Por: Daniel Salazar

No hay encuesta nacional que no refleje la caída libre de la imagen y de la gestión de Mauricio Macri y que arrastró a las principales figuras de Cambiemos, incluida la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. Pero hay más, el oficialismo se quedó sin excusas, cada vez son menos según las mismas encuestas quienes creen que la crisis económica que enfrenta el Gobierno es producto de la herencia recibida del kirchnerismo.
La “imagen del presidente” está en su peor momento desde que asumió en diciembre de 2015, sólo el 35 por ciento de la sociedad tiene una valoración positiva del primer mandatario, según lo demostró una encuesta reservada de una consultora “confiable” que circuló días atrás en la Casa Rosada. También Poliarquía, en su último relevamiento, determinó un descenso en todos los indicadores de todos los índices de gobierno y se fortaleció la opinión de que la alianza Cambiemos no sabe cómo resolver los problemas del país. En tanto, la imagen negativa de la “gestión de gobierno” fue del 66%, según lo consignó días pasados la encuesta de Opinaia. Pero lo peor para la administración macrista es que el descontento empezó a crecer entre los votantes del oficialismo.

Marcos Peña y la caída del relato oficial

Lo cierto es que fue el propio gobierno el que nos introdujo, como describe Dante Alighieri en la Divina Comedia, por la senda infernal del río Aqueronte, cuyo significado se traduciría del griego como “río del dolor”.
Por eso con duros cuestionamientos toda la oposición sacudió al jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la sesión informativa de la semana pasada en la Cámara de Diputados en la que brindó el informe sobre la marcha de la gestión del Gobierno.

Ya nadie le cree al Gobierno y se lo enrostraron a Peña Braun cuando en cada intervención los diputados le hicieron saber que las respuestas que brinda en estos informes y el relato “duranbarbiano” del Presidente y sus funcionarios no se corroboran en la realidad. Con esa consigna “Macri Miente”, que rezaban los carteles pegados en sus bancas, los diputados del FPV-PJ recibieron al ministro coordinador, y se fueron plegando verbalmente y con la misma beligerancia los legisladores de las otras bancadas opositoras, lo que produjo la molestia inicial del jefe del interbloque Cambiemos, Mario Negri.

De capa caída estuvo el jefe de gabinete durante toda la sesión. Esta vez lejos de las confrontaciones cuerpo a cuerpo que supo tener con el bloque kirchnerista y de aquella célebre frase “¡Háganse cargo de algo, no se puede con tanto cinismo!” con que se defendía, el ministro respondió en esta ocasión a la andanada del kirchnerismo en “modo Zen”, ni siquiera reparó en los carteles de bienvenida y al final tan solo atinó a decir  “por respeto a los argentinos, al momento que vivimos, a los desafíos que nos planteamos, no voy a contestar las agresiones, las chicanas, las amenazas a la democracia, la prepotencia que han manifestado. Simplemente doy paso al próximo bloque”. Tampoco atacó al massismo como en varias oportunidades supo hacerlo.

No es para menos, traía a esta asamblea una pesada mochila cargada con el tarifazo en los servicios públicos, la inflación galopante, la crisis financiera que puso en jaque la política económica y el anuncio de recurrir a un préstamo del FMI con la promesa de que “la decisión preventiva de acudir al Fondo Monetario Internacional, no para redefinir nuestra política económica, no para reducir nuestra soberanía, sino simplemente para conseguir reducir nuestra volatilidad a través de un prestamista con mejores condiciones de tasa de interés” se atrevió a decir Peña, ante el reproche generalizado de toda la oposición.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que el Gobierno quiere atribuirle ahora al FMI, el Aqueronte es un río que está en la Grecia que hoy, “lejos de la gloria mítica del pasado, es el mejor ejemplo de cómo hundirse en la decadencia de la mano del FMI”, describía resignado un twittero en la red del pajarito, que fue la fuente de inspiración de esta nota.

Mala praxis

Pero deliberadamente Marcos Peña evitó la confrontación consciente de que no era momento, ni está el clima para que un gobierno que está en problemas y que convocó a un Gran Acuerdo Nacional salga a hacerlo. Esta actitud la corroboró Mario Negri al cierre del debate de la sesión informativa “Si quieren rediscutir un modelo de país, estamos dispuestos, pero dejen de querer desgastar al Gobierno para intentar llegar antes al poder”, disparó el radical.

Este allanamiento de los representantes de Cambiemos, lejos está de aquellas ínfulas del Presidente de tener “el mejor equipo de los últimos 50 años”. Fue el propio Macri, como en otras ocasiones, el que ante crasos errores cometidos en lo que va de su gestión apeló permanentemente a reconocerlos y dar marcha atrás a sus decisiones pero solamente cuando vio enfrente una férrea oposición. Ocurrió, como ejemplo, con el nombramiento de los jueces de la Corte Suprema en comisión, con el desfalco del Correo Argentino, con la ayuda a crear el clima de otorgar el 2x1 a los militares genocidas o con la quita de las pensiones a los discapacitados.
Pero esta vez, Mauricio Macri, empujado por la magnitud de la crisis financiera, reconoció en conferencia de prensa que hubo errores en la gestión económica: admitió haber puesto metas inflacionarias “demasiado optimistas” y aceptó que “hubo problemas de coordinación entre el equipo económico y el Banco Central”. Sin embargo, entre risas y relajados llegaron a la conferencia de prensa en Olivos el jefe de Estado y los funcionarios que lo acompañaron.

Quintana: “La metas de inflación eran incumplibles”

Simultáneamente y en apoyo coordinado con el presidente la angelical gobernadora bonaerense “Mariu” Vidal sostuvo que “es imposible pensar en un cambio como el que encaramos en 2015, con un país fundido, sin cometer ningún error”. Al mismo tiempo, el cuestionado Secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana, reconoció que “las metas de inflación eran incumplibles” y que bajar los precios con un ancla cambiaria era una “bomba”. También el vicejefe de gabinete tuvo momentos distendidos en medio de la crisis. “Como verán el timing es una de mis virtudes. Ya irán descubriendo otras”, dijo al llegar a una de las salas del Centro Cultural San Martin del centro porteño y provocó risas en muchos de los miembros del Club Político Argentino, un colectivo de intelectuales que apoyan al Gobierno y que se reunían esa noche. También el Secretario de Comercio, Miguel Braun, primo del jefe de gabinete, se sumó al reconocimiento y confesó que “subestimamos el pase de la devaluación a la inflación y el impacto de las tarifas”.

Pero el más simbólico de los funcionarios que reconocieron que se “equivocaron” fue el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, el discípulo de Domingo Cavallo a quienes el pasado los condena por su rol protagónico en la peor crisis económica que vivió el país en el año 2001 y que el presente los tiene otra vez en primera plana. Sin embargo, a pesar de que “Sturze”, como lo llaman en la city porteña, es el padre de la Lebacs que provocó la crisis financiera, se mostró también distendido en una reunión que mantuvo en su despacho con economistas sub 40 de distintas extracciones a los que convocó para intercambiar opiniones después del “martes negro” del 15 de mayo en el que lograron en negociaciones con los banqueros garantizar la renovación del 100 por ciento del megavencimiento de la Lebacs y reconoció equivocaciones y mencionó “haber bajado las tasas al inicio de 2018 en medio de un contexto inflacionario” y que 40% “no es cómodo” para la actividad económica, de manual.

El Central perdió 10 mil millones de dólares en la corrida

De todas maneras, la corrida cambiaria tuvo un costo infernal para el país, el Banco Central perdió 10 mil millones de dólares de reserva para que los tenedores de Lebacs se los llevaran del país, 1,2 millones de dólares para intentar frenar el aumento de la moneda norteamericana entre el lunes 14 y el martes 15 de mayo, para evitar que pasara a esa altura de 25 pesos, 79 mil millones de pesos en dos bonos de deuda que emitió el ministerio finanzas que dirige Luis Caputo y la tasa de Lebacs que subieron del 27 al 40% para que los especuladores no se pasaran al dólar.
Además, Macri y el superministro de economía Nicolás Dujovne afirmaron que las consecuencias para la sociedad serán “mayor inflación”, que según los especialistas ya ubican entre el 27 y 30% para este año “y menor crecimiento” que significará menos producción, menos consumo, más despidos y mayor cierre de fábricas.
La gravedad de la mala praxis en medicina, una de las pocas profesiones en la que se la condena, es hacerle perder la vida a una persona. Sin embargo, la mala praxis política de un gobierno, del que no debería aceptarse que se ampare en el mero reconocimiento de los errores, debe ser castigada al menos electoralmente, ya que pone en riesgo la vida de millones de ciudadanos.

Es el modelo económico, estúpido

Infinidades de veces quienes recorremos los pasillos del Congreso Nacional u otros centros del poder, hemos escuchado a diputados y senadores y a dirigentes políticos de la oposición advertir sobre las consecuencias de la aplicación de políticas neoliberales que han terminado en catástrofe para el país.

En este sentido, como muestra, en una entrevista que publicamos en noviembre pasado, el diputado de extracción industrial, Ignacio de Mendiguren (FR) y lo repite hoy, ya cuestionaba la matriz económica no orientada a la producción sino a la especulación financiera que Macri imprimió a su gestión y aseguró: “Cuando el modelo es lo que no anda, no hay reformas que sirvan”.
Asimismo, el senador José Mayans (FPV-PJ) también en declaraciones a La Nueva Mañana cuestionaba que “el Gobierno armó un sistema donde hubo una transferencia enorme de plata hacia el sector primario (devolución de las retenciones al campo, a la minería, a los bienes personales, a las compañías energéticas) y financiero (bancos y Lebacs) que el país no estaba en condiciones de hacer y ahora no saben cómo desarmarlo” y le enrostró al jefe de gabinete en el Senado que si no cambiaban el modelo económico terminarían como la Alianza del 2001.

Apremiado por la situación financiera, Mauricio Macri, en aquella conferencia de prensa en Olivos, no solo reconocía errores de gestión sino que también anunció que buscará un Gran Acuerdo Nacional con la oposición para socializar los costos políticos que se avecinan con el ajuste que provocará el acuerdo con FMI.

No obstante, las respuestas a esa convocatoria ya se la adelantaron en la voz de los jefes de los distintos bloques opositores al jefe de gabinete en la sesión informativa la semana pasada. “¿Para qué quieren ir al diálogo nacional? ¿Para que firmemos el plan de ajuste? ¿Para que firmemos el acuerdo con el FMI?, lo acorraló Agustín Rossi del Frente para la Victoria –PJ. En tanto, desde el Frente Renovador, Graciela Camaño  avisó: “No van a contar con nosotros para seguir ajustándole el bolsillo a los trabajadores”. Y desde el bloque justicialista, su titular el salteño Pablo Kosiner sostuvo que “la salida del déficit no se logra con más medidas de ajuste”. Lo cierto es que el Gobierno está atrapado en su propio laberinto.

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