Economía Facundo Piai 25/07/2017

Variaciones en el mercado laboral: cuando los derechos de los asalariados son la variante de ajuste

El libre comercio, el desarrollo de la tecnología, la robótica al servicio de los sistemas productivos, entre otras variables de la industrialización, presionan fuerte sobre los convenios colectivos sindicales.

Protesta en rechazo a los despidos en PepsiCo
Robotización en una automotriz
Protestas en Brasil conta el presidente Temer luego de la refoma laboral
Elisa Carrió
Mario Quintana

El empleo está en crisis en casi todo el mundo por múltiples factores que van desde la sobreexplotación de los trabajadores, la concepción global del mercado que implica la libre circulación de mercancías con trabajo incorporado, hasta la aplicación de los avances técnicos y la robótica a los sistemas productivos que permiten producir más y en menos tiempo en detrimento del asalariado, por mencionar sólo algunos.

Por el conocimiento técnico acumulado y el desarrollo de la tecnología, un trabajador de la actualidad es más productivo que uno de la década del 50 ó 70. Este problema, relativamente nuevo, se suma a las históricas dificultades que nuestro país ha tenido para lograr autonomía económica -condición sine qua non para salir del atraso- que implica diversificar el aparato productivo, nacionalizarlo y prepararlo para producir todo lo que se consume en el país, al menos.  Los altos niveles de desempleo traen como consecuencia la depresión de los mercados internos por falta de demanda, la crisis del sistema previsional, negociaciones salariales a la baja, flexibilización del trabajo, aumento de la ganancia empresaria, la consolidación de las firmas más fuertes que logran ser competitivas en el mercado externo dando lugar a los monopolios, etc. Esto es posibilitado por un capitalismo voraz que trabaja con agresividad sólo sobre la demanda solvente buscando la mayor ganancia a como dé lugar, inclusive, hasta atentando contra su propia sustentabilidad en el largo plazo, puesto que los robots abaratan costos pero no consumen las mercancías que producen. Similar situación ocurre con los trabajadores mal remunerados.

Durante el primer trimestre del corriente año, hubo en Argentina un poco más de actividad pero también más desempleo; es decir, se incrementó la tasa de explotación del trabajador, habiendo menos trabajadores que producen más ganancia en comparación con el año pasado o el 2015.

En nuestro país, el desempleo es un problema que lleva varios años y se ha agudizado con la gestión de Cambiemos. Los datos arrojados por el Indec respecto al primer trimestre de 2017 muestran que la actividad económica levantó en un 1,6 por ciento (luego de un año en donde la economía cayó 2,3 por ciento; sin embargo la tasa de desempleados aumentó más de dos puntos en comparación al último relevamiento en 2015 (durante el 2016 no hubo mediciones oficiales por el “apagón estadístico” del Indec), subiendo a 9,2 por ciento. Estas cifras dan cuenta de que, al menos durante el primer trimestre del corriente año, hubo un poco más de actividad pero también más desempleo; es decir, se incrementó la tasa de explotación del trabajador, habiendo menos trabajadores produciendo más ganancia en comparación al año pasado o al 2015.

El capitalismo voraz trabaja con agresividad sólo sobre la demanda solvente buscando la mayor ganancia a como dé lugar (…), atentando contra su propia sustentabilidad en el largo plazo, puesto que los robots abaratan costos pero no consumen las mercancías que producen.


Ya ni los funcionarios más obstinados en afirmar que todo marcha bien niegan la crítica situación que atraviesa al empleo, ya que es visible que la economía no está absorbiendo mano de obra, la expulsa. Contrariamente a lo que exponían los funcionarios de Cambiemos, que deseaban la recuperación económica apalancada por el sector privado y el achicamiento del empleo estatal para corregir el déficit fiscal, está ocurriendo todo al revés. El sector privado está despidiendo trabajadores y el empleo estatal creció durante la gestión Macri. Según el último relevamiento de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), en 2003 el sector público nacional tenía 460.000 trabajadores. En 2016 llegó a 739.000. Creció un 61%.
Pese al escenario crítico, la respuesta que pretenden dar desde el gobierno nacional dista de ser alentadora para los trabajadores actuales, ni tampoco apunta a la constitución de nuevos puestos de trabajo.


Reducir el costo del trabajo, el próximo paso del Gobierno

El vicejefe de Gabinete, Mario Quintana (ex CEO de Farmacity), reconoció que desde el gobierno están pensando en una reforma laboral para fin de año, luego de las elecciones. Si bien no la han dado a conocer punto por punto, muchos miembros de la alianza que compone Cambiemos se manifestaron reticentes al incremento del salario. Los CEOs, hoy en el poder político, sostienen que el salario es un costo para el empresario y debe estar lo más bajo posible. El mismo Presidente había ratificado en el año 1999 que para la competitividad del empresariado se debía llegar a un acuerdo en donde cada uno “esté dispuesto a cobrar lo mínimo que le corresponde por lo que hace”, en el programa “Fuego Cruzado”, de la emisora América.
Pese a estas declaraciones, no está comprobado que bajar los salarios genere nuevos puestos de trabajo. Un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OMT) revela que Brasil tiene una tasa de desempleo del 11% a pesar de que el sueldo mínimo es bajo en comparación con los de otros países latinoamericanos. Lo mismo ocurre con Colombia, tienen una tasa de desempleo similar a la nuestra y un notable menor salario. Ni hablar de lo que ocurre con Jamaica, que pese a tener uno de los menores sueldos está en el número uno del ranking de desempleo, con una tasa de 13 por ciento.No está comprobado que bajar los salarios genere nuevos puestos de trabajo. Un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OMT) revela que Brasil tiene una tasa de desempleo del 11%, a pesar de que el sueldo mínimo es bajo en comparación con los de otros países latinoamericanos.En sintonía con lo que expusieron los CEOs, “Lilita” Carrió, reconocida por su rol de denunciante, se expresó a favor de la baja de los salarios. La dirigente de la Coalición Cívica dijo: “Tenemos que discutir el costo laboral porque es tan grande que en realidad un empleado te cuesta dos empleados, y si te cuesta dos empleados, falta el empleo para uno”. De igual modo se había referido Mario Quintana, quien sostuvo que la reforma buscará tener un “mercado laboral para todos, en lugar de uno para pocos”.
De acuerdo a la cosmovisión de los funcionarios de Cambiemos, la inflación, la falta de competitividad del empresariado y el desempleo tienen al salario alto como principal responsable (el de Argentina es el más elevado de Latinoamérica, según un relevamiento de la agencia internacional Sputnik), además de señalar a los sindicatos que lo hacen posible.

Los altos niveles de desempleo traen como consecuencia la depresión de los mercados internos por falta de demanda, la crisis del sistema previsional, negociaciones salariales a la baja, flexibilización del trabajo, aumento de la ganancia empresaria y la consolidación de las firmas más fuertes que logran ser competitivas en el mercado externo, dando lugar a los monopolios.

Brasil y el efecto contagio

Luego de las reformas laborales de Brasil que socializan la pobreza afectando fuertemente a los trabajadores y del intento del gobierno de Cambiemos de importar esas medidas para nuestro país, el abogado laboralista Lucio Garzón Maceda expuso que el proyecto del gobierno de Macri se basa en el modelo de Australia, tal cual lo expresaron sus funcionarios. De ser así, buscarán atentar contra la fortaleza del modelo sindical argentino, descentralizando las negociaciones por empresas. Como ocurrió en Australia, que “en los 90 los sindicatos tenían una densidad entre un 40% y un 50% de trabajadores afiliados; y en el 2014 sólo tienen un 15%”. Maceda afirma que nunca ningún país logró resolver sus problemas económicos aplicando políticas que bajen los salarios y flexibilicen al trabajador, por el contrario, los acentúan. También sostuvo que de aplicarse políticas como las de Brasil, al debilitarse la afiliación, también golpea a la capacidad financiera y de movilización de los sindicatos. Se reduce así el contrapeso que los trabajadores ejercen en la negociación con el capital y “los empresarios invocarán la necesidad de recuperar competitividad a través de aumentar la productividad, la flexibilización, la desregulación y las remuneraciones por premio y estímulo y otros ambiciosos objetivos, reduciendo costos laborales”.

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