Crónica de una tarde en la Feria del Libro buscando ver qué varía año a año
En esta nota una entrevista por la feria con el escritor Martín Cristal y las especialistas en literatura infantil y docentes Florencia Ortiz y Valeria Daveloza.
Por: Barbi Couto - Especial para La Nueva Mañana
VISITAR LA FERIA DEL LIBRO
Todos los años visito la feria, me apunto actividades y recorro todas las carpas, siempre igual, casi en el mismo orden, es algo así como mi rutina de feria. Este año, abrí el cronograma de la Feria y encontré una propuesta que me llamó mucho la atención: “En busca del libro perdido”, una de las muchas actividades que propone el Espacio Barón Biza y que invita a recorrer la feria acompañado por referentes del mundo del libro a modo de guía. Me entusiasmó. Decido animarme a una visita diferente, a dejarme seducir por la mirada de la feria de alguien más. Visitar las carpas acompañado es una experiencia completamente diferente a visitarla uno solo o con la compañía a la que estemos acostumbrados. Las paradas cambian, los libros levantados de las mesas o los estantes también, la mirada, la dirección de la mirada, los stands donde se frena y los que se pasan por alto, los tiempos, las búsquedas en cuclillas. Todo cambia de perspectiva. Busco cómplices y espero la cita.
Es viernes al mediodía. Quedamos en encontrarnos en el Espacio Barón Biza, que es el stand dedicado a las editoriales independientes ubicado en la carpa central sobre la calle Independencia. Cuando llego, Florencia Ortiz y Valeria Daveloza ya están ahí, hicieron trampa, llegaron antes y ya están mirando libros. Florencia y Valeria son docentes, especialistas en literatura infantil, amigas y cómplices en el mundo de la promoción de la lectura. Forman parte del equipo de investigación “La LIJ como problema de enseñanza de la Literatura” del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC con quienes acaban de publicar el libro “Anti-recetario. Reflexiones y talleres para el aula de Literatura”. Les pregunto qué rutinas tienen cuando planifican la visita a la feria. “A mí me decepcionan los stands”, arranca Valeria con tapones de punta, “sobre todo los referidos a literatura infantil, me parece que hay mucha oferta de libro-juguete, de libros que venden mucho pero que no están buenos. Mi rutina consiste en pasar muy rápido por la carpa, detenerme en algunas librerías o el Espacio Barón Biza por ejemplo y sí hacer el circuito de las charlas, presentaciones que me interesen. Por la feria paso raudamente, además paro siempre en los mismos cinco o seis stands de siempre y después me dedico a las charlas”.
“Yo que soy la más vieja”, arranca Flor, “voy a contar que estuve desde las primeras ferias en los arcos del Cabildo, yo trabajaba para librería Rayuela, para mí tiene un sentido como muy lindo haberla visto crecer a la feria en todos estos años. Sin embargo en años anteriores, hemos tenido ferias un poco más parecidas a la de Buenos Aires, con más presencia de editoriales y no tantas librerías, sin tanto saldo. Y coincido con Vale, paso directamente al Barón Biza o busco aquellos stands donde pueda conseguir autores cordobeses. También debo confesar que si llego a encontrar algún saldo de literatura infantil interesante, no solamente me detengo, compro, sino que también invito a mis estudiantes de todos los niveles a que lo busquen”. Así que marcamos cinco stands en el mapa y salimos a recorrer.
- Ustedes que ya tienen entrenado el paladar en reconocer los buenos libros de los que no lo son, en mesas de saldo o librerías, ¿qué recomendación podrían hacer a padres y lectores interesados en libros para chicos y adolescentes?
- Valeria: Primero me fijo en las ilustraciones. Que se salga del estereotipo del niño, de la niña, del monstruo, del animal. Que sean ilustraciones dinámicas, que llaman la atención. También me detengo en bucear un poquito en el libro. Que sean un poquito irreverentes, y trabajen con el sentido del humor, que no tengan un vocabulario que sea simple. En cosas como esas me fijo cuando buceo en editoriales o autores que no conozco.
- Flor: Yo diría, pensando en los padres, que sería interesante que le pregunten a sus hijos, porque es probable que hayan tenido ya en su escolaridad la posibilidad de conocer autores, que le gusten ya ciertos títulos, ciertas colecciones. A veces los chicos tienen más saberes sobre la literatura que los padres. En relación a la adolescencia, diría que como adultos no debemos dejarnos llevar por ese prejuicio de que el adolescente necesita un libro para superar la adolescencia. No es solamente un conjunto de crisis sino que es un momento de la vida de una altísima sensibilidad, de una gran curiosidad, que hay que buscarla. Tratarlo de igual a igual al lector, que el libro sea un tema de conversación y no un tema de imposición, que el libro sirva para generar un vínculo.
Los domos
Nos tomamos el tiempo para pasear por la muestra del ilustrador Pablo Bernasconi en uno de los domos. Se les nota el brillo entusiasta de lectoras conocedoras de la obra.
Cruzamos al domo digital y, aunque no hay charla en ese momento, nos entretenemos mirando las tablets dispuestas para jugar un rato o escuchar un cuento infantil. Les pregunto qué opinan de la literatura infantil y la cuestión digital. Valeria reflexiona: “En general la experiencia que he tenido con cuentos de este tipo es como la versión de libro juguete pero a la pantalla del celular inteligente, una historia muy simple, con un conflicto muy superficial y después todo el chiste está puesto para jugar, aprender los números, jugar al memotest. Literatura no es, yo diría que son juegos con una estructura narrativa, porque la potencia literaria pasa a un segundo plano ya que toda la estructura está pensada para la interactividad. Salvo por algunos autores interesantes, los chicos de Buengusto y Martín Eschoyez están pensando hacer historietas de realidad aumentada y me parece que es gente que tiene un guión suficientemente potente que sostenga la puesta en escena. Creo que es parte de la novedad, cuando aparece un género o soporte nuevo, probablemente nos estén faltando los escritores y los ilustradores nativos digitales”. Flor agrega: “Sería interesantísimo justamente como zona de borde, es un terreno fértil para aquellos que quieran explorar otros lenguajes. Es también la historia de la literatura infantil donde ha crecido e innovado siempre en las zonas de borde”.
El Espacio Barón Biza
Llegamos al Espacio Barón Biza otra vez y nos perdemos entre los estantes. Comentamos novedades, nos mostramos entre nosotras, van y vienen los libros, Valeria prueba el Booklist que es un dispositivo donde los editores recomiendan algunos títulos. Se encuentran con gente y se arma la ronda. En la mesa se amontonan libros “Al rescate de lo bello” publicado por Caballo Negro, “Ni tan pink ni tan punk”, de Florencia Ordoñez. “Escrituras rituales, ensayos sobre arte y literatura” de Los Ríos, “Si tuviera que escribirte”, de Ediciones de la Terraza. En ese mismo momento llega Martín Cristal y se siguen sumando las recomendaciones. “Universos de Papel y Agente de Borges”, dos historias en un libro editado por Holograma, “Esperando al 600” y “Esperando al 601”, antologías editadas por Postales Japonesas, “Mi signo es de fuego”, de Glauce Baldovin, la poesía reunida de Diego Cortés. Cual juego de postas nos despedimos de las chicas y me preparo para una visita por la feria junto a Martín.
-¿Cuál es tu rutina cuando venís a la feria?
- Martín: En general repaso el programa porque me interesan sobre todo las actividades, lo leo íntegro y marco las actividades que me interesan y las paso a una agenda, sin saber si voy a poder ir o no, si ese día lo voy a tener libre o no. Después ya me queda en la agenda, entonces, según el tiempo que tengo, voy. De feria en feria varía cuántas actividades marcás. En esta feria me parece que hay varias cosas interesantes.
Con respecto a las carpas, esto de venir los primeros días es pura casualidad, no lo hago así habitualmente. La ventaja de venir los primeros días es que el stock está completo en general. Entonces si estás buscando un libro extraño o ese libro que te va a sorprender tenés más chances de un hallazgo. Después hay una idiosincrasia muy repetida de año a año en las carpas donde uno ya sabe qué mirar, por dónde pasar rápido y dónde detenerse un poco. El Barón Biza que ha ido creciendo año a año es un stand para detenerse porque es como un termómetro de la actividad independiente que a mí me interesa muchísimo, más allá de que vaya a comprar dos, seis, diez libros. Trato de verlo todo, me detengo estante por estante, todo lo que me llama la atención. Después tenemos stands como este de enfrente que es una librería, que sé dónde está, que paso a pie una vez por semana mínimo, sé cómo te atienden, sé lo que puedo buscar y lo que no en esa librería, no tiene ningún sentido detenerse en un stand de una librería que está a dos cuadras y a la que un lector medianamente asiduo ve o visita con frecuencia. Entonces, si te ponés a restar esos espacios las carpas se achican considerablemente. Lo que sí me fijo es qué ponen esas librerías en las mesas, porque implica de algún modo enterarse qué es lo que quieren ofrecer los grandes grupos en este momento. No es porque vaya a comprar, pero me sirve como termómetro, así como el Barón Biza lo es para lo independiente eso me sirve para ver los grandes grupos. Entonces ves algunas tendencias. Otro sector que exploro con un poco más de atención son las librerías de saldos y de usados. También algunos con materiales más académicos, como el de la UNC, me interesa ver qué se hace. A veces incluso no es material de lectura por placer pero como uno escribe hay veces que salen ahí que pueden ser de interés para documentarse, libros sobre fauna y flora, libros sobre historia. Lo que uno está buscando es la variante, año a año, ver qué varía. Y en la variante puede siempre haber una perlita.
Mientras charlamos nos damos cuenta en un momento que nos hemos quedado callados los dos y estamos mirando de reojo a una nena que despliega un librito pequeño editado por Libros Silvestres y está absorta. Nos sonreímos cómplices de encontrar una pequeña lectora tan entusiasmada y nos decidimos a recorrer la feria. Visitamos las tres carpas, en orden, pasamos de largo por muchos stands pero nos detenemos largos ratos en muchos otros. Martín levanta libros, los mira por dentro, la caja de diseño, las tipografías, les explora la belleza y la presentación. Sabe en qué pasillos hay colecciones a buen precio, anticipa características de algunos stands, frenamos e inspeccionamos con curiosidad los nuevos, por ejemplo el de la ciudad invitada de Neuquén. La gente lo saluda, firma algunos libros. Volvemos al Barón Biza y encontramos más amigos y colegas. Nos quedamos charlando y para cuando me quiero dar cuenta han pasado las horas y confirmo que he vivido una feria distinta. Cada uno de los dos paseos fue absolutamente diferente y a continuación les dejo la invitación al ciclo que propone el Espacio Barón Biza para que también ustedes puedan tener una feria diferente.
En búsqueda del libro perdido
Entre las actividades que ofrece el stand Barón Biza está una visita guiada a la feria de la mano de un/a profesional del libro que mostrará un recorrido fuera de serie a partir de los libros que considera tesoros (rarezas, ediciones especiales, hallazgos).
Guía: Carlos Schilling (sábado 15 de septiembre, 19 hs)
Guía: Javier Folco (martes 18 de septiembre, 19 hs)
Guía: Juliana Rodríguez (jueves 20 de septiembre, 19 hs)
Muy recomendado. La programación completa y los otros ciclos interesantes que forman parte de la feria pueden consultarse en los enlaces de esta misma página.
Enlaces
Espacio Barón Biza, actividades a partir del 13 de septiembre (programación):
Zona de entrevistas: Ficción en tiempos de pos verdad, sábados de la feria
Córdoba Mata "Los medios y los miedos", 17 al 20 de septiembre
Espacio Poesía, 20 al 22 de septiembre
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