Villa General Belgrano: postales del otro lado del mundo

Por la fisonomía de sus construcciones alpinas, sus carteles y letreros tallados en madera, sus costumbres y los sabores intensos de su gastronomía, Villa General Belgrano propone un viaje a rincones de la Europa central desde el corazón de las sierras.

Turismo 09/08/2017 Natalia Guantay
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A 88 kilómetros de la Capital cordobesa hay un lugar donde la naturaleza y la arquitectura se conjugaron de forma exquisita para abrir paso a un viaje imaginario por parte del viejo continente. En Villa General Belgrano, las reminiscencias del pasado centroeuropeo tiñeron las costumbres y tradiciones, el estilo de las construcciones y hasta la variedad de la gastronomía.
Esta impronta fue traída en 1930 con la llegada de un importante número de inmigrantes de origen alemán, austríaco y suizo, entre los que se encontraban Paul Heïntze y Jorge Kappuhn, dos grandes visionarios que explotaron el negocio inmobiliario en la zona, a partir de la compra de grandes extensiones de tierra.
Por entonces, el denominado Paraje “El Sauce” era un caserío de criollos organizados de forma muy dispersa, a los que pronto sumó su aporte la comunidad germana que arribaba en busca de tranquilidad y estabilidad, deseosa de construir su segunda patria tras sufrir las consecuencias de la Primera Guerra Mundial.

Poco a poco la localidad se transformó en un polo de atracción turístico para los europeos que se encontraban repartidos en distintos puntos del país, mientras las viviendas de las familias residentes se convertían en lugares de hospedaje para los recién llegados. Fue en este contexto de crecimiento que el 11 de octubre de 1932 se fijó la fecha de fundación del pueblo, que en 1938 pasaría a llamarse “Villa Calamuchita” y tres años más tarde Villa General Belgrano, en honor al creador de la bandera.
En la década del ‘40, la Villa fue protagonista de un importante desarrollo tras la llegada de los marineros del acorazado alemán Graf Spee, hundido frente a las costas uruguayas en la Batalla del Río de la Plata, durante la Segunda Guerra Mundial. Todos ellos aportaron su conocimiento técnico para la construcción de grandes obras, además de reglas de convivencia claras, vigentes hasta hoy como orden, puntualidad y cuidado de la limpieza, que contribuyeron a afianzar el perfil que distingue a la localidad. Es que quien camina por la avenida San Martín o la Julio Argentino Roca (arterias principales) no puede dejar de sentirse invadido por la sensación de estar al otro lado del mundo, a medida que atraviesa casas de té, galerías de abundante madera, o locales gastronómicos donde un mozo ataviado con trajes típicos recibe al visitante. Un escenario que durante la noche se carga de magia gracias a la exquisita luminaria.

Si se circula por los alrededores la situación no es diferente. Las viviendas con sus clásicos techos a dos aguas, tejados y jardines floridos, recrean de un modo perfecto una aldea alpina de Europa Central, de la que se puede obtener una vista panorámica privilegiada subiendo a la Torre Mirador - ubicada en el edificio de la Oficina de Turismo - el punto más alto del pueblo. Además de la arquitectura, la gastronomía es otra de las bondades de la Villa. Restaurantes y confiterías ofrecen lo mejor de las recetas típicas y la repostería basada en masas, tortas y chocolates, sin contar la clásica cerveza artesanal que cada octubre convoca a miles de turistas en el marco de la Oktoberfest, el ritual pagano originado en la ciudad alemana de Múnich hace cinco siglos atrás. Las diferentes variedades merecen ser degustadas en el Viejo Munich (San Martín 362), la tradicional fábrica de cervezas artesanales.

Paseos naturales

Para entrar en contacto con la naturaleza, uno de los circuitos que ofrece la Secretaría de Turismo y Desarrollo Sustentable que conduce Pablo Sgubini es el Paseo de los Arroyos, que parte de la Plaza José Hernández y, caminando o en bicicleta, recorre las márgenes de los tres arroyos que atraviesan la ciudad: El Molle, La Toma y El Sauce.
Este recorrido permite disfrutar de la flora silvestre autóctona y exótica en medio de la tranquilidad de las sierras, al igual que el que conduce al Pozo Verde, una olla de agua rodeada por intensos verdes donde reinan la zarzamora y los zorzales, y los rayos del sol se filtran entre los helechos. La caminata continúa hasta el Cerro Mirador, donde se puede apreciar una hermosa vista del pueblo.
Otra de las mejores panorámicas de Villa General Belgrano y del Valle de Calamuchita se obtiene desde el Cerro de la Virgen y el Pico Alemán (ambos a más de 1.200 metros), ubicados en el cordón de las Sierras Chicas sobre la ruta 5, a los que se pude llegar caminando. Belleza natural, una rica tradición centroeuropea y un concepto de ciudadanía bien arraigado se unieron para dar lugar a un destino ideal para ser visitado durante cualquier época del año.

DATOS ÚTILES
Cómo llegar

Desde Córdoba por ruta provincial 5, pasando Alta Gracia, Villa Ciudad de América, Dique Los Molinos hasta Villa General Belgrano. Distancia: 88 kilómetros.
Otra opción es ir por ruta provincial 36 pasando por Despeñaderos, Dique Piedras Moras y Almafuerte. Desde allí por ruta provincial E63, pasando Embalse, Villa del Dique, Santa Rosa de Calamuchita hasta llegar a Villa General Belgrano. Distancia: 150 kilómetros.
Desde la Terminal de Ómnibus: empresa Lep $165; Pájaro Blanco $157.
Informes: Informes: Secretaría de Turismo (Avenida Julio Argentino Roca 134) todos los días de 9 a 21.

Teléfono (03546) 463345.
E-mail: [email protected].
En la web: www.vgb.gov.ar

Gastronomía

Los precios de los platos típicos oscilan entre los $190 (por persona) y $480 (para compartir entre dos y tres personas). Gaseosa y agua $45. Chopp de cerveza desde $65 hasta $80 y de litro desde $150 hasta $180. Desayunos y meriendas desde $70 a $110. Tortas desde $70 a $88 la porción. Café con leche desde $45 a $52 y café en jarrito $40.

Algunos de los platos típicos:
Salchicha gorda con chucrut $190. Goulash $200. Salchicha envuelta con ensalada alemana $210. Carré de cerdo con salchicha, panceta y papas salteadas para dos personas $450. Codillo de cerdo para una persona $320, para dos personas $480

Alojamientos

Categoría alta para dos personas desde $1150 a $1500; para cuatro, desde $1770 hasta $2000.
Categoría media para dos personas desde $1150; para cuatro, desde $1400.
Categoría estándar para dos personas desde $1000; para cuatro, desde $1300.
Hostels con dormitorios compartidos desde $190; habitación para dos personas $550 y con baño compartido $480. Carpa $120.

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