Este viernes se conoció la sentencia contra Sergio Raponi, propietario de la Química Raponi SRL, que tuvo una explosión el 6 de noviembre de 2014, y cuya detonación dejó como saldo una mujer muerta (María Angélica Cueto), decenas de heridos, y daños parciales y totales en viviendas en barrio Alta Córdoba.

Uno de los más afectado fue el joven Pablo Amaya, que sufrió graves heridas y estuvo internado varios días en coma, permaneciendo en terapia intensiva por más de un mes. La detonación le dejó varias secuelas que cambiaron su vida para siempre.

Este viernes, en diálogo con el noticiero Telenoche, por Canal EL Doce, detalló: “Por la fractura de mi cráneo, hoy tengo casi la mitad de mi cabeza de plástico. Hay muchas actividades que no puedo hacer, entre ellas, practicar deporte”.

Hasta el día de hoy, Pablo sigue sintiendo zumbidos en el oído, dolores de cabeza y mareos. Sin embargo, aseguró que la música lo ayudó a lidiar con su situación: “Me desperté del coma escuchando Yesterday de Los Beatles. Ahora estudio composición musical en la Facultad”, contó.

Ante la sentencia que se dio a conocer este viernes contra Sergio Raponi, dueño de la química que causó la tragedia en barrio Alta Córdoba, opinó: "Le diría a Raponi si es consciente del daño que generó. En un principio estaba enojado pero decidí avanzar. Hoy no siento bronca”, aseguró. Y remató: “Esperaba aunque sea una disculpa, pero su silencio vale más que mil palabras”.

Juicio contra Raponi

Sergio Raponi, dueño de la empresa, a ocho años de prisión. Estaba imputado por estrago doloso doblemente calificado. 

El proceso judicial se llevó adelante en la Cámara Cuarta del Crimen y contó con 33 querellantes.

El fiscal Raúl Gualda había pedido una condena de 6 años y medio de cárcel. Por su parte, la defensa de Raponi había pedido unificar las querellas argumentando que "ocho querellantes particulares tienen similares intereses". Además, solicitó la nulidad de la acusación y el cambio de carátula a estrago culposo agravado.

Tragedia de Alta Córdoba

Raponi Industrial Química SRL era la firma cuyo depósito se ubicaba en calle Nicolás Avellaneda 2.971, en el barrio de Alta Córdoba.

Minutos después de las 20.30 del 6 de noviembre de 2014, un incendio comenzó en un sector de ese  depósito y minutos después, cuando los bomberos ya llevaban adelante las tareas de extinción de las llamas, se produjo la potente explosión que dejó un cráter en el lugar. 

La onda expansiva causó graves destrozos en la mayoría de las viviendas ubicadas en los alrededores. Al menos 66 personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad: Pablo Amaya, que en ese momento tenía 15 años de edad; y María Angélica Cueto, de 65. Un bombero de 35 años también resultó con lesiones de consideración, pero fue dado de alta a los pocos días.

Cueto presentaba múltiples fracturas tras haber quedado debajo de piezas de mampostería, e ingresó al Hospital de Urgencias tras sufrir un paro cardíaco. El 7 de noviembre fue derivada a la Clínica privada Romagosa, donde falleció el sábado 15, nueve días después del siniestro.​

Amaya, en tanto, llegó también al Hospital de Urgencias con un hematoma subdural, consecuencia de un traumatismo de cráneo a causa de un golpe por un portón que cayó sobre su cabeza, además de trauma toráxico y abdominal y una lesión intraabdominal con compromiso del aparato respiratorio. Debió ser operado esa misma noche y recién el 10 de diciembre de 2014 fue dado de alta.​

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