Opinión Manuel Reyes (*) 29/05/2018

El significado actual del Cordobazo: un mandato de unirse en la lucha

El 29 de mayo de 1969, los trabajadores organizados sindicalmente produjeron el acontecimiento de mayor trascendencia en la vida política y social de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX.

El 29 de mayo de 1969, los trabajadores organizados sindicalmente produjeron el acontecimiento de mayor trascendencia en la vida política y social de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Con su presencia combativa fueron impulsores y principales protagonistas de la huelga y movilización que quedó inscripta en el historial de las luchas del pueblo y en la memoria colectiva con el emblemático nombre del Cordobazo.

Sus características singulares están reflejadas en las imágenes de los trabajadores que semejaban ríos torrentosos, que a su paso sumaban más vecinos y simpatizantes. Desbordaban todo y encolumnados marcharon desde todos los puntos de la ciudad hacia la CGT, en el hoy mítico local de Vélez Sarsfield 137, lugar previsto para el acto central. La lucha cuerpo a cuerpo con la policía, las barricadas que se multiplicaban en lugares ya previstos, los vehículos incendiados, la ciudad tomada conmovieron a todo el país, proyectándose mucho más allá de sus fronteras.                                                                    

Fue el corolario de la larga lucha que dio la Resistencia Peronista iniciada el 16 de junio de 1955, luego del trágico y cobarde bombardeo a Plaza de Mayo, que se intensificó y expandió a todo el país a partir del golpe del 16 de septiembre de 1955.

Encaramada en el poder político tras el derrocamiento del gobierno del Dr. Arturo Humberto Illía, la dictadura de Juan Carlos Onganía, como antes en 1955 la fusiladora de Aramburu y Rojas, pretendía arrasar con los derechos y conquistas de los trabajadores y con los de la ciudadanía en general e imponer un régimen político neo conservador y un modelo de sociedad regimentada con gran desigualdad social. Así también la imposición de un modelo económico al servicio del capitalismo financiero con sus efectos demoledores sobre la industria nacional, trayendo aparejada los cierres de fábricas y la desocupación con sus secuelas de marginación social, indigencia y pobreza.                        

Frente a esta situación, el Movimiento Obrero Organizado de Córdoba decidió convocar un paro activo de 36 horas y dar la lucha frontal en las calles para recuperar la libertad, la democracia y el derecho a ser artífice de su propio destino. Los estudiantes que también venían protagonizando duros enfrentamientos con la dictadura, sumaron su participación cumpliendo un rol de alta significación y potencialidad. Esta conjunción obrero-estudiantil generó una reacción favorable de la población que con su participación le dio la impronta de rebelión popular.

Por todo esto hoy, es necesario recordar no sólo el acontecimiento y su significación histórica sino también a los que exponiéndose a las consecuencias de enfrentar a la dictadura resolvieron el paro activo convocando a los/las miles de trabajadores y estudiantes que estuvieron ese día allí, donde la realidad los convocó para ser artífices de parte de la historia de Córdoba y del país.

De esos compañeros y compañeras dirigentes sindicales sólo se mencionan a Atilio López, Elpidio Torres y Agustín Tosco pero es justo decirlo: pasaron a la historia apoyados en sus liderazgos por una legión de dirigentes, hombres y mujeres, cuya gravitación fue similar a estos líderes tanto que sin ellos no hubiera sido posible. Ellos merecen ser recordados porque asumieron la representación política del conjunto social para defender derechos de los trabajadores, para recuperar la democracia y los derechos de toda la sociedad.  Lo hicieron encarnando el rol que la circunstancia requería, siendo como en aquel 17 de octubre de 1945 sujetos protagónicos en la construcción de una sociedad más justa, más solidaria, más humana, en los destinos de la Nación y el pueblo.                                                                                                                           

La trascendencia y vigencia del Cordobazo tiene un sello distintivo e inalterable que hoy, a casi 50 años, cobra mayor magnitud y constituye un mandato inexcusable para los actuales dirigentes sindicales. Ese mandato es poner la mayor voluntad y compromiso en la unidad para la acción. 

Ese fue el gesto que engrandeció a los hacedores del Cordobazo y les dio un lugar destacado en la historia; entendieron era necesario unirse para enfrentar a los poderosos que sojuzgaban al pueblo trabajador y que no había lugar para especulaciones ni divisiones estériles entre dirigentes.

Por eso hoy, al recordar aquella gesta popular como uno más de aquellos sindicalistas que acompañaron a estos grandes líderes, reclamo a la dirigencia sindical actual que hagan todos los esfuerzos y renunciamientos que fueran necesarios en pos de lograr esa unidad. La situación de los trabajadores y vastos sectores de la sociedad la requiere para frenar y poner límites a la escalada de acciones y medidas antipopulares y antinacionales que aplica el gobierno de Mauricio Macri.

Mantengo la confianza en el Movimiento Obrero Organizado, que nuevamente como vanguardia de la sociedad, logrará torcer una vez más el curso de la historia. Es necesario y urgente. El pueblo y la Patria los mira. También en nombre de quienes hemos evocado para que estén con nosotros en otra celebración del Cordobazo, con la consigna que atraviesa todos los tiempos: “Sólo el pueblo salva al pueblo, sólo los trabajadores salvarán a los trabajadores”.

(*) Secretario General de la Corriente Atilio López. 

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