El mes del Diego

Octubre tiene revoluciones, pasiones y noches especiales. Un relato que invita a que caminen con ganas de sorprenderse y verán jugadas nunca vistas. En homenaje al cumpleaños 58 de Diego Maradona. Caminen, miren, busquen potreros. Allí están jugando.

Deportes 30/10/2018 Marcos J. Villalobo Marcos J. Villalobo
Maradona

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El nono Inocencio me lo contó una tarde en el patio de su casa. Estaba cebando unos mates, mientras la nona amasaba un pan casero. Yo era un niño, pero aún recuerdo el sabor de ese pan especial que hacían los abuelos en el horno de barro, y las enseñanzas que tiraba el nono.
Se escuchaba a las chicharras desde lejos, y el Pericles les ladraba desde el otro lado del patio. El nono con el gesto serio comenzó a explicarme con su voz pausada y reflexiva, porqué para él estaban en el mes más especial del año.

Me explicó de su viaje a Buenos Aires y de la invitación que el tío Antonio le hizo. “Aprovechemos que estás acá, y vamos a ver a Talleres a La Paternal, juega contra Argentinos”, le había dicho el tío Antonio aquel 20 de octubre de 1976. El nono ya había hechos sus trámites y aceptó.

“A mí no me gustaba el fútbol, hijo, pero ese día cambió mi parecer. Vi a un nenito que entró en el segundo tiempo y lo primero que hizo fue tirar un caño. Un morochito, ruludito, petacón, con una zurda extraordinaria. Octubre cambió mi forma de ver el fútbol. Yo no era de ver fútbol, hijo, en ese tiempo en la tele no se veía fútbol. Tampoco era de escucharlo por radio, y acá en el pueblo no iba a los partidos. Pero ese día acepté la invitación de tu tío Antonio y fui, y fue increíble. Fue amor a primera vista. Tengo anotado el día: 20 de octubre de 1976”, me narró el nono. Su gesto serio seguía intacto, pero en sus ojos se le notaba un brillo especial. Yo sabía que el nono no era de ver fútbol. Era toda una novedad para mí. Ni siquiera sabía de qiuén era hincha. Y le pregunté.

- ¿De quién es hincha, usted, nono?
- De mi familia, hijo. A mi no me gustaba el fútbol, pero e puedo decir que soy hincha también del mes de octubre.
- ¿Qué? ¿Por qué? – admito que me empecé a preocupar. Creí que el nono ya estaba delirando. Pero el nono no era de esos. Miré a la nona, que seguía amasando, y no decía nada, sólo escuchaba. El nono buscó tabaco, se puso a armar un cigarro, y continuó-. Octubre, mes futbolero por excelencia. La luna se presenta de gala para iluminar los potreros nocturnos. Es que mientras muchos duermen, en las noches de octubre fantasmas futboleros se juegan unos picados maravillosos.
- ¿Qué, nono?
- Yo no era de ver fútbol, ni veo fútbol. Pocas veces fui a la cancha. Pero sí, en octubre salgo por las noches a ver picados. Hacelo.
- No lo entiendo, nono –me atrevía a decir, con temor a que se enoje. Era un niño.
- ¿Cómo puede ser? Me preguntan siempre al narrar esta historia. No es posible, me enfrentan los refutadores de leyendas, que siempre están dando vueltas como policías de la moral. Y octubre se ríe de ellos de manera especial. Le cuento, hijo, escuche. Todas las noches de octubre pasa algo. ´

Esa enseñanza me quedó grabada. El nono no estaba loco. El nono no sabía, incluso, quién era ese morochito adolescente que había jugado en aquel octubre de 1976 ante Talleres. El nono no era de hablar mucho, pero cuando hablaba decía cosas que parecían muy interesantes.

Pasó el tiempo, y hoy me acuerdo del nono. Ya no vivo en Río de los Sauces. Estoy en Córdoba. Estamos en octubre. Yo le hice caso al nono. Y, también, les digo, caminen en octubre con ganas de sorprenderse. Miren hacia arriba. La verán a ella, la luna, esa que decía el nono, distinta. Busquen canchitas. Habrá pibes jugando. Habrá sonrisas. Muchas. Se escuchará una música particular. Observarán gambetas celestiales. Les cuento un secreto: Es Mané. No, no, no estoy loco. El nono no estaba loco y yo tampoco.
Uhhh, decís muchas pavadas, me suelen expresar cuando les digo que Mané anda dando vueltas por los picados nocturnos. En esos bares donde llueve fernet, rápidamente, me acusan de estar borracho. Pero no es real, octubre es el mes de Garrincha.
Bueno, sí, también, octubre es el mes de Pelé.
Rueda la pelota feliz por la canchita. Rueda... rueda... rueda... la pelota rueda y viaja por los sinfines de la tierra en un mes distinguido. ¡Nació Garrincha y Pelé!

Estrellas. Sueños. Pasiones. Goles. Luchas. Voces. Potreros. Gambetas. Botines. Medias sucias. Pases. Abrazos. Aromas. Sonidos. Multitudes. Locuras. “Y arranca por la derecha el genio del fútbol mundial”. Miradas. Asombros. Venganzas. Aplausos. ¡Octubre de las revoluciones! Llantos. “Para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado...”

¡En octubre nació! Nació el amor del nono por el fútbol, debutó el Pelusa en una cancha profesional. Los nenes juegan mejor, en octubre. El pan casero, me lo dijo mi nona, sale más rico en octubre. Oh, cómo extraño ese pan. En octubre nació aquel morochito que la rompía y llenó de gloria las canchas mundiales. El 30 de octubre de 1960 llegó el que se vengó de los pibes. Octubre, octubre, no, no, no estoy loco. Lo comprobé anoche caminando por la plaza Intendencia, los goles son más lindos este mes.
Por eso, más allá de las dudas y temores. No se dejen llevar por las burlas. Caminen, miren, busquen potreros. Allí están jugando. Es octubre, es en éste mes... El Mes del Diego.

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