Dentro de la estructura de Talleres, hay cierta predilección en elegir nombres de perfil bajo, con más trabajo en la cancha y menos declaraciones en los micrófonos. Y sin generar polémica. En este caso, Alexander Medina no solo cumple con esos requisitos excluyentes, sino que además potenció valores y le dio un salto de calidad al proceso. Dentro de las metáforas futboleras, suele decirse que cuando un entrenador sin muchas figuras a disposición se mete en la discusión por el título, es porque “le saca agua a las piedras”. Y vaya si el “Cacique” se amolda a esa coloquial frase futbolera. 

Sin figuras de renombre, pero con la mentalidad impuesta de optimizar el hambre de gloria, el “Cacique” imprimió en el grupo la confianza y espacio suficientes para fortalecer sus virtudes. Fue el arquitecto perfecto en esta etapa del proceso, solidificando las bases, aceitando engranajes e invitando a soñar a todos.   

¿Seguirá Medina después de fin de año? Su contrato fenece el 31 de este mes, y más allá de las especulaciones, hoy no hay certezas de su definición. En su momento tuvo cortocircuitos con Andrés Fassi, por la política vendedora del club más otros detalles; aunque en definitiva, son un matrimonio por conveniencia que no debería tener un final abrupto luego de haber logrado un idilio que puso a Talleres a codearse con los poderosos sin complejos de inferioridad.  

Ante Independiente, este domingo, puede ser el último partido de Medina en el Matador. 

La dirigencia lo considera casi indispensable en esta etapa y buscará motivarlo con la Copa Libertadores. Pero es verdad de Perogrullo que el “Cacique” también buscará hacer valer sus pretensiones y exigencias, sabiendo que ya es mirado con otra valoración en el fútbol local e internacional. El hincha ya lo adoptó, pero la pelota ahora la tiene Medina. 

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