Los enfermeros del bosque serrano

Voluntarios planean llegar a los 100 mil tabaquillos sembrados sólo en el corriente año. La historia de un proyecto destinado a reparar lo que el mismo hombre dañó.

Ed Impresa 21/03/2020 Adrián Camerano
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El proyecto de Waju pretende, entre 2020 y 2030, generar la mayor superficie posible de bosques de tabaquillos. Foto: gentileza

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Especial para La Nueva Mañana

El grupo “Waju, trekking y reforestación”, que lleva años sembrando tabaquillos en las Sierras Grandes, tenía prevista para este sábado una jornada intensa de reforestación. La emergencia nacional por el coronavirus postergó el encuentro para más adelante, sin fecha confirmada. Pero vale la pena repasar este proyecto “resurrección” de un bosque nativo que a nivel provincial -desmonte y monocultivo de por medio- apenas orilla entre el 3 y el 5% de su superficie original.

Ya desde fines de la década del 90, Ricardo Suárez y Daniel Renison encabezaban sendos proyectos para poblar de tabaquillos la serranía cordobesa. Domínguez se sumó después, y desde ese momento el asunto lo tiene como uno de sus más fervientes impulsores. “Todo esto comienza para mí con una charla del doctor en biología Daniel Renison, cuando yo cursaba una pequeña carrerita de guía de trekking. Eso fue en la UNC en el año 2001, y en 2002 Renison me invita a colaborar con el Proyecto de Conservación y Reforestación de las sierras de Córdoba, que hoy dirige el biólogo Ricardo Suárez” señaló.

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En las más de veinte hectáreas que abarca la iniciativa, desde 1997 llevan sembrados decenas de miles de tabaquillos. Siempre a pulmón, aunque ahora ayudados por la ong Global Forest Generation, que se propone restaurar y  proteger los bosques nativos de Polylepis, la especie a la que pertenece este singular arbusto serrano.

“En el 2018 nos financiaron un poquito y logramos plantar unos 10.000 tabaquillos, en el 2019 logramos plantar 50.000, y la idea es llegar a diciembre con 100 mil sembrados”, se entusiasma Domínguez. El esquema de Waju es sencillo: realizan trekkings no muy caros que generan los ingresos para financiar, al menos parcialmente, esta gran acción para sostener al bosque nativo. Y siempre de modo colectivo: voluntarios articulan con ong´s, escuelas y actores locales, como este verano, que juntaron las semillas de tabaquillos que irán convirtiéndose en plantines durante el año y que luego son el insumo principal de las jornadas de reforestación.

Las Polylepis

El tabaquillo no es una especie cualquiera. Es un arbusto perteneciente a la especie rosácea, que vive entre 1200 y 3500 metros sobre el nivel del mar. En Córdoba es característico verlo en la Pampa de Achala, desde Los Gigantes hasta el visitado Champaquí, y tiene propiedades medicinales.

Este arbolito de hasta 8 metros de altura tiene, además, una capacidad de resistencia envidiable: aguanta heladas, sequías, vientos y pastoreo excesivo. Crece lento, eso sí, y su tronco es inconfundible: la corteza se encuentra cubierta por sucesivas capas de una fina epidermis rojiza que continuamente se exfolia, y que ajadas unas sobre otras semejan un esponjoso hojaldre, similar al tabaco. 

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Los tabaquillos pertenecen a la familia de las Polylepis, esa especia montañera que la Acción Andina, el plan maestro que la Global Forest Generation, intenta conservar a nivel continental. En Los Andes llamados queñuas, tabaquillos en Córdoba y San Luis, estos arbustos son considerados claves para los ecosistemas montañosos, existiendo nada menos que 29 tipos distintos a lo largo de nuestra América del Sur.

“Nosotros plantamos casi todos los meses, excepto de junio a septiembre, por la sequía. El resto del año llevamos voluntarios a la sierras a plantar; grupos scouts y varias escuelas se suman a pasar dos o tres días en las sierras, plantando árboles” ilustra Domínguez. “Córdoba es una provincia semiárida, en la que solo es posible conseguir agua de nuestras sierras grandes a través de las lluvias que se acumulan, y para ello es necesario que nuestras sierras grandes tengan suelo y que esos suelos no se sigan erosionando. Los tabaquillos hacen que se formen bosques con sotobosques, que reducen la erosión de los suelos”, completa.

El proyecto de Waju pretende, entre 2020 y 2030, generar la mayor superficie posible de bosques de tabaquillos, involucrando a las comunidades locales y escuelas, a través de talleres de educación ambiental. A razón de un voluntariado de sembrado por mes, aunque en los trekkings también se reforesta. Y ahora con financiamiento internacional, como el de Acción Andina, cuyo plan de recuperación forestal es a 25 años. 

La Acción Andina

Andes Action (en español, Acción Andina) prevé “restaurar y proteger el ecosistema forestal Polylepis nativo, críticamente importante en las altas montañas de los Andes de América del Sur. Se trata –explican en su web oficial- de “el bosque de mayor elevación del mundo que crece a lo largo de un corredor de 3,000 millas a través de siete países”. La iniciativa busca la protección total de 500,000 hectáreas del bosque restante de Polylepis en seis países andinos: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Y se incluyen 500,000 hectáreas adicionales en zonas de amortiguamiento y áreas de importancia, como las laderas de los glaciares.

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