Un centenario de ideas y tinta: la historia del diario de Cruz del Eje

  

Especial para La Nueva Mañana

Don Castro vive entre máquinas de más de 100 años, tinta, cajas tipográficas, papel de periódico y paredes con grietas que dejan pasar la luz y entrever los ladrillos. No tiene nada, pero en esa casona ubicada frente a los talleres del ferrocarril en Cruz del Eje está todo lo que importa en su vida. Carlos Ubelino Castro Cuello tiene 78 años y trabaja desde los 14 en el periódico La Idea, es su histórico empleado y el último imprentista tipográfico.

A las cajas tipográficas las llaman burros, dentro hay letras de plomo, algunas ordenadas alfabéticamente, aunque Don Castro ya se sabe de memoria el orden. Tuvo 64 años para aprenderlo. Las letras son linotipos de plomo móviles, una técnica de impresión utilizada desde finales del siglo XIX y que La Idea usa desde su primer ejemplar, hace 100 años. Don Castro agarra una pequeña pieza de metal, que luego formará un bloque, y elige las letras. Coloca uno por uno los caracteres de plomo para formar una palabra, una oración y un párrafo que se debe escribir al revés, de derecha a izquierda. Lo más novatos usan espejos para no equivocarse, pero Don Castro no los necesita. Así, con paciencia y atención, repite el proceso hasta 8 o 9 veces, cuando los bloques de palabras están listos y los acomoda en una página de metal que va a llenar de tinta. Una máquina plano cilíndrica, que debe tener la misma edad que Don Castro, ayuda con el proceso. Los pliegos de papel se desplazan, debido a los cilindros, sobre la plancha entintada y, en la fuerza, quedan impresos. Repite el proceso unos cientos de veces hasta terminar su tarea.

Una historia rápida del periódico La Idea dice más o menos así: Nicolás Pedernera, cercano al movimiento anarquista y con imprenta propia, lo fundó el 9 de julio de 1923 en Cruz del Eje, cabecera del departamento, ubicada a 144 kilómetros de Córdoba capital y en una región seca y desértica entre las Sierras de Córdoba y las Salinas Grandes. Cuando asume Hipólito Yrigoyen empieza militar en sus filas, es convocado como diputado en el segundo gobierno y parte de Cruz del Eje. En 1938, tomó la dirección del diario Temístocles Pedernera, hijo del fundador, que lo hizo hasta 2004 cuando murió. Desde entonces, fue impulsado por el abogado Dreifo Álvarez, que junto con Don Castro y otros vecinos conformaron la “Asociación Amigos de La Idea”. El periódico cumple 100 años y tiene casi 3000 ediciones. Es el único diario de publicación regular argentino y uno de los pocos del mundo que se hace con impresión tipográfica. Se sostiene con algunas publicidades y suscripciones y se edita de manera mensual. Tiene ocho pliegos: las páginas centrales se imprimen offset en capital y las otras cuatro las realiza Don Castro. Sostienen algunas secciones de política y economía con noticias locales (incluyen Villa de Soto, San Marcos, Cruz del Eje, Serrezuela y Capilla del Monte) y nacionales. Además de los obituarios, algo de poesía y difusión de eventos culturales. Lo nuevo son los temas medioambientales, que los escribe un guardaparque de la zona, y feminismo.

2.500 ediciones, desde 1924 hasta 2023, esperan para ser digitalizadas

Un dato. Una fecha, una oración, un antecedente buscaba Graciela Gonano hace diez años cuando se acercó a la casona donde se hace La Idea. Recién jubilada, había sido profesora de historia y estaba embarcada en otra aventura: una tesis para recibirse como licenciada. El dato que necesitaba estaba entre las publicaciones del 55’ al 62’, el dato que buscaba estaba entre los miles de periódicos que ocupaban la casona de forma aleatoria y masiva. Graciela llegó buscando un dato y se fue encontrando un propósito.

Era 2005 y Graciela iba y venía desde su casa hasta la casona con diarios. Los llevaba y los ordenaba por fechas, empezando por las que más le interesaban. En eso la vio Dreifo Alvarez y le empezó a pedir que escribiera para el periódico. En 2011 la tarea se formalizó un poco más, se sumaron dos docentes jubiladas y durante tres años los jueves se convirtieron en el día para acomodar el archivo. Cuando estuvo listo se contactaron con la Escuela de Archivología de la Universidad Nacional de Córdoba y el Archivo Histórico. El orden llegó y 2.500 ediciones desde 1924 hasta 2023 esperan ahora en una oficina municipal, bien acondicionadas e inventariadas que llegue el momento de la digitalización. Graciela es ahora periodista del diario y una de las miembros fundadoras de la Asociación Amigos de La Idea.

La historia de La Idea es también la historia de Cruz del Eje, una ciudad próspera hasta los 70’ cuando cerraron el servicio del ferrocarril. En esos años el periódico adoptó una fuerte postura editorial contra la racionalización de trenes, el plan de Arturo Frondizi. “Cuando todavía estaba el tren La Idea se repartía hasta La Rioja. Después de los 60’ el contenido empieza a hacerse más local porque se pierde la suscripción de los lectores y empieza a encarecerse”, dice Graciela. La Idea vive y se produce frente a la estación y a los viejos talleres del ferrocarril. Su casa, que data de 1912, también está en avanzado estado de deterioro y por eso piden a la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación que sea declarado sitio histórico nacional.

Un vecino busca el periódico porque un familiar cumplió años y los buenos deseos llegaron a través del papel. Otro vecino busca el periódico porque le hizo una promesa a San Expedito que también llegó a través del papel. Un vecino, más joven, se sorprende cuando ve que todavía existen los diarios en papel. La Idea es patrimonio de Cruz del Eje. “Para mí el periódico ha sido darle sentido a una vida, que una vez que terminó la etapa laboral quedás como que no sabés qué hacer. Es recuperar parte de la memoria del lugar que ha sido mi lugar en el mundo durante muchos años. Desde el punto de vista comunitario buscamos transformar este lugar”, dice Graciela. “Hacerlo así como lo hago es el encanto que tiene esto. Te encariñás con esto, no sé hacer otra cosa”, dice Don Castro. En una de las paredes de la casona, entre máquinas viejas, tinta, cajas tipográficas, papel de periódico y paredes con grietas que dejan pasar la luz y entrever los ladrillos, hay un papel colgado que dice “Hagamos la revolución”.

  

  

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