“Oleé, olé olé olé, Charlie, Charlie”. El canto baja de las populares, enerva al campo, contagia a las plateas. Puede ser la primera e inolvidable serie de cinco conciertos en River (febrero de 1995), los otros cinco de la segunda visita de 1998 (con Bob Dylan esta vez), los dos show de 2006 o el estreno en La Plata en 2016. No importa: cada vez que Sus Majestades Satánicas pisaron suelo argentino, Charlie Watts fue el Rolling Stone más aclamado, más reconocido, más querido.

No es poca cosa para este apacible baterista de jazz que ha mantenido una trayectoria tan sin par como alejada de los escándalos. En lo primero está palo y palo con sus compañeros de banda, en lo segundo representa, sin duda, una rareza en el mundo Stone.

Watts cumple este miércoles 2 de junio 80 años, 58 de los cuales los vivió golpeando los parches con estilo en la más grande banda del rock mundial.

Caracterizar a Charlie implica dar cuenta de un minucioso amante del jazz, adepto a los calores del hogar y eternamente compañero de su esposa Shirley Ann Shepherd, con quien se casó cuando la banda daba sus primeros pasos, allá por 1964. Misma época en la que The Glimmer Twins (Jagger y Richards) y el gran Brian Jones tenían una vida sentimental, por así decirlo, llamativa; quizás el único que le empardaba a Watts en prolijidad amorosa y sosiego era el bajista Bill Wyman, que con los años saldría de la banda. Charlie, sin embargo, es un Rolling Stone, y en su pasado cayó en las redes del alcohol y la heroína, adicciones que –al igual que Richards- superó.

Cultor también del rhythm & blues que marcó los inicios del grupo y que dejó una estela hasta hoy, es el baterista quien pone paños fríos a los egos de la banda, y aporta lo suyo en las gráficas de varios discos, siempre alejado de los flashes y la farándula.

Cuenta la leyenda que una noche Jagger, el indiscutible jefe del grupo-empresa, llamó a Watts una madrugada para decirle que era “su baterista” y que debía estar listo para ensayar. Charlie se levantó, se afeitó, se calzó el traje de rigor y se cruzó a la habitación de Mick para explicarle, trompada mediante, qué equivocado estaba. “Vos sos mi cantante”, le dijo. Nunca más el frontman osó repetir un planteo semejante.

Además de adicciones, el baterista superó un cáncer y enfrenta ahora, recluido en su hogar, un reto que es mundial: una pandemia de coronavirus que suspendió el show bussines en todo el mundo. Quizás celebre sus 80 con su compañero Ronnie Wood, otro sobreviviente, que festejó sus 74 este martes. Mientras todo esto pasa, los fanáticos deseamos no morirnos sin antes verlos de nuevo, sentir esa emoción en el pecho, escuchar otra vez ese “Charlie, Charlie” en otro show argentino de la banda de rock que cambió nuestras vidas para siempre.  

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