Julio Moreyra: de Indio a Cacique
“Después de haber recorrido/ tanto camino en la vida/ supe que no hace verano/ una sola golondrina Cada uno tiene una meta / pasándose su destino/ buscando así su futuro/ no sin esfuerzos seguro”. Pico tiene 36 años y sigue aferrado al fútbol.
La tonada está intacta a pesar de haber recorrido otras latitudes. Se acomoda el pelo a cada rato. Su sonrisa está presente, aun cuando toca temas incómodos. Sigue siendo el “Indio”. Ese que era delantero y se transformó en un aguerrido marcador central. El que fue acusado por un técnico de ser “demasiado hincha de Instituto”. Así vivió (y vive) su carrera de futbolista, aferrado a esa pasión albirroja que tantas alegrías y tristezas le dio. Esos colores que le provocaron tantas lágrimas de emoción como de profundo dolor.
Julio César Moreyra, alias “Pico”, nació el 10 de agosto de 1981. Tiene 36 años recién cumplidos y sigue aferrado al fútbol.
Atrás quedaron sus días con las camisetas de Instituto, Universidad de Chile, Quilmes, Godoy Cruz, Ankaraspor de Turquía, Independiente Rivadavia, Patronato, San Martín de Porres de Perú, Blooming de Bolivia, Olmedo de Ecuador, Estudiantes de Río Cuarto, Santiago Morning de Chile y Sarmiento de Leones. Una extensa carrera que todavía no tiene punto final. “Estoy intacto”, dice, entre risas, mientras narra la alegría por el título obtenido semanas atrás con Deportivo Colón de Colonia Caroya.
Dentro del terreno de juego. En las tribunas. Respirando el aroma al fútbol. Inmerso en una aventura que no quiere que finalice a pesar de que pase el tiempo. Una revolución de sensaciones a los que no quiere dejar, ni olvidar.
“Me gusta entrenar, me siento bien, todavía tengo las mismas ganas de entrenar, de viajar hasta la Colonia. Estoy contento. Me llamaron sólo para jugar el Federal, el objetivo era el ascenso y si no se lograba me iba. Perdimos con Brown por penales, y me quedé para jugar el clásico, como de onda, lo ganamos, y el presidente Néstor Luna, junto a Lucas, se vinieron a hablar para que continuara. Y como me habían atendido bien, me siento cómodo, decidimos darle para adelante con el objetivo del ascenso. Salimos campeones y eso te motiva más”, comienza la charla en su hogar el “Indio”. Se lo nota motivado. “Quiero el ascenso, es mi objetivo ahora”, reitera. Una meta en común que tiene junto a Enrique Ambrosini, que fuera tiempo atrás el médico del plantel de Instituto y hoy es el DT de Colón de Colonia Caroya. “Cumple las dos funciones”, cuenta Moreyra.
- Llegaste a jugar en un gigante del continente como la Universidad de Chile y ahora estás jugando en Colonia Caroya, ¿cómo fue para vos ese cambio?
- Yo lo sigo viviendo con la misma pasión. Juego con esa pasión la final con Brown de Malagueño como cuando jugué un clásico de la U ante Colo Colo, que es como un Boca-River. Domingo tras domingo me sigue corriendo los nervios en la charla previa. Me sigue pasando esa cosquilla en la panza, mientras siga eso es porque tengo ganas.
- Por lo que decís no pensas todavía en el retiro ¿Pero ya haces un balance de tu carrera? ¿Estás satisfecho o esperabas más?
- Si, por ahí me pongo a pensar y estoy feliz. Demasiado para ser un central rústico. A mí siempre me costó todo. Le puse mucho esfuerzo y mucho sacrificio. No soy un dotado técnicamente, seamos sinceros, pero tampoco soy negado, me defiendo... Por ahí pienso que si la campaña que hice cuando ascendimos en Instituto la hacía en Buenos Aires, podía haber jugado unos años más en Primera. Pero estoy contento con mi carrera.
- ¿Y te recriminás algo de tu carrera, algo que hiciste y no deberías haber hecho?
- No, la verdad que no... (Piensa unos segundos. Sonríe. Hace una pausa y continúa)... Por ahí, no sé, hablando con mi viejo, o con el Flaco Boyero, me dicen “vos no tenías que haber ido mucho a los bailes, porque eso te juega en contra”, porque cuando andas mal dicen que andas de joda. Es verdad. Yo me cuidaba. Pero después de jugar y ganar un partido, los sábado, con mi novia de ese entonces, salía a los bailes como toda persona normal. Pero tampoco me arrepiento, ni digo, no tenía que haber ido. Después decían que salía mucho, pero era porque estaba los sábados. Jamás, jamás, ni lo hago ahora, salí antes de un partido; siempre fue después.
- ¿Pero vos sentiste que te jugó en contra, que te tildaron de “fiestero”?
- Sí, por haber ido a los bailes, porque la Mona Jiménez me nombraba. Y para mí la Mona es un ídolo, es lo más grande, y es un orgullo que Carlos me salude en un baile... Esas cosas, por ahí, jugaron en contra.
- ¿En qué por ejemplo?
- ¿Te cuento una anécdota rapidito?
- Dale, sí.
- Estábamos en el hotel del ACA, concentrando. Jugábamos un lunes, partido televisado. Era domingo a la noche, estaba durmiendo, y a eso de las tres de la mañana siento que abren la puerta de la habitación. Me dio la luz de afuera y me tapo. Cerraron ahí nomás. Pensé que era alguien que se había equivocado y seguí durmiendo. Al otro día me levanté temprano para desayunar, como lo hago hasta el día de hoy que siempre me levanto temprano a desayunar. Y me llama Vitrola Ghiso, que era el técnico: “Indio, vení, sentante acá”. No, le dije no, me van a tratar de “Mamadera”, me van a charlar los pibes... Me dice que vaya, que me quería mostrar algo. Me mostró y eran todos mensajes de hinchas que le decían que estaba en el baile de la Mona. “El Indio se te escapó de la habitación”, “Está en la Sala del Rey”, “La Mona no para de nombrarlo”. Claro, me dice, yo ante eso tuve que ir a la habitación, a las tres de la mañana, para ver si estabas. Y estabas ahí. Y me preguntó, por qué le llegaban esos mensajes. Le expliqué que la Mona en sus bailes nombra “para los hinchas de Talleres... para los hinchas de Belgrano... para los hinchas de Instituto, y para mi amigo el Indio Moreyra”. Siempre que decía Instituto me nombraba. Así pasó un montón de veces. Yo durante el campeonato casi ni iba a los bailes, pero en las vacaciones siempre iba y la Mona me nombraba y hacía pensar que yo estaba ahí.
- Tuviste que convivir con esa etiqueta.
- Sí, pero igual no me afecta. Mi ídolo me nombraba. Incluso he ido a la casa. A Wanchope (Abila) le pasa lo mismo. Pero la Cobra está haciendo semejante carrera y tiene para más, como la Selección.
- También te preguntaba lo de recriminarte porque recordaba cuando Teté Quiroz dijo que te jugaba en contra que fueras tan hincha de Instituto.
- Me acuerdo y tenía razón Teté. Porque cuando ganábamos, mi alegría era el doble, inmensa, andaba feliz; y cuando perdíamos era otra la actitud mía. Era mucho bajón y me afectaba. Teté, que tiene razón, me decía que no tenía que ser esa la actitud. Pero yo era chico y ganar con Instituto era todo color de rosa, pero si perdíamos y jugaba mal, la pasaba mal, incluso mi viejo ni me hablaba. Me ponía triste. Pero en Instituto pasé por todos los momentos.
- ¿Y cuál fue tu mejor momento en la Gloria?
- El ascenso y los clásicos que ganamos. Pero como el ascenso no hay. Y más para un hincha. Por eso digo que soy feliz de la vida: soy hincha de Instituto, pero hincha verdadero, no de lo vender humo. Yo iba a la cancha de chico con la gorra de lana con los colores de Instituto, siempre fui. Mi sueño era jugar, como todo hincha, en mi club. Se me dio. Después mi sueño era salir campeón, ascender y jugar en Primera, y lo logré. ¡¿Qué más puedo querer?! Con eso es como tocar el cielo con la mano.
- ¿En contrapartida, cómo fue para vos tu última etapa en Instituto donde no te fue como esperabas y sufriste la crítica?
- Fue durísimo. El peor momento fue cuando me silbaron contra Colón. No tuve nada que ver con los goles y se la agarraron conmigo, que era el capitán. El equipo no andaba bien, no ganábamos. Tuve partido buenos y sí, también, malos, pero el equipo no estaba bien. Encima ascendían diez y nosotros ni cerca estábamos. Me lesioné mucho.
- También por eso se te criticó.
- Me lesioné bastante porque, eso no lo sabe nadie, no hice una buena pretemporada. Mirá, antes de la pretemporada me agarró una tendinitis, la primera semana no la pude hacer, y como nunca me engripé y tuve una semana tirado, mal, con fiebre. Nadie se enteró que estuve así de mal, no salió en ningún lado. Ojo, no son excusas. Después tuve otros problemas personales que también afectaron; y eso llevaba a que me lesionara. Y bueno, ese fue el peor momento. Después de ese partido con Colón no pude dormir.
- ¿Llegaste a llorar?
- Sí, sí... Llegué a mi casa y me puse a llorar. No dormí en toda la noche. Fue feo. Cada vez que me acuerdo... es horrible.
- Y te fuiste mal.
- Entiendo al hincha porque yo también soy hincha. Pero sí le reprocho a la dirigencia. Yo les pedí que me dejaran los otros seis meses, que me dejaran hacer la pretemporada, que si no rendía, me iba solo, sin cobrar. Y me limpiaron en el momento que mi mujer estaba embarazada... No vieron que yo me crié en el club... Esperaba otra cosa. Me dolió.
- ¿Alguna vez tuviste problemas afuera de la cancha?
- No, nunca. Y ando por el barrio, nadie me dijo nada. Sí tengo compañeros que cuando nos juntamos a comer asado me dice que me puteaban un poco. Y yo también lo hubiese hecho, porque entiendo al hincha. Pero jamás nadie en la calle me gritó nada.
- Hubo un tiempo que en redes sociales te criticaron porque decían que le hiciste juicio al club.
- Hinchas me preguntaron. La mayoría de mis amigos son hinchas de Instituto y me preguntaron y saben que no es así. Dijeron que le hice juicio por dos millones. Y no es así. ¿Cómo le voy a hacer juicio por semejante plata? Lo que sí dije y no lo negué, es que quería cobrar la plata como todos los que nos fuimos en ese momento. Todos cobraron, menos yo, porque soy hincha. Eran los cuatro meses que cobraron todos. Al día de hoy todavía no los cobré. Quedó ahí. No le hice juicio, el que me conoce sabe. Yo sigo yendo a la cancha.
... La charla continuó. Recordó cuando le cambió la camiseta a Martín Palermo o cuando viajó al fútbol turco. Destacó a Roca como el técnico que más lo marcó y rememoró los días con el Chulo Rivoira. Las agujas del reloj continuaron su periplo, y el “Indio” siguió hablando de “su” Instituto, del “Facha” Capdevila, del “Flaco” Boyero y de la “Brujita” Bongioani. Los recuerdos de un apasionado por la redonda prosiguieron, como continúan las ganas de seguir jugando, sea en la cancha que sea, siempre fiel a su estilo. Ha quedado un recorrido, pero sigue habiendo nuevas metas. Y a por ellas va Moreyra, el Indio de siempre.
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