Hipotecando el futuro: la mala alimentación en tiempos de crisis

El Gobierno amplió el listado de Precios Cuidados con alimentos que integran la canasta básica. Críticas a una medida que no mejora lo que los profesionales llaman “emergencia alimentaria”.

Córdoba 17/09/2018 César Pucheta
Niños
Los profesionales de la salud expresaron su preocupación por la nutrición infantil.

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Por: César Pucheta - Especial La Nueva Mañana

El discurso con el que Mauricio Macri inauguró las sesiones ordinarias del Congreso Nacional en marzo del 2018 promediaba su segunda parte entre definiciones en materia de seguridad y tránsito cuando el Presidente pidió trabajar “juntos para combatir la malnutrición y la obesidad infantil, que afecta más a los que menos tienen”. Todavía no había hecho referencia a la apertura de la discusión sobre la legalización del aborto, el anuncio que se llevó todos los titulares, y poco había insinuado en materia de lucha contra la corrupción y los movimientos económicos por venir.

A esta altura, podríamos hasta señalar que aquel era otro país, apenas seis meses atrás. El FMI era un concepto que pendulaba entre el mal recuerdo de los más memoriosos y las versiones apocalípticas de los más desconfiados, las metas inflacionarias se ubicaban muy por debajo del 20% y un dólar equivalía, apenas, a 20 pesos. No se hablaba entonces de precios cuidados, ni de reducción del gabinete, ni de permanentes viajes a Washington. Parecía otro país, pero era el mismo que hoy habitamos prologando este presente más complejo.

“En la Argentina 4 de cada 10 chicos están malnutridos. Somos el país con mayor obesidad infantil en América Latina y, aunque sorprenda, somos uno de los 4 países que más azúcares consume en el mundo”, decía Macri por aquellas horas cuando también aseguraba estar “trabajando para que (los argentinos) tengan acceso a alimentos más frescos y saludables. La alimentación sana es hoy una temática mundial, semejante a la defensa del ambiente. Los padres tenemos una responsabilidad primaria en este tema y debemos liderar esta causa que nos involucra a todos”, aseguraba.

“Una mala alimentación en la primera etapa del desarrollo influye en el proceso cognitivo, en las posibilidades de generar patologías específicas en el futuro, en el plano psicológico de los niños y en la formación de su físico”

En el marco del paquete de medidas económicas anunciadas semanas atrás y que tuvo el triple objetivo de llevar al Fondo Monetario Internacional una propuesta que certificase el cumplimiento de metas relacionada con la reducción del déficit garantizando la paz social y la estabilidad política, el Gobierno actualizó la nómina de productos que integran la lista de los Precios Cuidados. Desde el 7 de septiembre se agregaron 127 nuevos alimentos y bebidas que conforman una canasta total de 550 productos que, en apariencia, tienen un precio menor al promedio existente en el mercado.

La nutrición descuidada

Para la Presidenta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Córdoba, Susana Beatriz Zelada, “si uno analiza el listado, no hay muchos alimentos que sean de una calidad óptima desde el punto de vista nutricional. Hay muchos alimentos que reúnen las características que hoy están en boga y que son los alimentos multiprocesados. Son ricos en grasas y en sal, y tienen un proceso tecnológico que no los hacen adecuados desde el punto de vista saludable”, dice a La Nueva Mañana y agrega que se incluyen otros alimentos que directamente “representan muy poco desde el punto de vista nutricional”.

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Susana Beatriz Zelada, Presidenta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Córdoba

El mes pasado, en un informe firmado por las organizaciones no gubernamentales que forman parte de la Coalición Infancia en Deuda, se señalaba la dificultad que representa la falta de actualización de las estadísticas oficiales en torno a la situación nutricional de los niños y niñas de nuestro país.

“La última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud se llevó a cabo en 2005: en ese momento, el bajo peso y la desnutrición crónica aparecían como las principales deficiencias nutricionales a nivel nacional, mientras que la obesidad se presentaba como problemática en ascenso”, advertían sumando cifras que aumentaban aún más la preocupación sobre la situación general.

Según el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina, “sólo el 35% de los niños argentinos tiene garantizada la alimentación” y según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), “uno de cada diez niños menores de 5 años padecen obesidad infantil en la Argentina”. En ese marco, la coalición solicitó al Estado nacional “impulsar en forma urgente la realización de una encuesta nacional nutricional e implementar una política nutricional adecuada a esos resultados”.

La única respuesta hasta el momento, con el Ministerio de Salud en proceso de reconversión en Secretaría de Estado, parece ser los Precios Cuidados que a su manera también marcan el pulso presente en la realidad de los comedores sociales que se multiplican por todo el país.

Vale destacar que, según los especialistas en la materia, una mala alimentación en la primera etapa del desarrollo influye en el proceso cognitivo, en las posibilidades de generar patologías específicas en el futuro, en el plano psicológico de los niños y en la formación de su físico.

En este contexto, la diabetes, la hipertensión y la obesidad son una “espada de Damocles” sobre las futuras generaciones.

Analizando la incidencia en el mundo del trabajo, cualquier persona que no haya tenido una buena alimentación afronta dificultades para mantener su empleo porque es más proclive a faltar por el desarrollo de enfermedades y problemas físicos, incluso su bajo rendimiento laboral puede estar ligado a trastornos con el sueño. “La alimentación es un tema decisivo, por eso se dice que somos lo que comemos”, afirma Zelada.

Conceptos básicos para una alimentación saludable

Para la titular del Colegio de Nutricionistas, una alimentación óptima tendría que contemplar alimentos ricos en proteínas, “no te hablo de un yogurt porque es caro pero si de la leche y el huevo que es el alimento patrón en el aporte de la calidad proteica. A eso hay que agregarle un aporte de carne que no hace falta que sea un lomo sino que podemos incorporarlo analizando la factibilidad de los precios”.

Tampoco debería faltar el aporte de verduras y frutas, “al menos una de las comidas debería incorporar verduras y sería óptimo consumir al menos dos o tres frutas diarias”, y un grupo de carbohidratos “que tendrían que estar cubiertos por algún cereal, algunas pastas y los panificados simples (pan)”.

Entre los 55 productos del sector lácteo incluidos en Precios Cuidados predominan las mantecas, los quesos y diferentes opciones en yogurt, flanes y postres azucarados, mientras que solo hay tres marcas de leche entera fluida y dos de leche descremada. En tanto que la leche en polvo entera está representada por tres marcas y hay dos de leche descremada.

En el rubro carnes, solo se ofrece la picada común (con alto contenido graso) y espinazo (utilizado generalmente para guisos y pucheros) como limitadas opciones de origen vacuno, junto a milanesas y cortes de pollo. También aparecen en el ítem Congelados algunas marcas de hamburguesas y procesados de vaca y pollo. En el rubro de frutas y verduras la realidad es aún más preocupante, ya que sólo se ofrecen papas y manzanas.

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Un problema con múltiples factores

Zelada también advierte la necesidad de diferenciar que, más allá del listado de Precios Cuidados, “una cosa es lo que la gente come de acuerdo a lo nutricional y otro es lo que la gente come porque el hábito, la costumbre y el perfil cultural determina”.

“La alimentación en la Argentina es nutricionalmente pobre”, afirma. “Si nosotros vemos el patrón cultural de los argentinos nos damos cuenta de que prácticamente no comemos frutas y verduras, ni cuando los precios han estado baratos ni ahora que están más caros. Esto pasa porque hay un gran número de factores que condicionan ese consumo como lo son el tiempo, la facilidad o la accesibilidad. En vez de hacer una comida más natural, hasta ancestral te diría porque muchas veces hablamos de lo que “cocinaban nuestras madres y nuestras abuelas”, cocinamos rápido y nos conformamos con un arroz o con fideos y con eso ya estamos”, apunta.

Otro factor que resulta significativo para tener en cuenta es marcado por la profesional al señalar la existencia de “acuerdos políticos que se hacen para lograr este listado y que aparezcan algunos alimentos y no otros”.

Hay una tendencia que en tiempos de crisis se agudiza y tiene que ver con las condiciones que terminan por imponerse para delimitar las formas de alimentación de los argentinos según su situación económica. En los grupos más vulnerables se busca llevar a la mesa alimentos más económicos y con mayor rendimiento.

“En los grupos más vulnerables no es lo mismo ir a comprar un kilo de carne y un kilo de tomates que sale como $250, que llevar un kilo de arroz o fideos a los que le hago una salsa y con todo me termina costando $50”

“Ahí no es lo mismo ir a comprar un kilo de carne y un kilo de tomates que sale como $250, que llevar un kilo de arroz o fideos a los que le hago una salsa y con todo me termina costando $50”, dice Zelada que utiliza el ejemplo para señalar lo que habitualmente se nombra como la “obesidad de la pobreza” y la “obesidad de la riqueza”.

“Una se debe a un mayor consumo de carbohidratos que son los que se privilegian en el consumo como una estrategia casi de supervivencia y la otra responde a un mayor poder adquisitivo que deriva en un mayor consumo de grasas, de aceites y de azúcares concentrados en productos mucho más elaborados”, explica.

Aunque aclara que ambas situaciones son reversibles, reconoce la dificultad que representan los procesos para aquellas personas no puedan hacer frente a los costos que se requieren para modificar los hábitos alimenticios. “Yo les puedo decir que consuman más frutas, más verduras y más carne pero eso lo pueden hacer aquellas personas que estén en una situación económica estable y pueden comprar todos los días las verduras, el bife, el lácteo, el huevo, el cereal. Es una situación complicada, por eso a los problemas nutricionales hay que analizarlos desde múltiples factores”, recalca.

 

  

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