La capilla ardiente, instalada en el Westminster Hall, el salón más antiguo del Parlamento británico, llegó a acumular una cola de 24 horas.
Ocho portadores sacaron el ataúd bajo las miradas de emoción de una multitud reunida a las puertas de la catedral de Saint Giles de Edimburgo.
"Yo les renuevo hoy esa promesa de servicio durante toda la vida", agregó y dijo que va a defender "los principios constitucionales".
“La muerte de mi amada Madre, Su Majestad la Reina, es un momento de la mayor tristeza para mí y para toda mi familia", dice el comunicado.
La soberana se encontraba bajo observación en Balmoral, su residencia de verano en Escocia, adonde se dirigieron sus nietos e hijos.