, lanzado este año como la sexta parte de una historia que arrancó hace 17 años con “Gorillaz”, el debut homónimo de la banda.

El futuro se acerca (“The future is coming on”)

La historia de Gorillaz se divide en seis oscuras e hilarantes fases, una para cada álbum. Cada giro entre una y otra canción, se puede encontrar si uno bucea un poco por internet. Al principio, esa dualidad entre música y dibujo tardó seis meses de trabajo. Albarn y Hewlett querían una banda cool, un tanto sombría, con un toque de demencia y la rotura propia de cuatro adolescentes salidos de un cómic posmoderno. Esos primeros años detrás de cuatro personajes inventados les permitió a sus creadores algo que MTV, como perfecta expresión de industria cultural, nunca permitió: libertad.

Durante un breve período de tiempo, la banda vivió por completo dentro de su universo multimedia autónomo. Se conectaron con los fanáticos realizando recorridos interactivos de su estudio ficticio, mientras que sus videos musicales se convirtieron gradualmente en una historia inmensamente compleja y extraña. Poco después, Gorillaz se derramó hacia la vida real y las mentes no ficticias se hicieron visibles, pero en este punto el objetivo ya estaba cumplido: su universo se había vuelto tan inmersivo que a nadie le importaba quién estaba detrás de eso. Como diría luego Albarn, “desinformar es tan valioso como informar”.

Es la música que elegimos (“It’s the music that we choose)

Recién comenzado el segundo milenio, la prensa musical todavía se mostraba escéptica en que una banda explorara nuevos sonidos y a la vez, pretendiera sonar en las radios. Aunque Damon Albarn amplió los límites tanto como pudo con Blur, todavía le resultaba difícil salir de la configuración preestablecida por defecto de banda de rock. Gorillaz ofreció una forma única de eludir estas divisiones: como una banda virtual, evadieron la categorización y disfrutaron de la libertad de interactuar con el hip hop, la música electrónica, el dub, el pop, el punk y todo lo demás.

Para los fanáticos de la música de Albarn, enfrascados en un britpop noventoso, esto también ofreció una introducción a géneros que de otro modo no habrían descubierto: en el caso del hip hop, Gorillaz introdujo un variado elenco de raperos a su mundo, como De La Soul, D12, Snoop Dogg y Deltron 3030. Además, la combinación de animación y ficción pudo dar a luz a un mundo que carecía completamente de restricciones. Ninguna otra banda puede evolucionar como lo hizo Gorillaz: los bajistas no pueden ser reemplazados, sin cuestionamientos, por versiones androides de sí mismos, ni los guitarristas pueden ser poseídos por raperos muertos. En cambio, todo eso y más era posible dentro de las mentes de Damon y Jamie.



El mañana llega hoy (“Tomorrow comes today”)

Los videos musicales de Gorillaz encadenaron un arco interconectado que duró más tiempo y brilló más que cualquier otra cosa. Incluso los primeros y más crudos personajes bidimensionales tenían historias que eran ricas en detalles e imaginativas en contenido, con un extraño y subversivo sentido del humor que se convirtió en un sello de la banda. A medida que avanzó el tiempo y crecieron los presupuestos, los personajes adquirieron tres dimensiones, incluso interactuando de vez en cuando con personas reales, desde colaboradores hasta estrellas invitadas, como el caso de Bruce Willis en la canción “Stylo”. Los videos de Gorillaz podrían haber sido solo una estrategia de marketing, pero gracias al talento Hewlett estos nunca se estancan: no hay dos que sean iguales.

Mientras que los shows iniciales muestran a un grupo de siluetas detrás de una pantalla, a medida que su éxito crecía el público exigió mayores y mejores actuaciones. La banda pronto comenzó a cobrar vida en forma de hologramas 3D con música pregrabada, lo que convirtió a Albarn en el primer músico en tocar en vivo mientras se veía a sí mismo desde su departamento de Essex. En poco tiempo, el show en vivo cambió una vez más para amalgamar la realidad y la ficción: la banda de dibujos animados seguía siendo un cuarteto, pero en vivo incluía orquestas, conjuntos e invitados sorpresa.

Al crear a Gorillaz, Damon Albarn y Jamie Hewlett no solo dieron vida a un par de caricaturas extravagantes, sino que reinventaron por completo la noción de lo que una banda podría ser y hacer. Un universo difuso entre lo ficcional y lo real, entre lo ilusorio y lo tangible.


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