Economía Facundo Piai 10/09/2018

Para afrontar la “tormenta” el Gobierno nos da un paraguas agujereado

Tras la megadevaluación, el ajuste de shock tendrá consecuencias sociales y económicas. La reducción del gasto público y la aplicación de retenciones forman un cóctel de insospechadas derivaciones.

El Gobierno nacional resolvió tomar algunas medidas para afrontar una situación crítica derivada de la irrefrenable subida del dólar. Los anuncios que hizo público el lunes pasado el ministro Nicolás Dujovne son un indicio claro de la interpretación que el Gobierno tiene de la crisis económica y de la economía, en términos generales. Pese a que el oficialismo no lo reconozca, desde que comenzó el nuevo ciclo de endeudamiento, el modelo económico de Cambiemos no genera condiciones de repago, están en juego futuros compromisos de deuda, motivo por el cual nuevamente se pide financiamiento internacional. Consecuentemente, el FMI requiere que los nuevos fondos que Mauricio Macri solicita estarán condicionados a un adelanto de los objetivos fiscales, pautados anteriormente.

En esta negociación con el Fondo se enmarca la estrategia de Cambiemos para “atravesar la tormenta” y la consecuente conferencia de prensa del lunes pasado, en donde el ministro de Economía justificó los futuros ajustes para lograr equilibrio fiscal primario en cuanto antes. De este modo, esperan lograr en el año próximo un déficit primario del 0%, en lugar de la meta de déficit de 1,3% del PBI como habían previsto anteriormente frente a los primeros desembolsos de los organismos multilaterales de crédito. Para lograr este adelanto de metas y recibir así un nuevo financiamiento internacional, anunciaron reducción del gasto público (de poco más de un punto del PBI), como así también incrementos del lado de los ingresos fiscales (del orden de 1,3%), en donde esperan generar “recursos adicionales por 1,1% del PBI por un derecho de exportación transitorio que regirá entre el año 2019-2020”.

Crisis, recortes y ajustes

De acuerdo a la explicación del ministro Dujovne, la crisis se debe a factores externos: como la suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos; y a factores internos: como “los cuadernos de la corrupción” y el déficit (el principal problema, según su alocución), “lo cual generó un impacto mayor en la Argentina que en otros países que ya han saneado sus cuentas fiscales”. Sin embargo, cabe aclarar que la mayoría de los países en el mundo, incluyendo las economías desarrolladas, tienen balances fiscales deficitarios y, pese a ello, no todas las monedas se depreciaron.

Para fortalecer la línea de austeridad en el gasto estatal, el presidente Macri reestructuró su Gabinete, que pasó de tener 22 a 11 ministerios. Naturalmente, se verán recortadas tanto las partidas presupuestarias, como la capacidad de acción de de las carteras que bajan al rango de secretarías; entre ellas se destacan: Salud, Ciencia y Tecnología y Agroindustria. El ajuste fiscal de shock se dará por la vía de la licuación de partidas presupuestarias que no se adecúan al ritmo de la inflación y también, por ajuste directo de los gastos, en un contexto recesivo en donde habrá achicamiento de la economía y una inflación elevada.

Según datos trascendidos de un documento de trabajo interno del Ministerio de Economía, que Dujovne no desmintió al ser consultado, el corriente año concluirá con una caída de la actividad económica de 2,4% y una inflación del orden del 42%. Los números oficiales tampoco serían muy alentadores para el próximo año, en donde los aumentos de precios rondarían el 25% y habría un estancamiento de la actividad.


Retenciones “Made in Cambiemos”. Un incentivo para devaluaciones futuras

El otro anuncio importante para lograr “déficit cero” implica aumentar los recursos fiscales mediante retenciones. Esta medida recibió las críticas de economistas de todo el arco ideológico. Muchos marcaron la contradicción entre lo que el Gobierno dice y las políticas implementadas, puesto que es incoherente calificar a la debacle económica como “crisis de confianza de los mercados”, y proponer (para restablecer la confianza) medidas que el mismo presidente siempre descalificó. A principio de año, Macri había sentenciado en una exposición junto a ruralistas que: “las retenciones son un impuesto absurdo que ningún país cobra y entorpece el crecimiento y el federalismo”.

Las retenciones de Cambiemos no se aplicarán como un porcentual sobre la exportación, sino que serán un monto fijo de entre $3 y $4 por cada dólar que ingresa por exportación. La alícuota varía de acuerdo al origen del bien exportado. En una entrevista dada al programa Odisea Argentina, Dujovne dio detalles sobre esta medida, a la que caracterizó como extraordinaria y limitada que “abarca a todo el universo exportador”. En el programa de LN+, el ministro aclaró que, si bien les parece “un impuesto malo”, el modo en que lo aplicarán no será discriminatorio “en contra del agro” como cuando las “retenciones venían a gravar la renta del suelo de manera diferencial al resto de la producción”.

De este modo, estarían aplicando retenciones pero privando al instrumento de su esencia estratégica en el ordenamiento de la economía, que es precisamente gravar la alta renta diferencial del agro en particular por producir en las tierras más fértiles del mundo. ¿Qué pretenden las retenciones bien aplicadas con esto? Los objetivos son múltiples, no solamente recaudatorios (como las retenciones de Cambiemos), sino que, principalmente, se desincentiva la exportación de materias primas. En efecto, pretende combatir la conducta parasitaria de los grandes terratenientes que, al gozar de una elevada rentabilidad, no necesitan invertir el capital para transformar sustancialmente la materia prima y obtener la ganancia de ese proceso productivo, sumado a que también permite despegar los precios internos de los externos abaratando a las materias primas del agro en el mercado local.

Ahora bien, al ser un monto fijo (tres o cuatro pesos por dólar) y no un porcentaje, el tributo se licúa proporcionalmente a la devaluación, puesto que a mayor cotización de la divisa norteamericana, menor es la presión del gravamen. Frente a esto, sumado a las múltiples desregulaciones económicas que fomenta Cambiemos, es factible prever que el sector exportador aguardará nuevas devaluaciones para vender al mundo o para liquidar en el mercado local. Más aun si tenemos en cuenta tres aspectos: estamos en el marco de una corrida cambiaria, los sectores exportadores siempre fomentan la devaluación y, en tercer lugar, pero no menos importante, desde noviembre del año pasado los exportadores no están obligados a liquidar las divisas en el mercado único de cambios. Esto es así a partir del decreto 893/2017 mediante el cual se quitó el plazo. Esto le otorga poder de fuego al sector exportador a la hora de negociar la cotización del dólar.


Por el camino coreano

En la entrevista televisiva, antes de juntarse con el Fondo para renegociar el acuerdo en busca de los dólares para financiar la fuga de capitales, Dujovne restó preocupación a la crisis y afirmó que estamos siguiendo “el camino que recorrieron países” que se desarrollaron recientemente, como Corea del Sur. Para lo cual remarcó la necesidad de renunciar a “la idea de sustitución de importaciones”, profundizar la “integración al mundo” y el de “abandonar un país estadocéntrico”.

Cabe aclarar que los coreanos están a la vanguardia de la economía mundial luego de implementar un modelo de desarrollo dirigido por el Estado de la mano de la dictadura nacional burguesa del general Park. No fueron “los mercados” quienes llevaron progreso al país asiático. La política industrial surcoreana ejecutada por el Estado fomentó el desarrollo de sectores estratégicos mediante: subsidios impositivos y crediticios, protecciones aduaneras y un control estratégico de la inversión extranjera. Todo lo contrario de lo que dijo el ministro Dujovne. Un gran sofista o un ignorante mayúsculo.

Con todo esto, es de esperar que la reducción del gasto tenga consecuencias sociales y económicas. Este ajuste repercute en la demanda de bienes y servicios, y el consumo representa más de un 80% del PBI medido de acuerdo a la demanda global. La caída del consumo, la inflación, más la devaluación perjudican principalmente a quienes perciben ingresos fijos y a casi la totalidad del sector industrial. Inclusive a las industrias radicadas en el país cuyos ingresos provienen mayoritariamente de exportaciones, puesto que los desequilibrios económicos encarecen su financiamiento. Posiblemente la cotización del dólar se calme frente a un nuevo préstamo, pero esto no quiere decir que la divisa llegó a su precio de referencia, ni que el problema de la falta de dólares esté solucionado. Por el contrario, ninguna de las medidas anunciadas aborda los problemas de fondo.


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