El nacimiento de la Farc, el nuevo partido político

El viernes pasado fue un día histórico para Colombia y para Sudamérica. Finalmente terminó una guerra de más de 53 años, con más de 200 mil muertos y más de siete millones de desplazados. Fue fruto de los acuerdos de paz que se negociaron entre 2012 y 2016 en la Habana.

Mundo 06/09/2017 Mariano Saravia
Farc

chapa_ed_impresa_01


Es que el viernes dejaron de existir formalmente las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) para que naciera la Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), el nuevo partido político que será la continuidad de lo que fue la más antigua y poderosa guerrilla del continente.
Todo esto es fruto de los acuerdos de paz que se negociaron entre 2012 y 2016 en La Habana entre la insurgencia y el gobierno de Juan Manuel Santos, y que sufrió un duro golpe con la derrota en el referéndum del año pasado.


Sin embargo, el proceso de paz fue salvado gracias a la decisión política tanto del gobierno como de los insurgentes, que el 15 de agosto pasado entregaron sus últimas armas a los observadores y garantes de las Naciones Unidas.
Y durante toda la semana pasada sesionó un congreso con 1.200 delegados farianos que decidieron la estructura, el logo y el nombre del nuevo partido político. La votación final se inclinó por mantener la sigla y la identidad de las Farc, por sobre la otra moción que era ponerle el nombre de Nueva Colombia.
A todas luces es una gran noticia para la región, porque es un ejemplo de lo que hay que hacer para lograr realmente cerrar las heridas, por más que siempre haya grieta. Pero es un ejemplo a imitar, cómo llevar la violencia política a la arena de la palabra, la discusión y la democracia. Exactamente lo contrario de lo que pasa en otros países como Venezuela donde la oposición viene apostando al caos social o Argentina, donde hoy hay un desaparecido como Santiago Maldonado y presos políticos como Milagro Sala y otros militantes de la Tupac Amaru.


Por supuesto, quedan muchos interrogantes en Colombia. Por ejemplo si el Estado cumplirá con su parte de los acuerdos, tal como lo ha hecho la guerrilla. Hasta ahora no lo ha hecho, porque mantiene más de 1.400 prisioneros de guerra que se comprometió a liberar, y no ha cumplido tampoco con el acondicionamiento de las zonas veredales, donde los y las guerrilleros y guerrilleras se están concentrando para reinsertarse a la sociedad civil.
Siempre flota el fantasma de la Unión Patriótica, cuando en la década del ’80, ante la desmovilización de los guerrilleros, sobrevino un verdadero genocidio político con más de 8.000 militantes asesinados por las fuerzas paraestatales.


Por otro lado, hay que ver qué ocurrirá con el tremendo negocio de las armas, en un país que destina hasta hoy el 10 por ciento de su presupuesto a la defensa y las armas (el promedio de la región está entre el cinco y el seis por ciento). ¿Qué harán todos los actores que se beneficiaban con ese negocio multimillonario, cómo se reconvertirán y si lo harán sin oposición?
Ya de por sí, se está viendo una presencia cada vez mayor de paramilitares colombianos en Venezuela, al servicio de la oposición política, lo cual preanuncia que al menos parte del conflicto colombiano podría terminar siendo exportado a su vecina Venezuela. Es de esperar que no sea así y que todos apoyemos y aprendamos de la actualidad política de Colombia exportado a su vecina Venezuela.

Tapa Edición Impresa

Seguí el desarrollo de esta noticia y otras más,
en la edición impresa de La Nueva Mañana
 
[Desde junio en todos los kioscos de la capital de Córdoba]


Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto