Las consecuencias de “volver al mundo”

La más importante agencia de calificación de crédito en las finanzas internacionales, Standard & Poors, colocó a la Argentina entre los cinco países más frágiles del mundo. Alerta de diversos economistas sobre la política de endeudamiento del Gobierno de Cambiemos.

Economía 23/11/2017 Facundo Piai
Mundo
Ilustración: Leandro Cirico

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Lo que probablemente sea considerado como una mala noticia para el país no lo es, necesariamente, para los especuladores agentes financieros. Recientemente, Standard & Poors, la agencia de calificación de crédito de mayor prestigio en las finanzas internacionales, catalogó a la Argentina como uno de los cinco países más frágiles del mundo. Grupo que también conforman Turquía, Pakistán, Egipto y Qatar. Capitalismos semidesarrollados. Según la consultora norteamericana, nuestro país es calificado como una plaza altamente especulativa. En consecuencia, invertir en diversos instrumentos financieros locales puede otorgar altos retornos para los especuladores, teniendo en cuenta que en el mundo bursátil las operaciones de alto riesgo son sinónimo de eventuales ganancias sustanciosas.
El apotegma de toda City financiera “a mayor riesgo más ganancia”, se ve con mucha claridad en las estrategias de los especuladores con los bonos venezolanos. Al respecto, Mariano Gorodisch, máster en Dirección de Empresas y asesor financiero, sostiene que “los osados y con apetito aman Venezuela”, ya que si bien los bonos soberanos de Venezuela no son “instrumentos de renta fija tradicionales”, las altas posibilidades de que el gobierno bolivariano sucumba en una crisis económica y entre en default generan las condiciones para que los retornos sean muy altos. Los bonos venezolanos rinden más de 20% anual en dólares producto de la presumible insolvencia del país caribeño.

Volviendo a Argentina, S&P alerta sobre el alto nivel de endeudamiento y la dependencia de la economía respecto a las vicisitudes de los países centrales, particularmente de la amenaza frente a un incremento del crédito internacional, cuando el empréstito externo es uno de los pilares neurálgicos del modelo económico del gobierno de Cambiemos. La suba de las tasas de interés para la adquisición de divisas no es solo una “amenaza” como sostienen en el informe, ya es un hecho que se condice con el giro proteccionista que están tomando las potencias occidentales.

La Reserva Federal de la gestión Trump, junto al Banco de Inglaterra, comenzaron a subir la tasa de interés buscando direccionar divisas hacia sus economías, atrayendo a los inversionistas con mayores rendimientos y previsibilidad. Esta estrategia atenta contra la política de endeudamiento constante y los ejes centrales del Presupuesto para el próximo año, donde el gobierno propone aumentar el endeudamiento en USD 46.500 millones (cabe aclarar que la deuda pública externa del Gobierno nacional es de más de USD 130 mil millones).

El incremento de la deuda y el crecimiento económico raquítico de este año hace que el Gobierno argentino tenga que tomar nuevos compromisos de deuda por unos USD 30.000 millones, lo cual, de haber un aumento de la tasa de interés, provocaría un mayor desequilibrio fiscal y generaría una crisis económica en puerta.

Las buenas relaciones con EEUU no son un antídoto contra la voracidad del poder financiero internacional.
No solo la consultora estadounidense alerta sobre la política de endeudamiento del gobierno de Macri, economistas de diferente orientación reparan sobre los riesgos de depender del crédito internacional. El director del portal Microfinance, Germán Fermo, avizora que el gobierno de Cambiemos se “resume en cinco números rojos”: déficit fiscal primario de 4,30% del PBI, intereses de deuda por 2.30% del PBI, déficit provincial que representan el uno por ciento de la economía, el déficit cuasifiscal por intereses de las Lebacs 1.70% del PBI y el déficit de cuenta corriente, que representa cuatro puntos del producto bruto. Este dato es importante puesto que la gestión de la Alianza Cambiemos en materia de comercio exterior lleva nueve meses de números en rojo, acumulando en septiembre el récord de USD 5.200 millones. En otras palabras, Argentina es deficitaria en su relación comercial con el mundo, salen más dólares de los que ingresan por intercambio comercial.
De este modo la economía local no está generando las divisas necesarias para afrontar los compromisos de deuda. Cabe preguntarse cuál ha sido el destino de los dólares provenientes del endeudamiento externo luego de salir del default al arreglar con los fondos buitres, ya que los funcionarios que votaron a favor del pago afirmaban que el nuevo ciclo de endeudamiento iba a utilizarse productivamente para realizar diversas obras que aumentaran la producción de los bienes fabricados aquí, buscando que la economía argentina sea competitiva en el plano internacional. La evidencia empírica muestra otra cosa.

Como respuesta al aumento de la tasa de interés del crédito en los EEUU y Europa, el Banco Central bajo la tutela de Sturzenegger hizo lo que viene haciendo desde hace dos años, utilizar el aumento de la tasa de interés y del retorno de las Lebacs como único instrumento frente al cambio de cualquier variable económica. El BCRA teme que los tenedores de Lebacs opten por cobrar, para luego, con esos pesos, comprar dólares y llevarlos afuera. Por ello, la semana pasada, el central hizo una nueva licitación de sus letras cuando vencía una colocación por $379.000 millones, elevando la tasa a 28,75% para colocaciones de corto plazo y 29% para los plazos de dos meses en adelante. De este modo, la entidad monetaria entró a una tela araña de difícil salida, ya que orientan la economía para seducir a los inversionistas más especuladores.
Así, las tasas que fija el BCRA corren una carrera contra las que propone la entidad norteamericana, para evitar que los tenedores de letras se vayan al dólar, lo que generaría problemas múltiples, restricción externa (falta de dólares), imposibilidad de importar insumos para la industria, dificultad para afrontar los compromisos de deuda con el extranjero, sumado a un recalentamiento del dólar que indefectiblemente termina en devaluación, lo cual generaría inflación dado a la dependencia de nuestra economía y tornaría impagable la deuda en moneda extranjera tomada por nación y provincias. Un camino conocido que siempre ha terminado en el mismo punto: default y crisis.

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