Cascada Escondida, un paseo al corazón de la Pampa de Achala
Un recorrido que combina montañas, cóndores, cascada, gastronomía y la inigualable sensación de volver a recorrer los caminos serranos tras nueve meses.
Especial para La Nueva Mañana
Fueron casi nueve meses de espera, algo impensado allá a finales de marzo cuando empezamos el primer período de cuarentena. Por eso, seguramente los viajeros van a saber entender que es difícil poner en palabras la sensación del primer viaje, de este reencuentro con los paisajes serranos que tanta falta nos hicieron estos meses. Ya sea un paseo o una estadía de unos días, todo sirve para cambiar el aire, detenernos en cada detalle de la naturaleza, despejar la mente y descansar escuchando el remolino de algún arroyo.
Con esta idea, salí rumbo al camino de las Altas Cumbres que, con idas y vueltas, va develando sus paisajes y nunca deja de sorprenderte, porque siempre hay una cascada que no viste, algún animalito que se cruza o una montaña que cambió su fisonomía.
La Pampilla
Entre la Quebrada de Batán y el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en el núcleo de la Reserva Hídrica Provincial Pampa de Achala, se encuentra el conocido Parador La Pampilla. Para llegar desde Córdoba hay que tomar la Ruta 20 y luego del peaje se puede optar por atravesar la ciudad de Villa Carlos Paz y, en ese caso, después hay que avanzar por la Ruta 34 que cruza por las localidades de San Antonio de Arredondo, Mayu Sumaj, Icho Cruz y Cuesta Blanca. O se puede tomar la nueva autovía que va por Las Jarillas.
Pasada la hora de viaje, de mano izquierda, encontramos el Parador La Pampilla caracterizado por las coloridas artesanías que tiene adornando todo su frente. Luego de estacionar, es inevitable cruzarse al “balcón” que se forma del otro lado de la ruta para tener una panorámica imperdible de toda la zona. El serpenteo del camino, las ciudades y el lago San Roque son algunas de las postales que se pueden apreciar.
Como era el mediodía de un domingo de sol pleno, la primera parada fue al comedor del Parador. Allí ofrecen menús como pastas, milanesas, empanadas y sándwiches. También se puede aprovechar para comprar facturas, medialunas u otras cositas dulces para los mates de la tarde. Y, para los que quieren llevarse algún recuerdito, hay desde objetos de decoración hasta productos regionales como el original alfajor con fernet, variedades de dulces, escabeches y vinos. Es importante mencionar que en todo el local se cumplen los protocolos sanitarios tan imprescindibles y habituales en esta etapa.
Rumbo a la cascada
A un costado del Parador, ya se puede ver el agua que corre por una gran explanada de piedra y se deposita formando una pequeña pileta, justo antes de pasar por los enormes tubos que cruzan debajo de la ruta.
El camino invita a seguir al margen de la superficie de piedras y el sonido del agua deslizándose acompaña todo el trayecto. Es una caminata de poca intensidad y de corta duración. A unos 500 metros aproximadamente se llega a los primeros saltos de agua que presagian la cercanía de la Cascada Escondida.
El nombre no puede ser mejor descripción de lo que se ve: primero una pileta donde descansan unas truchas pegaditas al fondo, más arriba dos saltos de agua que se van descubriendo entre las piedras.
El aire fresco de las Altas Cumbres, contrarrestado con los rayos de sol, hacen más ameno el clima.
El lugar es ideal para aprovechar la sombra y tirarse un rato a descansar o para darse un chapuzón refrescante. Pero también, cruzando el cauce del agua, se puede seguir subiendo y en pocos metros se obtiene una nueva perspectiva de la cascada, ya que a los dos saltos que se ven desde abajo se le suman otros dos más que forman una especie de escalera natural por donde se abre paso el agua.
Como el tiempo de inactividad fue mucho y las ganas de andar también, decidí seguir la caminata ya por un terreno más llano, con un suelo tapizado de verde en algunas partes y con piedras que invitaban a treparse para descubrir nuevos paisajes.
Un arroyo calmo, con ese sonido tan característico del agua corriendo, va ondeando entre rocas, arena, musgos y pequeñas plantas acuáticas. El aire fresco de las Altas Cumbres, contrarrestado con los rayos de sol, hacen más ameno el clima. Las charlas cerca del agua, las caminatas de descubrimiento como si volviera a ser niña, y los mates que, aunque no se comparten, se disfrutan igual, redondean una salida perfecta.
Este recorrido por la Cascada Escondida en el Parador La Pampilla puede convertirse en una parada en el camino o un paseo en sí mismo, pero sin dudas, es una gran opción para estos primeros paseos que tenemos la oportunidad de realizar.
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