Qué se juega detrás de la discusión por la suspensión de las Paso

Las razones sanitarias y económicas parecen ser razonables y suficientes. Pero analizando riesgos y conveniencias, ¿quién gana y quién pierde si no hay primarias en agosto?

 

Finalmente, el Presidente de la Nación habilitó al Congreso para que analice la posibilidad de suspender las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) que tendrían que definir a los candidatos para las legislativas de este año. Si bien las razones se sustentan en la situación sanitaria y el gasto que implicaría el proceso electoral en medio de una crisis que también es económica, el desglose de conveniencias y riesgos que una decisión de ese calibre traería aparejado para cada uno de los actores saca a la luz otros elementos, que también sirven para comprender algunas posturas públicas. 

La mayoría de los gobernadores no quiere saber nada con las internas. En esa postura pública, principal apoyo de Alberto Fernández a la hora de habilitar el debate, no se diferencian colores. Casi todos los mandatarios peronistas, incluso Juan Schiaretti, entienden que resulta conveniente esquivar el proceso. Tres de los cuatro representantes de Juntos por el Cambio pedirán a sus representantes en el Congreso avanzar con la suspensión. Ahora bien, ¿puede sólo la pandemia explicar el fenómeno? Por supuesto que no. 

Una herramienta desperdiciada

Desde que las primarias se universalizaron en la Argentina, diciembre de 2009, son muy pocas las disputas reales que puedan conmemorarse en el seno de cada fuerza. La más recordada tal vez sea aquella que terminó resquebrajando al peronismo bonaerense en el 2015, pero también hay otras que -con menor incidencia en electorado- tuvieron su importancia en el arenero político: una buena parte de la renovación en las referencias de izquierda en el país se explican a partir de esta posibilidad. 

Más allá de esos casos puntuales, la mayoría de los analistas entienden que las Paso han sido una herramienta no bien utilizada con el trascurrir del tiempo, y por momentos hasta despreciada por los propios partidos políticos, que prefirieron seguir aferrándose a sus viejas formas en vez de abrirse a escenarios un tanto más impredecibles. Eso, naturalmente, repercutió en una cada vez mayor animadversión por parte de la ciudadanía. La militancia “anti-gasto-de-la-política” se frota las manos ante la propuesta oficial que empezó haciendo pública el sanjuanino Sergio Uñac, a finales del año pasado. 

Cómo aquellos que criticaron, despreciaron, o simplemente eligieron no utilizar la herramienta más que para tener un mapeo electoral más claro pueden hoy oponerse a la suspensión que, encima, se argumenta desde la necesidad de volcar gastos a la lucha contra la pandemia. Las respuestas pueden ser muchas, pero se resumen en una sola: la discusión interna de los frentes políticos de los que forman parte. 

Un paraíso electoral lleno de manzanas

En Juntos por el Cambio, el juego es tan interno como la estrategia “para afuera”. Mientras un sector liderado por Luis Juez augura una primaria que le permita medirse con los referentes de mayor peso en la alianza - e incluso amenaza con una lista alternativa para el espacio no peronista -, los posicionamientos colectivos siguen siendo sólidos y cerrados. Aunque muchos amagan, las posturas no se separan un ápice de las públicamente sostenidas por los principales referentes del espacio: el ex presidente Mauricio Macri; la titular del PRO, Patricia Bullrich; y el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. 

Quizás el principal referente por fuera del partido amarillo sea el cordobés Mario Negri, uno de los que busca atravesar el conflicto interno sorteando el primer escollo para su (nueva) proyección electoral. Llegó a un acuerdo con el mestrismo para mantener el poder de fuego hacia dentro del radicalismo, y desde allí busca dar batalla frente a los sectores “díscolos” a la conducción nacional, a la que el actual diputado es muy afín. Por esa aproximación, y también por una estrategia propia que se apoya en el caudal de votos que demostró tener la capacidad de arrastrar, Negri se opone a la suspensión de las internas. Públicamente, la principal crítica tiene que ver con “el cambio de las reglas del juego”, una frase que se repite mucho entre los cuestionamientos más comunes al gobierno nacional. Hacia adentro de la alianza, Negri se sabe fuerte. Eso lo dicen las encuestas, y se comenta cotidianamente entre los pasillos y pocillos de la política cordobesa. 

El 14 de marzo se llevarán adelante las elecciones al interior de la UCR, y quizás allí se empiece a limpiar un poco el panorama respecto a las posibles rupturas que, hoy por hoy, hacen mucho ruido pero muestran pocas nueces. ¿Podría Juntos por el Cambio tener una interna más allá de la suspensión de las primarias? Cuando esto se pregunta, las respuestas son hombros encogidos, ceños que se fruncen, ojos que se revolean y cabezas que se mueven sin rumbo específico. 

El peronismo y el renovado desafío de la unidad

La posición de Schiaretti es histórica dentro del peronismo desde 1999. Saben los peronistas de Córdoba que la resolución de las discusiones hacia adentro del partido durante lo que va del siglo entregó menos suspenso que el final de Masterchef Celebrity. Sin embargo, esa situación se fundaba en una serie de condiciones que ya no existen. El principio de unidad y su consecuente liderazgo indiscutido se diluyen en un escenario en que la disputa por la renovación, indefectiblemente, se impone en el horizonte. 

Como sucede en la mayor parte de las provincias argentinas, el poder de los gobernadores se sustenta en un apoyo cerrado a las lógicas de construcción que han llevado a cada uno de los mandatarios al lugar que ostentan en la actualidad. Todos saben que la mejor forma de mantener ese status quo que juega a su favor es no habilitar las expresiones disonantes en el seno de cada una de sus fuerzas. 

¿Posibilidad de panperonismo en Córdoba?

Cuando los posicionamientos alternativos no representan riesgos reales, el gesto de amplitud aparece casi como caballerosidad; pero en el presente, la convivencia provincial entre el justicialismo más clásico, el kirchnerismo y el massismo abre un abanico propositivo que se anima a cuestionar los poderíos locales desde construcciones alternativas de perfiles diversos y espaldas más anchas. En Córdoba, particularmente, en ese terreno se juega otra definición no menor: la posibilidad de un frente electoral que unifique todas las expresiones del panpaneronismo. 

Conociendo el terreno, la conducción de Hacemos por Córdoba sabe que si la unidad es una chance concreta, abrirse a una interna abierta puede achicarle el “margen de negociación” a la hora del armado de listas. También lo saben los sectores del peronismo más cercanos al Presidente. Así como las victorias pueden dibujar horizontes promisorios, los tropiezos sólo prometen replicar escollos en los caminos hacia el 2023. 

En esa discusión que no termina de saldarse públicamente, también están los mandatarios (y mandataria) que no resuelven cuál es la mejor forma de mantener la tropa unidad para la segunda parte de sus mandatos. Por esa razón, Axel Kicillof y Alicia Kirchner no terminan de tener una posición tajante al respecto. En la historia del fin de los liderazgos absolutos también se explica la posición de Horacio Rodríguez Larreta, que desde su renovada fortaleza porteña, quiere empezar a marcar la cancha a los vehementes defensores del macrismo más clásico. Si es que eso existe, todavía sólo tiene ojos para el ex mandatario.   

 

 


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