Salvarezza: "La ciencia y la tecnología tienen que dinamizar la industria"
LNM conversó con el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, que se refirió al rol social y económico de los cientificos: "El pensamiento pesa mucho", dice.
Roberto Salvarezza era un buen alumno, curioso, participaba siempre con preguntas en la clase de biología, tanto que su profesora le “pronosticó” que sería científico. Era 1970 y estaba a punto de egresarse del Colegio Nacional de Buenos Aires, pero previo a eso, el profesor de química lo mandó a rendir examen y se la pasó estudiando. “Tuve que estudiar un montón de química y terminó gustándome muchísimo”, dice.
Tras ese evento, sin saber, el docente le marcó un horizonte en su decisión sobre el futuro: “Terminé en esta situación de bioquímico”, cuenta Roberto Salvarezza a La Nueva Mañana y aclara: “pero cuando me egresé del colegio, sabía que nunca iba a dedicarme a la actividad profesional, yo quería ser bioquímico pero para hacer investigación”. Y así, ese augurio de las clases de biología, se cumplió.
Pasó medio siglo de eso, y Salvarezza ahora ocupa el cargo más importante en lo que a política científica en el país refiere, desde hace seis meses es el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación y además de investigar en cuestiones de nanotecnología, en su carrera siempre le hizo lugar al trabajo de gestión. Fue director del Laboratorio de Nanoscopías del Instituto de Investigación Fisioquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFT) en La Plata, tiene publicado 350 trabajos científicos y alrededor de 11.000 citas sobre ellos, es titular de patentes compartidas con su equipo de investigación y fue distinguido en dos oportunidades con el premio Houssay, uno de los galardones más importantes otorgados en el ámbito de la ciencia argentina, que es entregado por el propio Presidente de la Nación.
En 2012 fue nombrado por Lino Barañao para encabezar el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el organismo por donde fluye la fuerza científica del país pero en diciembre de 2015, con la llegada de Mauricio Macri al poder, presentó su renuncia: “Tenía claro que su modelo de país, iba en contra de la ciencia y uno tiene convicciones”, dice. Al año siguiente, por decisión de sus colegas, fue elegido como representante del área de Ciencias Exactas y Naturales para integrar el directorio del Conicet pero el Gobierno jamás aprobó su designación. Fue el mismo año que el físico Alejandro Ceccatto -que también se quedó en el ministerio junto con Barañao-, anticipando lo que se venía, lanzó la primera estocada al declarar que el Conicet era “inviable”.
Un vaciamiento
“Desde que Macri asumió el Gobierno, ya de entrada hubo un mensajes hacia los más jóvenes, que son los becarios y postdoctorales, de que la situación iba a estar muy complicada. Esto se sumó después al desfinanciamiento que fue avanzando en forma progresiva. Cualquiera que mire los números se va a dar cuenta que el desfinanciamiento no ocurre en 2018 con la crisis generada por la entrada del FMI, sino que fue un plan premeditado que se fue cumplido en forma regular”, explica Salvarezza y detalla que si uno mira la falta de inversión en ciencia y técnica del país, verá cómo fue ascendiendo en forma: “Yo diría que fue constante, proporcional, año tras año, hasta llegar a esa cifra de 900 millones de dólares que faltan, que se perdieron en el camino. Entonces, por un lado, se les dijo a investigadores ‘acá no hay lugar’ y después los desfinanciaron, les sacaron el dinero para investigar y como si fuera poco, cuando salieron a protestar, los llamaron ñoquis”.
- Pasado el tiempo y en retrospectiva, ¿Cómo analiza que Lino Barañao haya seguido al frente del Ministerio durante el recorte a la ciencia?
-En perspectiva, en ese momento Barañao pensó que podía impedirlo y quiso quedarse, hasta ese punto, era un tema de percepción: yo pensaba que era imposible que la ciencia progresara en un Gobierno como el de Mauricio Macri y él no. Fue el ministro que acompañó las políticas de Cristina Fernández y también uno que acompañó el ajuste, y luego un secretario que siguió acompañando el ajuste, entonces queda como una persona que hace lo que le dicen.
La verdad no es lo que uno espera de alguien que pelea por un sistema científico nacional, uno debe tener convicciones y llega un momento donde se debe decir ‘esto va en contra de los intereses de la comunidad científica y del país’ porque finalmente lo que se afecta son las capacidades soberanas que tiene la Argentina, que puede hacer sus propias tecnologías y desarrollar sus propios conocimientos. Ciencia es soberanía, y se vio en esta pandemia cuando pirateaban los aviones con insumos médicos. Me parece que ahí está claro cuando se habla de tener la capacidad propia en el país. Lino ha sido un ministro que ha decepcionado, su actitud final en el Gobierno de Macri ha sido una decepción.
Dos enfoques
Tras dejar el Conicet, en 2017 Salvarezza fue electo diputado nacional por Buenos Aires y dejó su banca cuando el 6 de diciembre de 2019 fue confirmado como funcionario del Gobierno de Alberto Fernández. Al asumir, le tocó restaurar el rango del ministerio que había sido degradado a Secretaría en septiembre de 2018, en un sorpresivo DNU, que también afectó a otros nueve ministerios.
Como ministro planteó su gestión basada en dos esferas; una interna, que atendiera a las urgencias del vaciamiento y la precariedad de la comunidad científica; y otra externa, con foco en las demandas sociales a las cuales contribuir desde la investigación. “Una parte es hacia la propia comunidad científica, dada la situación con la cual recibimos el estado de la ciencia en Argentina y otra, se planteó respecto a lo que son las políticas de ciencias hacia el país”, explica Salvarezza.
Es por ello que a principio de años, se sentó junto a funcionarios, referentes sociales y políticos para colaborar con el plan Argentina contra el Hambre. A los tres meses de gestión, con el zarpazo de la pandemia de coronavirus, la agenda del ministerio viró y se focalizó en dar respuestas concretas sobre testeos, diseño y armado de respirados y el desarrollo de distintas líneas de investigación sobre el Covid-19 para lo que se presentaron, en un primer llamado, más de 900 Ideas Proyectos. La respuesta de los investigadores argentinos fue inmediata.
El broche de oro en medio de la cuarentena, fue la presentación del Neokit-Covid-19, el test rápido de diagnóstico molecular para detectar el virus. Una innovación con reconocimiento internacional.
“De alguna manera ahí se visualizó la política hacia afuera, las demandas de la sociedad y el Ministerio poniendo el énfasis en el financiamiento para resolver esos problemas o aportar el máximo que podamos en estas situaciones”, explica Salvarezza y detalla: “Hay una clara demostración de que nosotros estamos dispuestos a empujar lo que es la aplicación del conocimiento a la resolución de problemas concretos. Ahora bien, si no hay políticas, obviamente la comunidad científica no podrá, pero si uno convoca a los científicos a resolver temas de los que necesitan los argentinos, los financia adecuadamente, pondera su actividad, entonces eso es muy posible de llevar adelante. La falta de política hace que esto no se pueda cumplir”.
- En abril del año pasado, en Córdoba se reunieron casi todos los directores de institutos del país, un hecho sin precedente en la historia científica, uno de los tópicos de discusión fue el reclamo de una ley de financiamiento científico que trascienda a los gobiernos de turno. ¿Qué tan lejos se está de lograr eso?
-Todos quisiéramos tener una ley de financiamiento de la ciencia que le garantice un horizonte, es decir un incremento del PBI. Por eso, vamos a apoyar algunas iniciativas legislativas en esa dirección, el Ministerio las va a promover, pero acá, hay que ver algo más de fondo a la ley. Tenemos ley de desarrollo satelital pero nunca pusimos en órbita el Arsat 3. Tenemos una ley de servicio de plan nuclear, y tendríamos que tener construidas dos centrales nucleares y no las tenemos, esto muestra que hay algo que va más allá de las leyes, y es qué modelo de país uno está pensando.
- ¿Qué significa esto?
-Argentina es un país que está bien posicionado en ciencia a nivel latinoamericano, hace reactores nucleares, es capaz de poner satélites en órbitas, hace su propias semillas y ahora tenemos demostrado capacidad para insumos médicos con todo lo que se hizo por la pandemia, pero esta idea de una Argentina que tenga capacidades para producir tecnología, no es una idea que es compartida por una parte de nuestra dirigencia, yo diría 'política vernácula' que piensa, tal vez anclada en la generación del 80, que la salida de la Argentina es, en base a sus dones naturales. Es decir, la producción agrícola ganadera y ahora, a lo cual sumaron el tema del gas y el petróleo no convencional.
La verdad que nadie está en contra de estas ventajas comparativas que tiene la Argentina pero esa propuesta es muy corta, no alcanza para todos los argentinos. La industria es uno de los puntos que más mueve la economía de nuestro país, y Argentina tiene que dinamizar su industria y eso pasa por tener ciencia, tecnología e innovación, como hacen los países desarrollados. Los que hoy compiten con ciertas chances de mantener la población en un buen estado de bienestar se basan en una economía donde el pensamiento pesa mucho.
- Con miras a la agenda post pandemia, ¿cuáles son las cosas más urgentes a resolver desde el Ministerio de Ciencia?
-Básicamente nosotros tenemos como urgencias estos temas: aumentar el nivel de financiamiento en los proyectos y el tema salarial, que es muy importante. Desde el punto de vista de las becas, éstas mejoraron mucho, se duplicaron los ingresos con lo cual tenemos menos tensión, menos posibilidades de perder recursos humanos que se vayan al exterior, esas políticas las vamos a continuar.
-Dada la dinámica de la carrera científica ¿Es posible terminar con la forma precarizante de las becas que no brindan aportes jubilatorios a los investigadores jóvenes?
-Mi voluntad de que esto vaya en esa dirección de cambio, está. No puedo olvidarme de esos avances que pretendíamos hacer cuando llegué al Conicet, logramos la extensión de la obra social a los becarios que no estaban incluidos y la idea era comenzar con los becarios postdoctorales y pasarlos a contrato. Esa es una de las cosas que uno tiene pendiente con el sistema, también las jubilaciones de los técnicos, un reclamo largamente pedido.
Entonces, entiendo que hay que dar un marco de mucha más estabilidad a toda la actividad que hacen aquellos que comienzan en la investigación. Desde ya, en cuanto a obra social, grupo familiar, vacaciones, las licencias, todo eso tiene que estar. Para los posdoctorales en la primera etapa se está pensando en un contrato y luego avanzar con los doctorales.
-¿Qué pasa con la fuga de cerebros durante la gestión anterior?
-Lo importante es que la gente que se iba a ir, no se vaya, es un objetivo prioritario. Para los que están afuera, volver es más complejo pero creo que pudimos cambiar la expectativa en el sentido de que hay ahora una revalorización de la ciencia por parte del Gobierno y eso hace que la expectativa sea “yo me quedo en el país”.
Aparecen ideas, fondos, hay dificultades con los salarios, y los proyectos aún no alcanzan un nivel en el que tienen que estar, pero las expectativas son diferentes. En ese sentido, yo creo que vamos a poder revertir la salida de gente que se estaba dando y que más adelante, si podemos recuperar aún, un poco más, el sistema científico en cuanto a las condiciones, es muy probable también que aquellos que se fueron en los últimos años puedan pensar en volver al país.
-¿Qué pasará con la “repatriación” de investigadores?
El plan Raíces continuó en los cuatro años de Macri, pero con la situación de desfinanciamiento, recorte de becas, ataque a los científicos, casi nadie quiso volver. Ahora, la primera etapa será seguir la vinculación con aquellos que están en el extranjero que es una parte de Raíces, que es potenciar toda la actividad de científicos argentinos en el extranjero que colaboran con el país, que están radicados y no vuelven. Y en una segunda etapa, si vamos cumpliendo esta meta de mejorar el sistema de ciencia, las condiciones para que trabajen nuestros científicos, vamos a poder volver a pensar en repatriar a investigadores.
- Estos últimos meses se visibilizó mucho el trabajo científico aplicado a la situación de pandemia, ¿cuál es el valor simbólico?
-Argentina tiene tres investigadores cada 1.000 habitantes de la Población Económicamente Activa pero los países desarrollados la multiplican por tres. Entonces nosotros necesitamos que muchos jóvenes quieran dedicarse a la ciencia. Es cierto que tenemos que tratar que esa ciencia impacte en la actividad económica pero las dos cosas van juntas, las políticas de articulación con los sectores productivos y los sectores sociales, pero también necesitamos que más jóvenes vean la ciencia como una forma de vida el ser científico.
Hoy en día, avanzamos en el conocimiento de la pandemia por lo que hacen los laboratorios, por lo que se está investigando en terapia, en la búsqueda de la vacuna, en mejores test de diagnósticos. Bueno, todo esto es una manera de que los jóvenes vean a la ciencia como una posibilidad que tienen cuando deben tomar decisiones sobre qué quieren hacer en el futuro.
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