Córdoba homenajea al gran ajedrecista Erich Eliskases en el Museo del Deporte

Hasta el 22 de marzo se podrá acceder en el Museo Provincial del Deporte del Estadio Kempes a la muestra-homenaje del histórico ajedrecista que vivió en Córdoba. Organizada por la Federación Cordobesa de Ajedrez, la muestra exhibe la mítica mesa/tablero del Gran Maestro Internacional junto al juego de piezas originales que la complementa.

Deportes 17/03/2024 Flavio Colazo
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De izquierda a derecha: Alejandro Martínez (apoderado legal de la Federación), Ricardo Lezcano Grosdo (presidente del Tribunal de Honor de la Federación), Guillermo Soppe (único cordobés Campeòn Argentino de ajedrez) y Juan Bosch (Presidente de la Fundación Erich Eliskases). Foto: gentileza.

Afincado en nuestra ciudad desde 1952 hasta el fin de sus días, en 1997, el Gran Maestro de origen austríaco Erich Eliskases fue –en cuanto a relevancia mundial se refiere- el mayor ajedrecista que habitó el territorio cordobés en toda la historia. Habiendo sido un jugador descollante –posiblemente entre los 5 mejores del planeta (y serio aspirante al título mundial) en la década del 30 -luego de adoptar la nacionalidad argentina- representó a nuestro país en cuatro olimpíadas (destacándose la de 1952 en que Argentina consiguió la medalla de plata). Al mismo tiempo -en el siglo pasado- colaboró con las representaciones de Córdoba en los campeonatos nacionales por equipos. En ocasión del homenaje en curso -que se desarrolla en el Museo del Deporte emplazado dentro del Estadio Kempes-, La Nueva Mañana entrevistó a uno de los principales gestores del evento, el maestro internacional de Ajedrez -cordobés–, dos veces campeón Argentino, Guillermo Soppe.

¿Por qué esta es la primera vez que el público podrá observar directamente la mesa/tablero y el juego de piezas de Eliskases?

-Porque este material permaneció -no sé sabe bien por qué- oculto durante largos años. Y ahora, merced a la gestión de algunos particulares apasionados por el ajedrez -y por la vida y obra del Gran Maestro- se pudo recuperar. Luego, mediante mi intervención -y la de varias personas involucradas en diversas instituciones relacionadas con el ajedrez, el museo y el deporte- se llevaron adelante las gestiones necesarias para exhibir el material en un lugar relevante para la historia del deporte cordobés. Por otra parte, nunca se había homenajeado a quien es hasta hoy el jugador de ajedrez más encumbrado -en toda la historia- que vivió en nuestra ciudad.

¿Cómo debiera el público convocado a la muestra homenaje dimensionar la magnitud y trascendencia de la posibilidad de observar y contemplar el material de trabajo de Eliskases?

-Yo creo que –para los asistentes- tiene una relevancia similar a la que puede tener para quienes se acercan, por ejemplo, hasta un museo para observar el bandoneón de Piazzolla, o una camiseta de Kempes, o el escritorio de trabajo de Mujica Láinez (en La Cumbre). Además del valor histórico de la experiencia es una instancia de contemplación cargada de las estimulaciones que emanan este tipo de objetos -pertenecientes a personalidades mayúsculas en sus áreas de desempeño-, me refiero a cierta “carga energética” que muchos perciben al contemplarlos.

“Nunca se había homenajeado a quien es hasta hoy el jugador de ajedrez más encumbrado -en toda la historia- que vivió en nuestra ciudad”. 

¿Qué le significa al Soppe ajedrecista este conjunto –mesa/tablero y juego de piezas- desde la emotividad?

-Para mí el volver a tomar contacto directo con este material fue un reencuentro muy impactante interiormente, porque me retrotrajo hasta aquellos años en que accedía -en su domicilio- a esta mesa de trabajo ajedrecístico. Fue como si me llegaran de nuevo sus conceptos desde su voz, como si el tablero me trajera su sabiduría y su impronta.

Vos tuviste un fuerte vínculo con Eliskases, que luego te llevó a escribir un libro sobre él. ¿Cómo se estableció esa relación?

-Bueno, antes de conocerlo a él personalmente yo ya conocía algunas de sus partidas más famosas –una contra Capablanca y otra contra Keres (dos top 5 mundiales de la década del 30)-, pero a Eliskases en persona lo vi por primera vez en los 70, cuando me preparé para el campeonato mundial cadete. Entonces él accedió a jugar conmigo una partida de entrenamiento –la cual terminó empatada-. Esa partida se disputó en la mesa/tablero que hoy se exhibe en el museo. Demás está aclarar que, dentro de la disciplina, obviamente fue un vínculo entre un sabio y un aprendiz en evolución. En cuanto al libro, “Eliskases, caballero del ajedrez”, fue un trabajo que realizamos en conjunto con Raúl Grosso, y que pudo llevarse a cabo gracias a la gentil colaboración de la familia del Gran Maestro, la cual nos permitió acceder tanto a los registros oficiales de sus partidas como a sus cuadernos de análisis.

¿Te fue fácil llegar hasta él para un primer encuentro personal?

-No mucho, porque tenía sus reticencias. Pero en mi caso por la intermediación de algún allegado –y como yo ya había ganado el torneo de primera de la ciudad-  pude acceder a su casa. En este punto quiero decir que tanto él como su familia me trataron siempre con extremada amabilidad.

¿Cómo se podría decir que fue el vínculo de Eliskases con el ajedrez de Córdoba?

-Trascendente. Porque pasó después que -luego de que me permitiera acceder a su casa-  ya accedió que nos llegáramos hasta su domicilio un grupo de 4 o 5 jugadores a escuchar sus análisis -y a participar con algunas opiniones-. Esto lo permitió porque consideraba que nuestro nivel era lo suficientemente bueno como para intercambiar ideas con él. En ese grupo estaban –entre un par más- Diego Adla, quien terminaría siendo el cordobés mejor ranqueado en la FIDE, Ricardo Wehbe, Carlos Boissonnet y Raúl Monier. Eliskases no nos dictaba clases –salvo a Boissonnet- pero nos invitaba a analizar. Cuando analizábamos alguna posición –o partida- del momento lo hacíamos en un juego común y corriente que tenía para uso doméstico. Pero cuando llegaba la instancia de reproducir sus grandes partidas –o sus grandes análisis- entonces accedíamos al despliegue de su mesa/tablero profesional y los análisis parecían cobrar una mayúscula envergadura. En relación a Córdoba colaboró en reiteradas oportunidades con las formaciones provinciales que competían en el campeonato nacional por equipos. También fue analista del equipo olímpico argentino en 1978 –el cual integró el cordobés Raúl Monier-. Y antes integró –como jugador argentino- cuatro representaciones olímpicas nacionales, entre ellas la sub campeona de 1952.

“En relación a Córdoba, Eliskases colaboró en reiteradas oportunidades con las formaciones provinciales que competían en el campeonato nacional por equipos”.

¿Por qué se habla de “grandes partidas” o “grandes análisis”?

-Porque no hay que olvidar que, más allá de ser un jugador de envergadura mundial, fue un analista de prestigio mayor. Podría compáraselo –quizás- con un Franz Beckenbauer, quien con la Selección alemana de fútbol fue primeramente campeón mundial como jugador, y también lo fue luego como director técnico. Es que Eliskases fue, por ejemplo, analista personal de Alekhine para el match revancha por el título mundial contra Ewe (en 1937) en el cual el ruso/francés pudo recuperar el título. Y luego, viviendo ya en Córdoba, publicaba regularmente artículos y análisis en las más prestigiosas revistas austríacas, y para el medio gráfico local cubrió con sus análisis los dos encuentros por el título mundial entre Karpov y Korchnoi (1978 y 1981) y el primer enfrentamiento, por el mismo cetro, entre Karpov y Kasparov (1984).

¿Cuán útil te fue el estudio junto a Eliskases para la obtención del primer campeonato argentino? 

-Fue fundamental, porque a partir de los análisis de él a los que asistí aprendí a administrar ciertos aspectos técnicos de los finales y ciertos aspectos deportivos –por así decirlo- del desarrollo de una partida de relevancia máxima –como lo es de la un título nacional-.

¿Cómo tomo él este éxito tuyo en aquel momento?

-Con alegría. Él asistió a la partida final contra Marcelo Tempone y -luego de haber conseguido el empate necesario para el título- me felicitó por las maniobras realizadas en el final de torres que se planteó en el tablero. Me dijo que yo había logrado algo que él no; porque curiosamente Eliskases -mientras estuvo activo como jugador- nunca pudo coronarse en nuestro país.

¿Cómo se podría valorar al ajedrez de Eliskases -en el universo de la disciplina- en este siglo XXI?

-Yo hoy emparento el estilo de juego del número 1 del mundo de este siglo XXI –Magnus Carlsen- directamente con el de Erich Eliskases, o sea: tratar de sacar mínimas ventajas para luego –en el transcurso de la partida- explotarlas al máximo y alcanzar el triunfo.

¿Y cómo fue el vínculo del Gran Maestro con las ajedrecistas cordobesas del último cuarto del siglo XX?

-Él tenía gran respeto por las mujeres que –con todas las dificultades del momento- se abocaban al ajedrez. En su momento accedió a jugar una partida de entrenamiento con mi hermana Edith para que se fortaleciera de cara a su participación en una competencia de gran importancia. Ella valoró siempre mucho ese gesto. Además, entiendo que le impartió algunas clases a Liliana Burijovich, otra de las grandes ajedrecistas de aquel lapso de la historia del ajedrez cordobés.

Liliana Burijovich: “Con Eliskases aprendí la importancia de la meticulosidad”.

La Maestra Internacional Femenina cordobesa –única campeona absoluta de Córdoba en la historia- dejó para LNM su impresión respecto a su experiencia con el Gran Maestro homenajeado.

“Yo asistí a algunas pocas clases con Eliskases en su casa de Córdoba. Allí, rodeados de su inconmensurable biblioteca ajedrecística, que crecía incesantemente con las publicaciones que desde Europa le llegaban constantemente, me dejó marcado -entre otros conceptos imprescindibles para el desempeño profesional del ajedrez- la relevancia del análisis constante y meticuloso, y revisando siempre aquellas conclusiones a las que se ha arribado. Respecto a la mesa/tablero -que hoy se exhibe al público- quiero decir que para quienes hemos trabajado en ella el poder volver a contemplarla es sin duda una experiencia vivificante”.

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