Ed Impresa Santiago Bibiloni - sbibiloni@lmdiario.com.ar 01/10/2021

Luis Juez, haciendo camino con show de insultos y agravios

Corren buenos tiempos para el ex intendente, que vuelve a estar de moda con su modo virulento, saboreando sus días de vencedor ante cada micrófono amigo.

Luis Juez, o la virulencia en la política.

Corría 2004, ocupaba el cargo de intendente de Córdoba y con sus dichos ofendió al pueblo boliviano (hubo disculpas públicas y explicaciones al Inadi); más tarde y luego de una gestión mediocre como jefe del municipio capitalino, de la que sólo se recuerda el engorde hasta el sobrepeso de la planta de empleados municipales, además de otra larga lista de insultos y descalificaciones a sus adversarios de turno, un Macri presidente lo galardonó con el amplio sillón de embajador argentino en Ecuador (no es broma). Sin embargo, en octubre de 2017 el cordobés fue removido de su cargo porque la Cancillería de ese país pidió su renuncia al gobierno argentino luego de que Juez insinuara que los ciudadanos ecuatorianos son “mugrientos”. Otra ofensa a un pueblo vecino y más vergüenza, esta vez para los argentinos en general y para los cordobeses en particular.

 ¿Pero cambió Juez desde aquel entonces a hoy? Cambió de espacio político más de una vez (siempre hacia la derecha) y capaz que también de ideas –si es que las tiene o las tuvo-, aunque no las hemos conocido porque de Juez parece que sólo esperamos chistes y agravios, lejos siempre de las propuestas y el debate. Igual, parte de la sociedad cordobesa se ve representada en sus actuaciones mediáticas, y lo ha premiado en las urnas en las elecciones Paso de septiembre pasado. 

En fin, muchos cordobeses en edad de emitir el voto, tal vez por cuestiones con raíz más emocional que racional, estimulan y recompensan un estilo encendido, sin importar demasiado el contenido, aplaudiendo la ofensa y celebrando el agravio, como si encontraran en ello un disfrute especial. Y así corren buenos tiempos para Juez, que vuelve a estar de moda con su modo virulento, saboreando sus días de vencedor ante cada micrófono amigo; aunque claro está que la salud de la política y de la sociedad va en deterioro cuando lo que suma votos en un candidato es el ataque, la descalificación de las personas y no el debate de ideas, que debiera de ser en democracia el corazón y el principio más sano en procura de resolver nuestros asuntos. 

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