Los anhelos futboleros de Catalina, la joven que la rompe en Talleres

“Si tienes sueños hay que perseguirlos e ir a por ellos hasta que se consiguen”.
(Amanda Sampredo)

Amanda Sampredo es una española que juega en el Atlético de Madrid; además es una de las estandartes de la evolución mundial del fútbol femenino. Ella exclama: “El fútbol femenino no creo que sea una moda pasajera. La gente que ha visto fútbol femenino por primera vez ha repetido, se engancha”. Sampredo a los 5 años ya jugaba en el “Colchonero” y debutó en Primera a los 15. Coraje y corazón, es el lema de esta chica que milita en la Selección española.

Para nuestra historia la referencia de Amanda Sampredo es clave, ya que es la referente de Catalina Ongaro, que con 15 años la rompe en Talleres. Se divierte con la pelota, también, desde los cinco años, cuando en la casa de su abuela comenzó a amar este deporte jugando con su papá.

Ongaro nació el 26 de marzo de 2003 en Córdoba, pero a los tres años se fue a vivir a Neuquén. Recientemente retornó a la “Docta” y desde entonces juega en el primer equipo femenino de la “T”.

“Llegué a Talleres en julio de 2014, con la intención de tener una experiencia con el fútbol femenino. Me hicieron una prueba y me propusieron jugar cada vez que podía viajar a Córdoba”, narra Catalina, en diálogo con LA NUEVA MAÑANA.

¡Golazo!

Una sonrisa tímida. Y los ojos llenos de vigor. Las manos en posición como de descanso. Se acomoda el pelo. Hace un paneo. Su mirada se vuelve a fijar en ese ángulo. Parece un ángulo muy cerrado. Toma una distancia corta. Y sin querer queriendo cuando está por ejecutar el tiro libre con el brazo señala a dónde quiere poner la pelota. Ella, la pelota, le hace caso. Y va ahí. A ese lugar imposible. O que parece imposible. Porque para Catalina Ongaro, no pareció jamás ser imposible. Gol. Perdón, golazo.

“De chica jugué en escuelitas y clubes, y la mayoría fue con chicos alrededor mío. Pero cuando podía jugaba con mi papá”, recuerda Catalina, que desempeñó en Independiente de Neuquén. Este año regresó a Córdoba, con un sueño: jugar al fútbol. “Yo nací acá en Córdoba, pero me fui con tres años y volví con 15 años. No extraño tanto Neuquén porque acá está mi familia y hago lo que me gusta, que es jugar al fútbol. Acá se encuentra más desarrollado el futbol femenino que en Neuquén”, relata Ongaro, que aparte de jugar al fútbol en el club de barrio Jardín y hacer jugadas que maravillan, como aquel golazo de tiro libre con ángulo cerrado ante Unión San Vicente por la liga cordobesa que recorrió el mundo, estudia en el secundario y va al gimnasio.

Ese golazo a los 34 minutos del segundo tiempo del juego entre las “Albiazules” y “Naranjas” se viralizó. Su nombre comenzó a hacerse conocida. Pero ella juega a la pelota desde siempre. Ella lo cuenta. La pelota, la pelota, la pelota. “Para mí el fútbol es mi vida, mi sueño. Practico este deporte desde que tengo memoria, siempre me gusto, desde muy chica ya pateaba alguna que otra pelota”, relata, y sonríe. Y exclama para ser bien escuchada. Confesar en voz alta sus anhelos. “Mis sueños en el fútbol es llegar a lo más alto posible, esto sería poder jugar en alguna liga europea o estadounidense”, se ilusiona. Y clara, Catalina, siga soñando.

El fútbol femenino

El juego de esta volante central es elegante. En su andar busca asociarse en el juego con sus compañeras; y cuando ve el espacio y tiene la posibilidad de rematar desde afuera del área, lo hace, ya que posee un buen tiro de larga distancia. Y ojo, en un detalle importante para los futboleros y futboleras de ley: ¡usa botines negros!

Con la elegancia en que pone su pie derecho para rematar, define: “A opinión personal me gustaría que el fútbol femenino tenga la misma posibilidad de desarrollo que el fútbol masculino”. Y se entusiasma: “Me parece excelente que muchas chicas se integren al fútbol femenino y tengan la oportunidad de aprovechar este hermoso deporte. Ojalá en un futuro haya más chicas jugando profesionalmente”.

Desde chiquita, allá en Neuquén, siempre jugó con nenes. “En ningún momento me sentí discriminada, a pesar de que jugué en la liga neuquina (LIFUNE) íntegramente masculina. Ellos me aceptaron y me integraron muy bien”, cuenta satisfecha y esperanzada en un mundo más justo.

Ilusiones y admiraciones

Jorge Ongaro es el papá de “Cata”. Desde pequeña, juntos, jugaron varios picaditos en el patio de la casa de la abuela. Jorge admira a su hija y relata: “Cuando la veo jugar siento un gran orgullo, y enorme. Que ella haya logrado todo lo que logró, lo que se propone, paso a paso, y llegar lejos. Me da orgullo lo que aspira. Por otro lado, me genera un gran placer verla jugar, es una excelente jugadora. Tiene una calidad enorme y me genera admiración su pasión y amor por el fútbol. Hace mucho esfuerzo para lograr sus objetivos. Tiene muy claro lo que quiere, lucha por ellos y es admirable”.

“Cata” siente el apoyo familiar. La voz de María Virginia expone admiración y pasión al hablar de su pequeña. María Virginia Alasia es la mamá de la volante central “Albiazul”.

“A Cata la acompañamos desde que tiene cinco años con esta pasión que tiene por el fútbol. Todos los partidos me acuerdo, algunos más, otros menos. Me genera mucho orgullo mi hija. Admiración sobre todas las cosas. Ella es una persona que le pone muchas ganas a lo que hace. Mucho empeño. Nunca la vi no luchar por lo que quiere y eso me pone muy orgullosa. En los partidos se sufre, se viven, mucha felicidad cuando hace un gol... Orgullo, es el sentimiento que me genera”, explica María Virginia. Amores, orgullos, admiraciones... pasión, familia, fútbol... Más que palabras en la vida de Catalina Ongaro.

“Debuté en Talleres ante Universitario. Lo que me acuerdo de ese partido, es que fue muy peleado pero lo ganamos 1 a 0. Recuerdo que desde un saque de arco, creo, que fue la cabeceé y di la asistencia a mí compañera para que haga el gol. Eso fue en la semana del estudiante del 2016. No recuerdo bien el día, pero sí que fue la primera vez que jugué para Talleres”, relata esta mediocampista que le gusta el juego de Busquets, Iniesta, Xavi y el “Cholo” Guiñazú.Y sí, como referenciamos antes, también (y mucho) a Amanda Sampedro.

¿Cómo la conoció a la española?
“Me enteré de ella gracias a mí papa, que me informaba cada tanto sobre el fútbol femenino europeo y estadounidense; y como a mí me gusta mirar mucho el fútbol en general, empecé a investigar qué equipos grandes tenían fútbol femenino, así conocí a Amanda con las redes sociales”, explica. Y amplía: “Lo que me gusta de Amanda es el esfuerzo y dedicación que tiene, su sacrificio, su técnica y su visión de juego... Amanda, el ‘Cholo’, Busquets, Xavi e Iniesta son excelentes jugadores que manejan muy bien la pelota, juegan en mí misma posición e intento aprender de sus jugadas. Y son referentes a la hora de ser capitanes”.
Observa, estudia, y apunta. Casi siempre es gol.

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