Ed Impresa Facundo Piai 09/08/2019

Una guerra comercial y de monedas con repercusiones mundiales

La devaluación de la moneda de la República Popular de China repercutió en el mundo entero. La suba del tipo de cambio llevó la cotización del dólar a siete yuanes.

Donald Trump; Mauricio Macri; Xi Jinpin.

Especial para La Nueva Mañana

Una depreciación de la moneda argentina, brasileña o india genera inquietudes, principalmente en los asalariados, empresariado local y unos cuantos socios comerciales externos. Con la República Popular China ocurre una salvedad: sus socios comerciales son múltiples, al erigirse ya no como una economía emergente, sino como la segunda potencia a nivel mundial, cuando no la primera. Esta característica junto a la globalización económica convierte a la devaluación del yuan en un tema de secuelas mundiales. Hoy, más de un centenar de países tienen al país que preside Xi Jinping como principal socio comercial, en efecto, en ningún otro momento de sus mil años de historia tuvieron tanta interdependencia.

A diferencia de las economías dependientes, como la de Argentina, donde las empresas exportadoras presionan al Estado para que devalúe y así absorber rentabilidad sin esfuerzo, el aparato productivo chino está dirigido por el Estado, lo cual dificulta la injerencia de sectores interesados en las políticas, las estrategias y los fines perseguidos. En otras palabras, China devalúa, no es devaluada. Puesto que el buró político del Comité Central del Partido Comunista de China es inmune a presiones de lobistas, como ocurre en semicolonias como la nuestra. Pese a que desde Beijing aclaran que adhieren a una cotización determinada por el mercado y no utilizarán el tipo de cambio para ganar competitividad externa, como establece el espíritu del G20. En respuesta a las acusaciones del presidente norteamericano Donald Trump, quien denunció en su Twitter que China es “un manipulador de divisas”.

El aparato productivo chino está dirigido por el Estado, lo cual dificulta la injerencia de sectores interesados en las políticas, las estrategias y los fines perseguidos. En otras palabras, China devalúa, no es devaluada.

Contrariamente a la devaluación que hace cuatro años aprobó el Banco Popular de China, la actual tiene particularidades específicas. En agosto del 2015, desde Shanghái buscaban internacionalizar el yuan, y para que trasunte en divisa internacional (moneda de cambio y reserva) debía ingresar a la canasta de monedas del FMI. Para lo cual la flexibilización de la política cambiaria era una condición sine qua non. Actualmente, la política monetaria del país más poblado del mundo se implementa en un contexto de guerra comercial intensificada con los Estados Unidos, luego de que Washington impusiera más aranceles a los productos chinos que llegaron al valor de 300 mil millones de dólares.

La política internacional de china y sus detractores

A contramano de los países occidentales en donde el fenómeno de la globalización debilitó a los Estados en manos del poder trasnacional, los chinos crecen, en parte, gracias a la deslocalización de las empresas que abandonan su país de origen para asentarse en Asia, a las cuales le imponen rigurosos controles y contraprestaciones. Así los chinos navegan la marea de la globalización, mientras otras economías son derruidas por esta misma ola. La política exterior de los inventores de la pólvora solventa su presencia global y profundiza su desarrollo económico. La ambición internacional china que apunta a condensar un nuevo patrón internacional se conforma con los Brics, el Nuevo Banco de Desarrollo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, entre otras iniciativas que despiertan la reacción del mundo occidental.

Por mencionar un ejemplo, la inversión y financiación de la República Popular en el continente africano supera hoy los 100 mil millones de dólares. Mientras que en el territorio latinoamericano los bancos chinos desembolsaron más de u$d 150 mil millones, según la agencia oficial Xinhua. Sin embargo, en los últimos años aminoró el crecimiento vertiginoso que caracterizó a la economía china. No pocos especialistas advierten que esto se debe a la guerra comercial con Estados Unidos.

Esta guerra fría comercial y la desaceleración del crecimiento de la economía del gran tigre asiático ponen un signo de interrogación sobre la eliminación de la pobreza en las zonas rurales; objetivo que se trazó para el 2020 la Asamblea Popular China.

En consecuencia, desde el Observatorio de la Política China ya advertían el año pasado que los asiáticos buscarían dosis de moderación en su relación comercial con los Estados Unidos, mostrando gestos de apertura comercial. En ese sentido, Xi Jinping implementó algunas medidas de apertura en sectores específicos y promovió la Feria Mundial de Importaciones, a la par que busca socios y aliados en su defensa del librecambio, denunciando el proteccionismo de las potencias occidentales. Mientras que por otro lado despliega “iniciativas, internas y externas, para saltar los muros que EEUU pretende disponer para contenerla”, anticipaba la investigación dirigida por el especialista en política internacional Xulio Ríos.

Las repercusiones en Argentina

En los principales mercados emergentes, las monedas locales se devaluaron frente al dólar como consecuencia de esta disputa comercial entre las dos principales potencias. En nuestro país, al concluir esta nota, cada dólar cotizaba a $46,4. Al igual que ocurrió en los mercados bursátiles de todo el mundo, la bolsa argentina no fue la excepción y cayó 1,2%. La política monetaria tomada desde Shangai puede repercutir en la estrategia del gobierno local de anclar el tipo de cambio vendiendo parte de las reservas internacionales del Banco Central, puesto que parte de ellas están compuestas por yuanes. En consecuencia, la devaluación de la moneda china significa que ahora el Banco Central adquiere menos dólares con esa moneda.


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