Renzo Podestá (Rosario, 1980) es un guionista y dibujante de cómics radicado desde 2009 en Córdoba. Autor integral de obras tan distintas y versátiles como Steve Ditko: Investigador privado, Warpaint y El Aneurisma del Chico Punk, Podestá, entre otras, se erige desde el interior del país como una de las principales voces de la historieta argentina moderna. Además, ha trabajado como dibujante para el mercado estadounidense en colaboración con el guionista Charles Soule en el cómic 27.

¿Cómo empezó tu amor por el cómic?

Como casi todos nosotros, de muy nenito. Es más, aprendí a leer con historietas. En un punto todos nos encontramos con los cómics, la diferencia está en que por una razón u otra o los abandonamos o seguimos leyéndolos. Yo elegí esto último, claro, y siempre pienso que antes de ser dibujante y antes de que me gustara dibujar, me gustaban los cómics como una de las cosas más hermosas para comunicar algo.

¿Quiénes eran tus referentes en el dibujo y el guion cuando empezaste y cuáles son ahora?

Mis referentes siempre mutan. Siempre que sientas algo de curiosidad, necesariamente aquellos que te emocionan van a ir cambiando. Sólo unos pocos quedan con el tiempo. En mi caso personal los referentes van más allá de los cómics, aunque por supuesto que tengo autores a los que siempre vuelvo, como Alan Moore o Grant Morrison.

¿Fue (Bang)kok tu primer gran salto como historietista? 

No, (Bang)kok fue mi primer novela gráfica y salió en 2005, pero ya venía trabajando desde hacía 10 años autoeditándome. Comencé cuando era muy adolescente, publicando un fanzine a los 14 años llamado "Purgatorio" en mi ciudad adoptiva, Puerto General San Martín (a 30 kilómetros de mi ciudad natal, Rosario). Casi al mismo tiempo empecé a ilustrar notas para diarios zonales y con el tiempo, al mudarme a Rosario, comencé a desarrollar diversos sellos autogestivos y de ahí no paré más. Más tarde empezaría a trabajar como dibujante freelance para el exterior mientras que de modo paralelo seguía autoeditándome acá en el país.

Guionista y dibujante

¿Te sentís más cómodo en el rol de autor completo que en el de dibujante que trabaja con guiones de otro escritor?

Sí y no. Quiero decir, son procesos distintos que requieren atenciones, tiempos y esfuerzos distintos. Ser autor completo es una pulsión y es, en cierta forma, una especie de adicción, para bien y para mal. Soy muy autocrítico con mis propias cosas y siempre tiendo al disgusto cuando una obra mía está finalmente terminada. Muy pocas veces vuelvo a leer algo mío, y si me pasa que sí o sí tengo que volver, por lo general espero mucho tiempo al hacerlo y lo que encuentro pocas veces me gusta. Trabajar con autores requiere de otra mentalidad y lo que siempre procuro hacer de antemano es aceptar trabajar desde el desafío y el entusiasmo que el otro tiene para ofrecerme.

¿Cómo es un día de trabajo de Renzo Podestá?

Un día en mi vida es de lo más aburrido (risas)… Vivo, leo, hago, respiro historietas desde que me levanto hasta que me voy a dormir. En términos laborales soy muy cambiante con los métodos y trato de ir variando para no aburrirme. Sí tengo una regla dorada: la autodisciplina es todo. Más allá de eso, como dije, es todo medio aburrido. Trabajo de ocho a doce horas por día y en ese marco de tiempo hago cualquier cosa que me pongan adelante, ya sea a nivel técnico como a nivel creativo. Y si hay días en donde no tengo ninguna entrega o no tengo que hacer nada urgente, de algún modo siempre hay algo que hacer. Desde afuera podemos ver a un muchacho sentado todo el día, pero desde acá es todo un mundo de diversión.

Cómics en el futuro

¿Cuáles son tus siguientes proyectos?

Por estos días estoy trabajando, una vez más, en algo que jamás hice, que es un cómic de superhéroes. Se va a llamar Wormboy y espero que entre a imprenta en noviembre, bajo el sello que llevamos adelante junto a Mariela Viglietti: Le Noise Comix. Para octubre saldrá el segundo volumen de El Aneurisma del Chico Punk mediante BS Ediciones, la pata editorial del Colectivo Big Sur. Si todo sale bien, en noviembre debería estar saliendo Necrofango, también por Le Noise y dentro de la colección Exhibición de Atrocidades que dirige Mariela.Y para el año que viene hay mucho más. Seguiré con Wormboy, debería iniciar el volumen tres de El Aneurisma..., hay una nueva novela en ciernes que está ahí, macerándose en el horno y veo que le falta un toque… y espero desarrollar junto a Rodolfo Santullo un proyecto de libro que me entusiasma mucho, pero que de momento no puedo decir qué es.

¿Hay algún guionista en particular con el cual te gustaría trabajar?

Con la tríada mayor: Alan Moore, Grant Morrison y Warren Ellis. Con Alan Moore casi termino trabajando y de hecho tengo por ahí un par de páginas hechas del proyecto que iba a salir, pero en ese entonces El Barbas, como le decimos cariñosamente aquellos que lo leemos, decidió focalizar en la que es hasta ahora su última novela, Jerusalem. Y más tarde anunció su retiro de los cómics. Una pena, pero son cosas que pasan.

La historieta argentina

¿Cómo ves la actualidad del cómic cordobés y de la historieta argentina en general?

Tanto a Córdoba como al país, en términos historietísticos les pasa lo mismo: tiene buenos referentes y una gran producción autogestiva que necesita de más lectores. Es decir, el nivel, la calidad y el entusiasmo que brotan de los productores de cómics necesitan de un mayor feedback con el público.

Nunca se ha producido tanta historieta como ahora, no en términos de masividad pero sí en términos de variedad, libertad y compromiso con el medio. Y es una verdadera lástima que todo eso no logre una mayor visibilización, especialmente porque con el tiempo los autores nos terminamos cansando de pelear contra los mismos molinos de viento. A diferencia de otros países con mercados más aceitados, la gran mayoría de los historietistas publicamos acá por gusto, por placer, sin ganar mucha plata.

De hecho en muchos casos es al contrario: invertimos en editar y en generar toda una estructura de llegada porque si no la generamos no hay nada. Y ese permanente buscar y rebuscar es lo que termina cansando. Por suerte se hacen cada vez más eventos y eso está genial porque es una fuente de cercanía con el lector invaluable, pero en un punto se vuelve imperativo salir del ghetto del público cautivo y tratar de que el lector casual sepa apreciar lo que hacemos.

Para que esta estrategia se cumpla se necesita entre otras cosas bastante plata. Plata que no tenemos (¡que nadie tiene!), ya que la gran mayoría de los sellos apenas contamos con el presupuesto suficiente como para imprimir y viajar a ferias y convenciones, por ende no contamos con todo el aparato publicitario o logístico que tienen empresas con mayor infraestuctura. Así que ahí veo todo un desafío, que no es otra cosa que el desafío que los argentinos llevamos en nuestros genes: cómo hacer mucho con poco.

¿Por qué hacés cómics?

Porque no puedo dejar de hacerlos (risas)… parafraseando a Homero Simpson: los cómics son para mí la causa y la solución de todos mis problemas.

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