El disco debut de Los Árboles, la canción como dimensión primaria

Santiago y Pedro Sosa acaban de lanzar su disco debut. En esta charla con La Nueva Mañana hablan de su apuesta por la canción, la tradición familiar y, claro está, de la música resignificada por la pandemia.

Cultura18/07/2020César Martín PuchetaCésar Martín Pucheta
Los Árboles Santiago y Pedro Sosa
Santiago y Pedro Sosa dan vida a Los Árboles el proyecto cordobés que acaba de lanzar su primer disco. Foto: archivo

Siete canciones son las que componen el álbum debut de Los Árboles, el proyecto surgido del encuentro creativo de Santiago y Pedro Sosa, que acaba de ser lanzado oficialmente a comienzos de este mes de julio.

Grabado en los Estudios Desdémona entre el 2019 y comienzos del 2020, el disco logra recoger una buena parte de la tradición musical argentina y cordobesa de las últimas décadas del siglo pasado y el comienzo de este, marcado por un resurgir de la canción como género excluyente para desarrollar una expresividad original y novedosa.

“Hay una identificación especial con la canción, con la composición de canciones”, dice Santiago a La Nueva Mañana al ser consultado por la elección de ese perfil expresivo. “La mayor parte de la música que escuchamos son canciones. Y en los momentos creativos, es la canción el medio que elegimos. La palabra entonada con acompañamiento armónico”, explica mientras enumera también otras musicalidades de las que se reconocen asiduos escuchas y que terminan, naturalmente, influyendo en su forma de encarar la creación propia. Dominic Miller, Ennio Morricone, Carlos el “Negro” Aguirre, Nando Lauría y Egberto Gismonti, son algunos de los nombres que surgen en medio de la conversación.

Así, a lo largo del puñado de canciones que fueron surgiendo en los últimos años, Los Árboles terminan por dar vida a un proyecto que tiene su sonido identitario y su marca original. “Dado que al trabajo lo hicimos en gran medida nosotros mismos, viendo para dónde nos llevaba cada canción y para dónde las llevábamos al mismo tiempo, el sonido orgánico del disco se nutre de todo ese proceso”, señala Pedro. “La intención de ser fieles al sonido en vivo de las canciones que se fue cocinando en los ensayos. Y ese fue un punto de partida metodológico: grabamos las bases de las canciones, batería, bajo, guitarras y teclas, tocando los cuatro en simultáneo”, explica. “Es probable que, sin renunciar a las posibilidades que ofrece la tecnología a nivel sonido y producción, lo nuestro pretenda volver la mirada sobre la sustancia de la canción, atender esa dimensión primaria, darle mayor importancia a ese núcleo, privilegiando el “cuerpo desnudo” por sobre las prendas que lo visten”, agrega Santiago. Gran parte de nuestro esfuerzo, entonces, se concentra ahí, en el momento de componer la melodía y letra. Y es muy valioso que nuestro sonido guarde y conserve esa esencia. La novedad es quizá la “no novedad”, y creo son muchas las bandas que están en esa línea”, asegura.


En el disco, la banda se completa con la batería de Antonio Sosa y el bajo de Julián López. Destacado entre un puñado de invitados que se suman a los créditos del disco, aparece el padre de Pedro y Santiago, el reconocido músico cordobés, Horacio Sosa. Allí, la tradición a la cual refieren los sonidos que dan forma definitiva al trabajo encuentra su manifestación más expuesta. A lo largo de los años, Horacio Sosa no sólo ha sido un referente histórico para la canción cordobesa sino que además se convirtió en un maestro de músicos. Consciente e inconscientemente sus formas se convirtieron en una especie de escuela para varias generaciones de artistas que finalmente la remozaron según cada mirada particular. Sus hijos, claro, no son la excepción.

“La aparición de papá en el tema Pan de cada día, inmediatamente después del rap, genera tal vez un contraste notable por todo lo que implica su voz dentro de ésta o cualquier otra canción. Es un sello inconfundible que representa a la vez la historia y la continuidad”, señala Santiago. En esa dirección, Pedro también destaca esa aparición como una decisión importante. “La intervención de la voz de nuestro viejo en esa canción no es caprichosa. La mirada y la búsqueda lírica de la canción nos remiten a una cierta herencia, no a una línea que él nos haya bajado conscientemente, pero sí a una cierta forma de ver las cosas, a esa sensibilidad, que percibimos y recibimos de lo que dicen y de cómo dicen lo que dicen sus canciones, pero que por otra parte no tiene sólo que ver con mi viejo, sino también con una cierta perspectiva, crítica y sensible, de cuya transmisión también participó nuestra madre en gran medida”, señala.

Como tantos otros trabajos que estaban proyectados para este 2020, la pandemia obligó a músicos y productores a repensar lanzamientos y estrategias, inclusive a postergar los planes originales por un tiempo. El disco de Los Árboles esperaba el momento justo para ser presentado, aunque la extensión de la situación sanitaria terminó por apurar la decisión de dejar a un costado las cuestiones temporales y dejar que las canciones comiencen a trazar su propio destino. “Al principio de la cuarentena no queríamos compartirlo, porque no era el escenario social y emocional en que nos imaginábamos que nuestras canciones salieran al mundo. Las sensibilidades estaban a flor de piel, acá y en todas partes”, reconoce Santiago que cuenta que la publicación quedó en suspenso hasta que comprendieron que era necesario “seguir adelante”. “Estas eran las circunstancias, no había otras. Por otro lado, creemos que las emociones sociales se estabilizaron un poco, aunque por otro lado se haya exaltado la violencia y la grieta haya adquirido nuevas y preocupantes dimensiones”, reflexiona.

En esa misma línea Pedro agrega que las circunstancias en las que el disco termina publicándose “lo resignifican”. “Es una situación sumamente especial y rara a nivel mundial, y la aparición del disco siempre va a estar asociada, en nuestra memoria por lo menos, a este momento particular, en el que por otra parte se han generado condiciones materiales diferentes para el ejercicio de escuchar música. Pero al mismo tiempo el disco aparece en un momento particular dentro de ese gran momento particular, que es el de una cierta apertura, relativa, frágil, sí, pero apertura al fin, del encierro más estricto. Entonces aparece también junto con la revaloración de algunas posibilidades que antes teníamos y dábamos por hechas, y que tienen que ver con la recuperación de la posibilidad del movimiento y del encuentro. Y si esa sensación acompaña la escucha del disco, en buena hora. Las canciones hablan también un poco de una cierta liberación”, afirma.

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