
Lo que el Papa Francisco deja no es solo un mensaje espiritual, es una doctrina de unidad popular y liberación nacional, un legado estratégico, una hoja de ruta para los pueblos de América Latina.
Javier Ramacciotti, Alejandra Correa y Mauricio Cerbellera nos invitan a la sexta edición del Festival Internacional de Poesía de Córdoba que tendrá lugar del 12 al 14 de abril.
Cultura11/04/2018 Barbi Couto“Para empezar, quisiera decir lo siguiente”, dice la poeta, artista visual y gestora cultural Alejandra Correa, y lo que declara a continuación es un recorrido de la poesía en estos últimos veinte años, recorrido que nos deja a las puertas de un festival imprescindible que comienza en unos pocos días y es punto de encuentro ineludible para los que se animan a vivir la cotidianeidad en modo poético.
“Vengo, como tanta otra gente, de un mundo donde la poesía circulaba de una manera muy subterránea. Recuerdo que hace veinte años enviaba mis libros por correo para poder llegar a otros poetas/lectores. Era impensable entonces aventurar todo lo que pasaría en el mundo y cómo la poesía iría de a poco abandonando esa condición de aislamiento. Para empezar pienso en los blogs. Cuando los poetas vimos que eran una herramienta ideal para comunicar y difundir poesía, salimos de a cientos a hacerlo. La difusión empezó a motorizar el cambio. Hace unos 10 años, 2008, el cambio comenzó a visualizarse aun mejor, con el uso de las redes sociales. Compartir poemas, hablar sobre esta condición de hermanita pobre de la poesía, motorizar otras cuestiones a partir de esas ideas: ¿Por qué no se vende? ¿Por qué no circula? ¿Por qué es tan difícil publicar? Visto desde hoy, se hace claro cómo la comunidad de poetas se movilizó para cambiar el paradigma. Ciclos, festivales, colectivos, editoriales, librerías, cátedras, comenzaron a florecer por todo el país. Paralelamente las redes nos permitían comunicarnos desde otra lógica. Ya no era (ya no es hoy) ‘poetas de capital vs. poetas del interior’, las aguas comenzaron a circular de otra forma, un cambio que fue en todos los sentidos. En paralelo, mucha gente se dedicó a difundir la poesía en ámbitos como la escuela, la universidad, las cárceles, instituciones que en apariencia no eran permeables al universo que propone la poesía. Y lo empezaron a ser. Así como las ferias independientes, la gente pidiendo libros de poesía en las librerías (juro que hubo un tiempo que eso era una posibilidad cercana ciencia ficción), las librerías dándole un espacio nuevo a la poesía en sus anaqueles, los lectores contactando a los poetas, los poetas acercándose a la gente. En fin, hemos sido testigos de todo este proceso”.
-¿De qué manera la poesía atraviesa o podría atravesar nuestro transcurrir como personas, ciudadanos, seres políticos?
-La poesía irrumpe en la vida de una persona y la cambia. De eso no me caben dudas y lo veo cotidianamente. No irrumpe en un sentido azaroso. Siempre estuvo ahí, pero un día dice “presente”. Después va en cada persona el espacio que pueda darle a esa presencia. Y no hablo solo de la poesía escrita, porque esa es sólo una pequeña parte del universo. Hay una posibilidad, un modo poético, que todos los seres humanos tenemos como capacidad de mirar, sentir, escuchar. Cada quien puede atenderla con más o con menos dedicación. Por supuesto, lo social y político influyen muchísimo en esta posibilidad de escuchar lo que el mundo tiene para decir, lo que la naturaleza susurra, lo que la vida nos señala. No olvidemos que estas capacidades están sometidas a enormes fuerzas contrarias dictadas por los mercados, la sociedad de consumo, la voracidad con que circula la información. La poesía sería un filtro para escuchar lo esencial en un mundo de ruido permanente, la siempre presente posibilidad de mirar, de detener el tiempo en esta época que cada vez es más frenética.
-En la programación del Festival estarás dictando un taller de poesía y expresión para niños en la Escuela Mutualismo Argentino, ¿cuál es para vos el rol de la escuela en relación a la poesía?
-En 2010 comencé a trabajar junto a la poeta y docente Marisa Negri, en el Festival de Poesía en la escuela. Es un trabajo sostenido por cientos de personas, poetas, artistas, docentes. Impensable hace 20 años atrás, como decía antes. Han pasado por el festival cerca de 300 poetas, más de 50.000 niños, jóvenes y docentes, cientos de escuelas de cientos de localidades del país. Esto ha movilizado muchísimo un territorio que antes estaba clausurado. Creo que el rol de la escuela en relación a la poesía es fundamental. Pensar hoy en una educación poética sería revolucionario. Mirá si creeré que es importante la poesía en la infancia y la adolescencia, que este año podremos contar con un décimo Festival de Poesía en la escuela para celebrar la alegría junto a mucha gente que entiende las cosas en el mismo sentido y que por eso ha dejado sus actividades cotidianas para acompañarnos en este viaje increíblemente hermoso que lleva 8 años.
Javier Ramacciotti estará coordinando junto a Franca Maccioni una mesa sobre ‘poesía y política’ en el Festival. Entrevistado por La Nueva Mañana junto al ilustrador Mauricio Cerbellera quien formará parte de la mesa, también ellos responden la misma pregunta que Alejandra sobre la poesía atrevesando su vida cotidiana como personas, como seres políticos. “Si cotidiano es ‘lo de todos los días’, lo que ya sabemos, lo que va a estar ahí igual al otro día”, dice Javier, “entonces la poesía es enemiga de la cotidianeidad porque la poesía la pienso como la lengua de lo imprevisto, de la pequeña diferencia, la de lo mismo volviéndose otra cosa. Pero lo cotidiano puede ser pensado también como lo contrario a lo grandilocuente, a ese mundo de las pequeñas cosas que nos rodean, nos conforman y olvidamos; si es así, pienso que la poesía se nutre de ese mundo repleto de miniaturas con murmullos como de una materia prima caótica, y ahí hay una dimensión política porque le da voz a lo que no tiene voz en el griterío de todos los días. Mostrar que hacemos comunidad con elementos ínfimos, con gestos cualquieras, con palabras en voz baja, y no sólo con los grandes temas y sujetos históricos reconocibles, es una tarea política de la poesía”. Por su parte Mauricio afirma: “Creo que la poesía, o la forma en la que yo me vinculo con la poesía, tiene que ver con una forma de pensamiento, entonces me atraviesa diariamente. Obvio, uno no está pensando todo el tiempo en términos poéticos, pero muchas veces la resolución de una situación, o la forma de encarar un problema, o la forma en la que uno piensa algo que le está pasando o del contexto político, tiene que ver con esa capacidad poética de la imaginación de unir dos cosas que antes no estaban unidas. En eso también se parece mucho al proceso de hacer y pensar un dibujo, que no es crear algo nuevo de la nada, si no crear algo nuevo a partir de uno o dos o más elementos que ya existían y que nunca habían aparecido juntos”.
-En el festival ambos participarán de una mesa de poesía y política. ¿Cuál creen que es el lugar de la poesía en el ámbito político? ¿Y el lugar de la política en el ámbito poético?
JR: Zelarayán decía que no hay poetas sino vectores de poesía. Es decir, la poesía no es un género y no pertenece a una región del mundo: es un estado particular de la lengua y puede surgir en cualquier lado y momento. Incluso en un político. Creo que la poesía tiene que abandonar su recelo a lo público, al barro, porque si es sólo un estado de la lengua, y la lengua es lo más público que hay, entonces la poesía es inmediatamente política cuando asume ese espacio; llevar eso a su extremo es asumir la posibilidad de la poesía en el estado, pero habría que marcar ahí una tensión: los vectores de poesía en política son intermitentes, amplían los márgenes de posibles- porque una lengua es un mundo, y alterar una lengua es alterar el mundo- pero la política es una operación dirigida a un fin, y en ese utilitarismo irreductible el poema se esfuma: si para la política es mejor cumplir que prometer, para la poesía es mejor prometer que cumplir. Cuando en un político aparece un estado poético la tensión estalla y prometer y cumplir se alteran y es un bello quilombo. Respecto del lugar de la política en la poesía, en la mesa con Franca intentamos pensar poéticas en la que ‘lo político’ no apareciera temáticamente- o no solamente-, es decir, donde se de por sentado qué es política, cuáles sus temas y entonces sólo reponerlos en los versos y ya está. La politicidad del poema, pensamos, se daría por un litigio, una lucha sobre la lengua entendida como medio de producción del mundo: como todo medio de producción en el capital, es un medio apropiado por diversos dispositivos y la politicidad se encontraría en las diversas tácticas de reapropiarse de ese medio: una lengua ocupada por sus trabajadorxs= la política del poema.
MC: Creo que la unión o la posibilidad de unión entre poesía y política tiene que ver con cómo nos posicionamos para solucionar los problemas que tenemos y cómo nos posicionamos para pensar nuestro contexto. En relación a que ‘todo poema es político’ lo primero que me vino a la mente fue una frase que dijo Cristina en un discurso: ‘la patria es el otro’ y la anoté e hice un dibujo porque me pareció que condensaba esta idea de que, de repente, la política podía usar un mecanismo poético para pensarnos colectivamente. Más concretamente en relación a mi trabajo, el posicionamiento político yo lo entiendo como una forma de posicionarme frente al trabajo, y frente a la producción artística como un trabajo. La temática en mis poemas, por lo menos por los que me invitaron al festival, tienen que ver con el trabajo campesino, con una búsqueda histórica y familiar en relación a la producción tradicional del carbón en el norte de Córdoba. Esa serie de poemas está muy vinculado a dibujos, porque surgieron juntos, son poemas que acompañan, como el pensamiento escrito de esa serie de dibujos. Me gusta mucho pensar frases mientras dibujo o pensar cómo se complementaría esa imagen con un texto y en ese momento aparece la palabra poética. Es como en el humor, que tiene también imagen y tiene texto y que básicamente es un juego de palabras que en algún momento te descoloca, te lleva a un lugar nuevo. Pienso entonces que no es casual que hay muchos artistas que escriben, que hay muchos dibujantes que escriben y que hay muchos poetas que también dibujan.
Si bien la poesía puede ser un estado del transitar diario de una comunidad, la presencia de un festival permite el encuentro, “las lecturas de noche, a cielo abierto, la posibilidad de reunir voces de diferentes generaciones, estéticas y procedencias con un espíritu de comunidad compartiendo el placer de la poesía, el ritual del chamán en torno al fuego de la palabra”, como dice Alejandra. Y Javier agrega: “Un festival sirve para cristalizar un estado de agite y, entonces, exhibir que en efecto ese estado de intensidad existe, y también sirve como promesa, como muestra de las potencias emergentes: el festival festeja que hay poesía y festeja que hay porvenir para el poema. Y festeja, también y sobre todo, que todo eso se hace con trabajo colectivo: ya se sabe, una fiesta es siempre de muchxs”.
El Festival Internacional de Poesía de Córdoba regresa este año en su sexta edición con más de 50 poetas de distintas latitudes, mesas de lectura que convivirán con conferencias performáticas, poesía en los barrios y una feria de editoriales con más de 40 proyectos de todo el país seleccionados por convocatoria abierta.
Las actividades, siempre libres y gratuitas, se concentrarán este año en el Centro Cultural Córdoba. Aunque además, el Festival contará con una serie de espacios y proyectos aliados, representativos de la vida cultural y social de Córdoba, tales como el Teatro La Luna, el Club Atlético Belgrano, Poesía en los Barrios, Café del Alba, y la Biblioteca Córdoba, entre otros. Tendrá lugar los días 12, 13 y 14 de abril y la programación completa y las novedades puede consultarse en la Fanpage del festival y también en su sitio web
www.festivaldepoesiacba.com.ar
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