Sebastián Navarro, el aguafiestas que ahora es glorioso
El ex volante de Talleres le privó el ascenso al Instituto de Darío Franco en 2012. Hoy es uno de los "refuerzos ilusión" de esta temporada para llegar a Primera, con el mismo DT.
El 2012 representa para Instituto la ilusión más luminosa con la desilusión más dolorosa de todas al mismo tiempo. El equipo que tenía a Darío Franco a cargo del timón, el mismo que hoy también conduce la nueva etapa en la B Nacional, llegaba con posición inmejorable para llegar a Primera División. Dependía de sí mismo, después de maravillar a todo el país con su estilo de juego, sorprendiendo a propios y extraños. El tema es que en el rival figuraba el gran aguafiestas, que curiosamente hoy forma parte de las filas del elenco de Alta Córdoba.
Elegante, algo sobrador por momentos, con vista panorámica en la salida defensiva, y un tranco singular, son las cualidades que siempre caracterizaron a Sebastián Navarro.
Aquella tarde jugó un partido descomunal con ese monstruo pintado de verde llamado Ferro Carril Oeste, que por muchos años fue algo peor que un karma para el “Glorioso” a partir de esa caída. Y hasta se dio el lujo de anotar un gol, para el 3-0 final que llenó de lágrimas el Monumental.
Actualmente Navarro luce la camiseta albirroja. Fue refuerzo pedido por el propio Franco, a quien considera pieza clave para empezar las jugadas desde la meta propia, aplicación inmanente en todos sus equipos. Sin embargo, de esa tarde Navarro elige no recordarla.
“Fue un gran partido que hicimos, la cancha estaba muy llena, Instituto era serio candidato, lo demostró a lo largo del torneo, pero dimos el golpe. Estuvimos muy concentrados”, se limita a decir el ex Talleres sobre el partido que desató la oscuridad en un mar de luces albirrojas.
Sí, ex Talleres. Esa será otra presión que se añade a las obligaciones de Navarro, sabiendo que por el barrio no son muy tolerantes con los clásicos y los oponentes históricos.
“Tengo en claro que cada vez que salga a la cancha tendré que rendir un examen extra. Voy a ser seguido de cerca y eso para mí es un lindo desafío. No es una presión.
Esta institución es muy importante, y más allá de mi pasado en Talleres, tengo que responder para ser evaluado en cancha. Esa es mi mejor manera de demostrar lo que vengo a aportar”, afirma el mediocampista.
Ese 23 de junio de 2012 los medios cordobeses y nacionales que se prepararon para la cobertura de un ascenso casi cantado, coronaron a Navarro como figura consular, con 8 o 9 puntos de calificación. Es que abrió la cancha con un pase preciso a casi 40 metros para un juvenil Marcos Acuña (hoy mundialista en Rusia 2018) para el tanto de Luis Salmerón; asistió a Jorge Pereyra Díaz con una vaselina por encima de la defensa y de yapa, aprovechó un rebote desde el travesaño para mandarla de lleno, de volea, a la red para el 3-0 final. En las acciones, se “comió” a Ezequiel Videla, en ese entonces símbolo y corazón del mediocampo protagonista de Instituto que vio como se le escapaba la chance de campeonato de la manera menos pensada. Y un Navarro irreverente, con rastas atadas detrás de la nuca, desplegaba sus alas y lo irrespetuoso de su juventud para dar una clase magistral de distribución, imaginación y criterio.
Instituto lo sufrió pero hoy lo puede empezar a disfrutar. De eso es consciente el volante nacido en El Bolsón, en la Patagonia, porque su trayectoria y valoración no será suficiente si no aparecen resultados en el corto plazo. “Repito que no es una presión para mí. Sí lo tomo a este desafío como una revancha, para volver a sentirme pleno, de ser considerado otra vez. Vengo de jugar en varios equipos, quiero lograr regularidad, en lo personal me encuentro bien y sé perfectamente que en esta institución solo sirve pelear el ascenso. No hay que volverse loco pero es tiempo de demostrar en cancha de lo que soy capaz. Instituto merece respeto. Espero amoldarme a la idea del técnico, sabemos qué es lo que busca Franco en sus equipos, ojalá seamos ofensivos y verticales. Vamos con esa mentalidad, de poder estar a la altura”, cuenta.
Sin más rodeos, con ustedes, Sebastián Navarro. El peor invitado de aquella fiesta que no fue. Actualmente, en la trinchera albirroja, con el DT rival que hora le impartirá órdenes para que esta vez haya celebración.
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