PPP y el (des)empleo joven en Córdoba
(*) Nadir Emanuel Secco
La provincia de Córdoba, desde hace un largo tiempo, tiene uno de los problemas más complejos por resolver: el desempleo. Según datos oficiales del INDEC, en 2015, nuestra provincia superaba el 10% de personas desocupadas,el mayor número del país. Para el segundo trimestre (muestra tomada entre abril y junio) de 2016, ese porcentual escaló al 11,5%.
Este panorama se re-encrudece aún más cuando el problema del desempleo afecta a los sectores más sensibles de la sociedad. Uno de ellos somos las juventudes. A nivel nacional el INDEC, durante el segundo trimestre, estimó que el desempleo juvenil es de 18,9%. El porcentual se agrava en nuestra provincia llegando a un 22% promedio entre varones y mujeres de 14 a 29 años, según la Dirección General de Estadísticas de la Provincia. Se agrava la situación con los últimos números de la consultora Adecco que expone que un 24,6% de jóvenes entre 18 y 25 años en el país no estudia ni trabaja, lo que equivale a 1.086.000 jóvenes, de los cuales 765.000 no estudian, no trabajan y tampoco buscan empleo.
Frente a esta problemática el gobierno de la provincia, desde hace más de diez años, ejecuta el Programa Primer Paso que consiste en la promoción del empleo jóven con algunas regalías y concesiones a los empleadores que quieran contratar. Sin derechos laborales y representación sindical, sin cobertura de obra social y con escasos aportes jubilatorios; los jóvenes se involucran en una aventura en el mundo del trabajo.
Los beneficiarios, pibes y pibas de nuestra provincia, pueden inscribirse así a dos modalidades: el PPP tradicional, donde cobrarán 3 mil pesos por mes; y el PPP Aprendiz (vinculado a un práctica que dialogue con la formación de cada joven) que tiene 3.500 pesos por mes de asignación.
El programa cuenta con 17 mil vacantes. Por ahora se sortearon 13.180 puestos. Son 7.500 los jóvenes beneficiarios del Programa Primer Paso. En lo que respecta al PPP aprendiz, son 5.680 más. Están reservados 3.820 puestos laborales para jóvenes con discapacidad y para aquellos que provienen de sectores vulnerables de la población, así como para los que asisten a los cursos de oficio que se dictan en todo el territorio provincial. Un dato importante a tener en cuenta es que para este primer sorteo se inscribieron 76.623 personas, cinco veces más que la capacidad de contención. Para alcanzar los 20 mil beneficiarios, se incorporarán otros 3 mil jóvenes a programas de empleo joven, co-financiados entre la Provincia y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, tratando de palear la "sobreinscripción".
A principio de este mes comenzaron los entrenamientos laborales de los pibes/as beneficiarios. Sin embargo el mayor problema escapa y la propuesta del gobierno provincial no alcanza porque deja afuera a 60 mil jóvenes sin experiencia laboral.
En el medio de todo esto se cruzan miradas de la oposición, del sindicalismo y de las organizaciones políticas y sociales que impulsan ideas para profundizar un programa que dista de ser inclusivo. Frente a la necesidad de los jóvenes el parche del gobierno provincial sirve para el inmediato, pero está lejos de resolver un problema sensible para el futuro de las generaciones.
Con P de "Porcentualmente Pobres"
La pobreza en Argentina pegó un estirón propio de un/a pibe/a bien alimentado/a. Los nuevos datos oficiales presentados por el INDEC registran que en el país hay 8.772.000 personas por debajo de la línea de pobreza (32,2%) y de esos, unos 1.700.000 son indigentes (6,3%). Son 2.022.000 hogares pobres de los cuales 425.000 están por debajo del mínimo de consumo de alimentos que permiten evitar la indigencia.
En la Región Pampeana, donde nos encontramos los Cordobeses, la pobreza es superior al promedio nacional con un 32,6% de personas bajo la línea de pobreza y un 7,7% de indigentes. Esto es más de 1.900.000 personas pobres y más de 450.00 indigentes.
Frente a esta nueva situación -hacía dos años que no se registraba este índice desde el Estado-, el Presidente Mauricio Macri brindó una conferencia de prensa con un objetivo claro: instalar en la agenda pública que el porcentual de pobreza es parte de la "pesada herencia", sin tener en cuenta que desde su asunciòn los costos de vida, el poder adquisitivo, la capacidad de compra e inversión, la generación de empleo y la capacidad de ahorro disminuyeron considerablemente, situación de impacto en el crecimiento de la pobreza e indigencia en todo el territorio. Más sorprendente fue la afirmación del presidente, contradictoria con sus promesas de campaña, en la que enfatizó que la "pobreza cero es obvio que no se puede alcanzar en cuatro años, lo fijamos como un camino a seguir".
Las generaciones herederas del futuro político de nuestro país son el sector más golpeado por los porcentuales de pobreza del INDEC. Muchas veces escuchamos la frase: "con los niños No!", sin embargo el nivel de pobreza en el sector niños/as y adolescentes de 0 a 14 años, es del 32,3, y el de indigencia más grave aún con un 33,1%. En el caso de los/las jóvenes entre 15 a 29 años, la pobreza alcanza al 29,5% y la indigencia al 32,2%.
La crudeza de los números muchas veces resume las problemáticas profundas de algunos temas, sin embargo, en este caso, nos permite tener una mirada general sobre la realidad efectiva en relación a las políticas públicas. Por ahora no hay anuncios de paliativos de esta situación, sin embargo la ciudadanía argentina espera una reacción que los beneficie.
Pensado Para Precarizar
Las juventudes de nuestro país, históricamente, han sido moneda de ajuste, persecución y desaparición. Ajuste por los gobiernos liberales que nos ponen frente al paredón de los "inservibles" para el mercado y nos sirven en bandeja a la precarización, persecución y desaparición, por las dictaduras cívico-militares y los gobiernos democráticos, que nos estigmatizan por pobres, por trabajadores, por militantes, por potenciales transformadores.
En medio de ese quilombo y tomando palabras de nuestro Secretario General, Pablo Carro, los jóvenes estamos entre dos posiciones antagónicas: "por un lado como sujetos problemáticos -inadecuados o inapropiados (sea como actores de la violencia social, portadores de la pérdida de valores, o irresponsables e individualistas frente a los problemas comunes) para la sociedad a la que pertenecen-; por el otro como sujetos emblemáticos -depositarios de las expectativas sociales de cambio, la reserva ética y moral, la esperanza de futuro, el recambio generacional-". Desde ahí nos definen los adultos, así nos demonizan o/y nos idolatran.
Bajo este marco, sería ingenuo de mi parte empezar diciendo que una política de inclusión de la juventud al mundo del trabajo no sirve. Pero también sería ingenuo y un tanto contradictorio hacerle vista gorda a un problema que nos afecta generacionalmente, que tiene impacto en un futuro no muy lejano, y que el diseño de la respuesta ni siquiera incluye a los jóvenes en su armado.
El PPP, programa Pensado Para Precarizar, maquilla de inclusiva una política que destruye los derechos conquistados por los jóvenes y el movimiento obrero. Ofrece una contención efectiva a corto plazo -efectiva porque te pone unos pesos en la billetera- que resuelve más problemas de los empleadores que de los "empleados". Para este programa el gobierno provincial va a desembolsar unos 450 millones de pesos por un año. Billetes que inventan puestos de trabajo en formatos de becas, respuesta mediocre frente a la profundidad del problema que es la reducción del desempleo juvenil y que a nivel nacional alcanza casi el 20%.
Se suman otros problemas. El primero es la pérdida de derechos como trabajadores. Como el trabajo es una "beca", los derechos sindicales no pueden ser del goce de los jóvenes beneficiarios del PPP. Por lo que el respaldo de derechos consagrados en los Convenios Colectivos de Trabajo, no tienen goyete en esta herramienta inventada por el Estado para "resolver" la problemática del desempleo. En segundo lugar, los beneficios a los empresarios son importantes. El monto que aporta la empresa al "sueldo" del beneficiario, varìa entre 500 y 1000 pesos, lo demás lo pone el gobierno provincial. Además cada empleador tiene beneficios impositivos por la cantidad de jóvenes que ingresen. Con este panorama está claro quienes pierden a la larga: los/las jóvenes y el Estado. Nota aparte merece el proyecto de ley de Primer Empleo impulsado por Macri, que ya tuvo una experiencia en el acuerdo entre el Estado Nacional y MC'Donalds (suspendido por la justicia), a la que me refiero en otra nota (Ver:http://bit.ly/2dDv7kj).
No todas son pálidas, la asignación mensual a cada pibe que ingresa al programa es importante para resolver su diaria, para llevar un mango más a su familia, para comprar una tira de pan para su hijo/a, para contar con unos pesos para disfrutar de la primavera eterna de la juventud. Sin embargo, dentro de las pálidas que tiene el sistema, ese paliativo que ofrece el Gobierno es mezquino e insuficiente.
Si pensamos algunas modificaciones en la propuesta del PPP, podemos mejorar la herramienta para que la lucha contra el desempleo no sólo sea una frase de más de un discurso progresista, pseudo progresista o de libre asociación de la doctrina peronista. Pensar un política que reconozca al beneficiario como trabajador, que exija un esfuerzo mayor a los aportes de los empleadores, que abra las condiciones necesarias para la sindicalización de los jóvenes y el ejercicio de sus derechos, que valorice las posibilidades laborales vinculadas a la economía popular, que incluya formación en legislación laboral y mundo del trabajo, que se incluyan cupos con mayor presencia de beneficiarias mujeres, que se incluya un cupo para chichas/os trans y que trabaje sobre la importancia de la continuidad de los estudios formales como espacio de acreditación de saberes y conocimientos; sería la panacea para una juventud que hoy pasó a ser, una vez más, el último orejón del tarro.
El camino es un Programa de Primer Empleo con Garantía de Derechos, que nos permita desarrollar una herramienta inclusiva, transformadora, focalizada y con respuestas concretas a las necesidades de las juventudes; en donde los jóvenes dejemos de estar en la antagonía de ser demonios o héroes, y pasemos a ser protagonistas de las decisiones políticas que nos involucran. Con políticas de trabajo genuino, entendiendo al trabajo como ordenador social, es la única manera en la que vamos a tener un país inclusivo, pujante y a la altura de las necesidades populares de la región.
(*) Licenciado en Comunicación Social. Secretario de Juventud CTA de los Trabajadores de Córdoba. Productor en el Centro de Promoción y Producción de la Universidad Nacional de Córdoba.
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