Charlas con Raúles: los hombres les explican cosas a las mujeres

Están en todas partes y nada los detiene. Son hombres que hablan de cuestiones que desconocen. En Instagram es furor una cuenta que recopila chats con “rauleadas” reales.

Córdoba 24/04/2018 Consuelo Cabral
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Los primeros posteos de la cuenta fueron impresiones de pantalla que mandaban amigas, de chats que habían tenido con amigos, novios, hermanos, conocidos, y que ameritaban ser compartidos por lo absurdo y machista del contenido.

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“Vienen por todo. Alerta. Raúl”. La firma, sentenciosa, incitando a la rebelión masculina por sus derechos, cierra cada print de pantalla de chats tan desopilantes como extremadamente reales y comunes. Charlas que todas tuvimos, tenemos y seguramente sigamos aguantando mucho tiempo más, donde distintos hombres intentan explicarnos lo que está bien y lo que está mal. Porque sí y porque no. Hermanos, jefes, taxistas, conductores de televisión, un naranjita, un novio, el amigo de tu novio, el señor de la ferretería, todos se convierten de un segundo a otro en especialistas, incluso en temas como la despenalización del aborto. Los Raúles toman distintos cuerpos, profesiones, clases sociales, lenguajes, pero hay un patrón que se repite: basta que abran la boca para que digan “Rauleadas”. A veces simulan “querer entender”, y aunque critican “los modos de las feministas”, se muestran permeables al diálogo.  Sin embargo, la estrategia nunca dura lo suficiente y el costado “mansplaining” termina asomando y dejando al descubierto un subsuelo machista, con su verdad patriarcalmente aceptada de que toda mujer en posesión de una opinión propia necesita de alguien que la corrija. De esta manera, el discurso de “los que saben más” por tener pito, se traduce en nefastas consecuencias políticas, a nivel simbólico y material para las mujeres.

Rauleadas para tirar para arriba

Raúl es el nombre nacional/regional que se le da al prototipo de hombre del que habla el mansplaining. El término surgió en 2003 cuando la escritora feminista estadounidense Rebecca Solnit estaba en una fiesta, en la que un hombre, de unos 50 años, le preguntó de qué trataba su último libro. Cuando ella comenzó a explicarle, él la interrumpió para hablarle de otro libro que trataba el mismo tema pero que era mucho más interesante. Solnit, que estaba junto a una amiga, se dio cuenta de que el hombre hablaba del libro que ella había publicado y lo dejó que le explicara su propia obra. Fue ese insólito y común episodio, el que junto a ocho más, forman parte de su última publicación: “Los hombres me explican cosas”, en inglés  “Men explain things to me”. Es allí donde surge el término mansplaining, que conjuga man («hombre») y explaining («explica»). El ejemplo de la anécdota contada por Solnit en su libro es graciosa y brutal a la vez, porque tal como lo dice la autora, los hombres ejercen violencia de forma constante asumiendo que saben más por el hecho de pertenecer a otro género. Cuántas veces hemos escuchado a hombres preguntarnos “¿Leíste el último libro de X?” y al escuchar un ‘no’ como respuesta, ver las sonrisas anchas y desembuchar charlas con rasgos masturbatorios de tan monólogos que terminan siendo.

10 años después del libro de Solni y a miles de kilómetros de Estados Unidos, en Buenos Aires Carolina se cansó de aguantar “rauleadas” y creó una cuenta en Instagram. La llamó “Charlas con Raúles” y los primeros posteos fueron impresiones de pantalla que le mandaban sus amigas, de chats que habían tenido con amigos, novios, hermanos, conocidos, y que ameritaban ser compartidos por lo absurdo y machista del contenido, disfrazado de diálogo. La cuenta se volvió catártica. Lo que antes angustiaba, al ser compartido, se volvió humor del bueno. Miles de mujeres empezaron a mandar sus chats y en menos de dos meses sumó casi 18 mil seguidor@s. Cada posteo va acompañado por la firma de “Indignado, Raúl”, “Siempre combativo, Raúl”, “Yo no tengo pelos en la lengua. Mi nombre es Raúl”, “Los hombres no importamos. Raúl”.

En La Nueva Mañana hablamos con Carolina, creadora de “Charlas con Raúles”.

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-¿Cómo surgió Charlas con Raúles?
Existió un hombre que me puso tan triste y nerviosa con las cosas que decía que tuve la idea de armar la cuenta. Pero hace muchos años que yo leo en redes sociales que les dicen “Raúles” a este tipo de tipo. No es algo que es de mi autoría ni producto de mi creatividad. Yo creé la cuenta para poder compartir mi angustia con mis amigas, porque sentí que estábamos muy hartas, muy molestas y sentíamos mucha impotencia de tener que aguantar todo el día que algunos tipos nos quisieran explicar cómo ser mujeres, por qué reclamar, qué es el feminismo, que estamos equivocadas. Y me di cuenta de que era injusto. ¿Por qué nosotras, además de soportar toda la desigualdad e injusticia que soportamos, tenemos que escuchar que nos digan burradas y barbaridades? De esta forma, exponiéndolo, transformándolo en un chiste, me di cuenta de que todas nos podíamos reír de ellos y dejar de pasarla mal nosotros. Invertíamos la angustia.

-¿Quiénes la actualizan y cómo funciona? ¿Te mandan las capturas de las charlas?
La actualizo yo sola. Los primeros posteos son todos míos y de mis amigas. Después empezó a mandar material la gente. A veces mandan 500 impresiones de pantalla por día. Son mujeres hablando con sus parejas, desconocidos, tipos de Tinder o incluso jefes a los que están obligadas a escuchar y responder aun cuando dicen cosas totalmente desubicadas, agresivas y burras con respecto a la lucha feminista. El tema es que te mandan charlas enteras, a veces de 10 páginas y vos tenés que encontrar el pedazo que concentra la idea, un buen remate, todo. A veces podés, a veces no, a veces lamentás que se disperse y no poder concentrarlo. Supongo que es algo que veníamos padeciendo mucho todas las mujeres, muy solas.

-¿Cómo describirías a los Raúles?
Es un nombre típico de varón de cierta edad que alguien le puso a los tipos que están en contra de que las mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades y busca excusas ridículas, laterales, bizarras para cuestionar ese avance. “¿Por qué no se llama igualismo?”, “Por qué tenemos un día de la mujer?, “¿Por qué no pagamos en los boliches?”. Sin darse cuenta de que esas preguntas y esos reclamos son justamente gran parte de la explicación del machismo.

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-¿Creés que son recuperables? ¿Qué hay alguna voluntad de escuchar a las mujeres con las que hablan?
Obvio. Todos tenemos que aprender. Nosotras también muchas veces decimos burradas, lo que pasa es que este grupo de hombres ante el cambio inminente está desesperado y descontrolado.

-¿Qué tan peligroso es un Raúl y las “rauleadas” para la sociedad?
Toda la sociedad es peligrosa en tanto no acompañe los reclamos de las mujeres. Estamos en una sociedad que no puede comprender, contener y dejar de revictimizar a las mujeres que han padecido violencia machista o abusos, y que carece de empatía frente al padecer de una clase oprimida o con menos privilegios. Y es peligrosa porque básicamente avala, abona o hace la vista gorda ante todo eso. Es el caldo necesario en el que se cuece el pollo. Después, si uno de estos personajes es capaz de ser violento, matar, agredir, o abusar de una mujer, ya no podría saberlo, como no lo sé de ningún hombre, porque nadie tiene una señal de agresor y porque no es mi responsabilidad como mujer tener que adivinar, averiguar ni decodificar a través de sus palabras quién es un posible peligro.

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