La política pone la pelota abajo del pie y piensa en el post Mundial

Actos de lanzamiento y confirmación de candidatura se adelantaron a la Copa del Mundo para dejar el terreno preparado para recorridas y proselitismo territorial.

Schiaretti y Llaryora en la presentación de la candidatura a gobernador del actual intendente de la ciudad de Córdoba. - Foto: gentileza.

  

 

El próximo martes por la mañana la Selección argentina de fútbol masculino comenzará su periplo por el Mundial 2022, que se desarrolla en Qatar y empieza el domingo. Sí, pasado mañana. A partir de ese momento, los relojes del transitar diario parecerán detenerse detrás de uno de los espectáculos deportivos y culturales más importantes del mundo, y la política hará su propio juego. Más allá de la desafortunada frase por la que la ministra de Trabajo de la Nación, Kelly Olmos, tuvo que salir a dar explicaciones y reafirmar que el Gobierno iba a “seguir trabajando” durante el mes del Mundial, no está de más advertir que la escena pública estará mirando hacia otro lado. En esa oportunidad, con las luces bajas, la gestión continúa; pero la rosca interna y el “trabajo de hormiga” de los diferentes partidos políticos aprovecha para ir ganando espacios en el campo de juego y acelerar lo más posible de cara al inicio formal de la campaña electoral para el 2023.

El multitudinario acto que encabezó Cristina Fernández de Kirchner ayer en el Estadio Único de La Plata terminó de trazar un mapa que se anticipaba meses atrás, y que termina de tomar forma por estas horas. A lo largo y a lo ancho del país, los principales referentes políticos de la Argentina se esmeraron en anticiparse a la Copa del Mundo para iniciar explícitamente sus campañas. Los días que transcurran con la atención puesta en Qatar servirá a quienes aspiran a ocupar cargos ejecutivos para comenzar a realizar recorridas por los territorios y tejer en fino las estrategias que comenzará a acelerarse a partir de febrero. Aunque nadie se anima a augurar un diciembre tranquilo o un enero demasiado quieto, la estrategia reinante durante noviembre parece haber sido la de esperar el campeonato del mundo con los jugadores en la cancha, para que nadie madrugue a nadie.

De Loredo se pone la camiseta

El radicalismo tuvo su megaacto semanas atrás, usando una fecha icónica: el día que los argentinos y argentinas volvieron a votar en 1983 y le dieron el triunfo a Raúl Alfonsín. En Costa Salguero, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la conducción nacional de Gerardo Morales convocó a la militancia y la dirigencia de los diferentes puntos de la Argentina para un encuentro que sirvió de empuje para la candidatura nacional del jujeño (con un faltazo de Facundo Manes, su rival interno, incluido) pero también para dejar explícita la intención de la UCR de subir su precio en la interna de Juntos por el Cambio a base de resultados electorales exitosos. Para gobernar el país, hay que crear el poder desde las provincias. 

En cierto modo, el acto del 30 de octubre anticipó una serie de lanzamientos a lo largo del país, que tuvo en Córdoba su apartado particular, el aparente fin de misterio respecto a las aspiraciones de Rodrigo De Loredo. En Costa Salguero, Morales le daba la espalda a la militancia y miraba a sus correligionarias y correligionarios, que los escuchaban sentados en una tribuna, apostada sobre la parte trasera del escenario. Allí, recorría sus posiciones y los instaba a llevar al radicalismo a lo más alto del poder político en cada una de las provincias. Con Mario Negri, Marcos Carasso y Ramón Mestre dispersos entre los dirigentes, lo miró a De Loredo y le dijo “Rodrigo, vos vas a ganar esa elección”, y el acto continuó. 

Salta a las claras que lo de Morales fue una circunstancia de un acto nacional y que De Loredo hace pesar la centralidad de Córdoba y su fuerte presencia mediática, para destacarse por sobre el resto de los presentes en esa tribuna boinablanca que celebró eufórica las virtuales lanzamientos de Morales y Martín Lousteau, que aseguró que iba a ser candidato a jefe de Gobierno porteño. Lo cierto es que, dos semanas después, De Loredo se lanzó. Y lo anunció como un lanzamiento. Lo sentó a Luis Juez en primera fila y le “bajó línea” respecto a los temas que, según su sector dentro de la UCR, hay que “salir a discutir” de cara a la campaña. Todo provincial, poquitito referido a la ciudad, el lugar en el que el líder del Frente Cívico le gustaría verlo. A la salida, en una exclusiva con Canal 12, De Loredo fue demasiado claro: “Evidentemente en Juntos por el Cambio hay dos candidatos. Asumimos esa candidatura”. Apenas unos días más tarde, la mesa nacional de la coalición confirmó la realización de internas en aquellos distritos sin PASO y sin candidatos consensuados. Es claro que De Loredo puede cambiar de opinión e ir por la ciudad, lugar en el que marcha muy por encima del resto en las encuestas, pero eso no se sabrá al menos hasta que haya que definir oficialmente los nombres que se inscribirán en la boleta única y, sobre todo, la fecha de la elección. 

Las paredes de Schiaretti y Llaryora

La precipitación del Mundial también aceleró el lanzamiento de Martín Llaryora. La puesta en marcha de la campaña no estaba pensada originalmente en el derrotero en que finalmente se inscribió, pero cuando los tiempos apremian, el manual político indica la necesidad de pegar el volantazo. Por años y por experiencia previa, Schiaretti sabe demasiado de estas cosas. Por eso largó a la cancha al intendente de Córdoba, que empezó a acelerar su presencia nacional buscando un doble impacto: pararse de manos ante los discursos televisados de sus principales rivales por la gobernación y sumar a la estrategia nacional de Schiaretti, que aún sin demasiadas certezas insistirá en su deseo de armar una propuesta transversal para “salir de la grieta por arriba”.  

“Te necesitamos presidente de los argentinos Juan, para que la Argentina deje de ser un país desunido y dividido, y de una vez por todas salga de esta situación y se encamine al progreso“, dijo el propio Llaryora durante su acto de lanzamiento. Gobernador e intendente están por estas horas en gira, por razones de gestión. Ambos se dedicarán a recorrer el interior provincial no bien vuelvan a sus funciones, que combinan gestión con proselitismo. 

Mientras la paz del modelo y la certidumbre se imponen como las estrategias predilectas del cordobesismo, las líneas internas del peronismo cordobés también exponen su jugada abiertamente y se guardan los ases para empezar a tocar sus mangas durante el Mundial. 

Sin espacio dentro del schiarettismo, el Frente Peronista Cordobés tuvo su gran plenario provincial y anticipó que presentará listas propias en el 2023. Más cauteloso con los movimientos y sin cerrar las puertas a un acuerdo que le permita formar parte de un eventual armado futuro con Llaryora como gobernador, Martín Gill se reúnes semanalmente con intendentes de distinto color político y construye ese mix entre peronismo provincial y nacional que reivindica a Schiaretti y a Alberto Fernández. El kirchnerismo, por su parte, también anticipó que presentará listas, aunque la estrategia es más difusa y terminará de definirse mucho más allá de la Copa del Mundo. Esperando tener un buen recuerdo cercano, que flote en la memoria colectiva entre los papeles y los sonidos de un verano celebrado. 

  

 


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