La odisea que atravesó Pablo Panichelli en Italia

Riesgos por una pasión que, a veces, condena. Noches de insomnio por un sueño que por momentos es esquivo. Ilusiones que se truncan, pero jamás se abandonan. Y ahí está la clave en la historia de Pablo Panichelli, este defensor que sigue insistiendo por sus anhelos de fútbol. No se da por vencido, cuando parece que lo está. Hoy lo cuenta con una sonrisa, pero no fue fácil atravesar el último año para este futbolista cordobés.

Allá por el 2015 estuvo a punto de largar el futbol. Tenía 21 años y todo se hacía cuesta arriba, después de haber andado por Argentinos Juniors y Racing de Nueva Italia. Dejó una semana y ya se había decido seguir de lleno con sus estudios de profesorado en educación física. Sin embargo, Daniel Mira, el actual técnico de Juniors, lo convenció para que continúe en Instituto jugando en la local. Al tiempo, sus buenos rendimientos lo llevaron al plantel profesional. Héctor Rivoira lo comenzó a poner y hasta fue titular varios partidos en la B Nacional, incluso convirtiendo un gol clave, en aquel entonces, 2016, ante San Martín de San Juan.
Pero cuando llegó Iván Delfino a la “Gloria” le comunicaron que iba a tener pocas chances de jugar. No obstante, a pesar de que existió la posibilidad de ir a un club del ascenso porteño, optó por pelearla en Instituto. Tal como le habían dicho, no lo consideraron jamás, y comenzó a buscar nuevos rumbos. Entonces, ahí apareció la alternativa de emigrar a Europa.

Viajar a Europa

“Es toda una aventura”, cuenta Panichelli desde la provincia de Marche, Italia, cuando comienza el diálogo con LA NUEVA MAÑANA. ¿Y de qué se trata esta ‘aventura’? En octubre de 2016 comenzó a buscar los papeles para hacer la ciudadanía italiana, ya que su bisabuelo había nacido en Italia. A inicio del 2017 entendió que ya no había chances de jugar en Instituto y encontró a unos ex compañeros de las inferiores de Argentinos Juniors que estaban en Italia, en el ascenso. “Les pregunté cómo habían hecho para conseguir esa posibilidad, me explicaron de un tipo que los había llevado y los había ayudado con la ciudadanía, y me pasaron el contacto. Lo hablé a este tipo, me explicó cómo era y me pasó un precio. Entendí que cerraba todo, porque me hacía la ciudadanía y me conseguía club en la Serie C ó Serie D de Italia, donde también son profesionales. Era una inversión y aposté por ella”, cuenta.
Pero no todo lo que brilla es oro, dice el dicho. “Antes de salir para allá, ya empezaron los problemas”, comienza a narrar el lateral derecho.

¿Lo dejamos contar a él? Vamos:
“Yo tenía alguien en Córdoba que me hacía los papeles de la ciudadanía, pero este hombre me recomendó a una chica. Entonces lo empecé a hacer con ella. A fines de marzo, me dijo que el 20 de abril iba a tener todo listo. Mientras tanto, con mi novia teníamos previsto casarnos en diciembre. Hablamos con ella y decidimos adelantar la boda, así nos íbamos juntos. A través de ‘Pancho’ Silva, que lo conocía de Racing, me consiguió turno en el Registro Civil y nos pudimos casar antes del viaje. Yo ya había sacado pasaje, cuando me llamó esta chica y me dijo que había tenido problemas con los papeles. La puta madre, se complicaba, y ya tenía los pasajes. Me caso con Mariana y me voy a Italia. Me pasó de todo en el viaje. Entre, ellos el cagazo porque era la primera vez que hacía un viaje tan largo en avión, y que apenas llegué me robaron el celular en el colectivo cuando me estaba durmiendo. Estaba yendo hacia el sur...”

Así arrancó el periplo de Pablo por Italia. Ah, al celular lo recuperó, porque se dio cuenta de quién se lo estaba sustrayendo y se lo reclamó hasta que lo recuperó. Encima, todavía no hablaba mucho el idioma de aquel país.
“Al llegar ya empezaron los problemas con este tipo, que me había vendido un paquete. Me mandó a un hotel que no podía pagar, todas cosas raras, la chica no me mandaba los papeles de la ciudadanía, y no me atendía el teléfono. ¡Pasaron 40 días! Sí, 40 días después me contestó con un ‘disculpame que no te respondí’. Hacía 45 días que estaba en Italia sin hacer nada. En Lecce estuve 15 días, por medio de un ex novio de mi hermana, me fui a Milan a parar a su casa y ahorré un poco. Muy piola el chabón. Llegó mi señora en junio, y ya para esa época había presentado algunos papeles. Me volví al sur, después fui a una prueba a Malta. El tipo que me llevó me dijo que en Malta estaban buscando un extremo por izquierda. Yo fui lo mismo. Pero al llegar me probaron de marcador central. Ahí me terminé de dar cuenta que no entendía nada este tipo. Por él estoy acá, me consiguió la ciudadanía, pero tuve que renegar muy mucho. Cuando me di cuenta que el tipo era un chanta empecé a moverme yo y contactar gente para conseguir club. Ya tenía la ciudadanía que recién me llegó el 14 de agosto”.

Y al fin llegó a destino

Mayo, junio, julio, agosto... Casi cuatro meses sin poder hacer nada. Una vez con la ciudadanía italiana, se contactó con un conocido que lo había llevado en su momento a Argentinos Juniors, y éste a través de otra persona le consiguió club. Por fin. Ahí firmó en el Civitanovese Calcio, que juega en la Prima Categoría de la Región de Marche, un símil de la Liga cordobesa.

“Al llegar a este club, otro quilombo”, narra Panichelli. Los problemas no cesan. Estuvo diez días hasta que firmó. Pero continuó ¿Por qué? El transfer desde Instituto le llegó un mes después.

“Una vez que llegó el transfer empecé a jugar. Todos los partidos, hasta hace tres fechas atrás, que me sacó el técnico, pero en la última fecha volví a entrar de titular”, le contó el defensor a La Nueva Mañana. Sí, toda una aventura.

La pasó mal realmente antes de empezar a jugar en su nuevo club. Y claro, las dudas llegaron. Por supuesto, por más pasión que se tenga por cumplir los sueños, a veces estas adversidades juegan en contra. Cuando todo estaba complicado y se encontraba alojado en la casa del ex novio de su hermana, miraba el pasaje de vuelta. Lo tenía ahí y la tentación de regresar al país estaba presente. Hizo fuerzas. Esperó. Llegó su esposa Mariana y le renovó las fuerzas. “Te juro que no me volví porque mi ‘jermu’ ya tenía los pasajes para venirse a Italia, sino me volvía. Cuando ella llegó, sufrimos, pero los dos juntos. Nos apoyamos. Ella llegó con energías renovadas y me levantó el ánimo”.

- ¿Y ahora cómo estás?
- Ya estoy bien. Ya juego al fútbol, mi esposa consiguió trabajo. Ella en Córdoba era cocinera en el Sheraton y acá consiguió trabajo en un restaurant. Estoy en un equipo grande para la categoría, que quiere ascender. Antes jugaba en una categoría más alta. Tiene un estadio re lindo. Y acá, somos once argentinos. La mayoría son de Rosario.

- ¿Con el idioma cómo te llevás?
- Yo no sabía nada. Hay una aplicación que se llama Go Go Lingo, con la que fui aprendiendo. Cuando estuve en el sur hice amistades con unos chicos. Un hombre italiano que hablaba español me ayudó mucho. Gracias a ellos, mientras esperaba la ciudadanía jugué muchos torneos de fútbol 5, y después de los partidos me pagaban la cerveza, no me dejaban pagar nada. Gracias a Dios encontré gente muy buena en ese tiempo. Es más, ya acá, donde estoy viviendo ahora, comencé a hacer un curso de italiano, junto con mi señora y tres chicos más. Nos hicimos muy amigos de la profesora, y ella como que nos adoptó como hijos. Pasamos Navidad con ella, nos llama seguido, vamos a comer a su casa, en Pascuas también. Y ella nos invitó a hacer el secundario nocturno, que es en italiano. Ahora a la lengua ya la hablo bien.

Los 11 argentinos del Civitanovese Calcio

Pablo Panichelli
Federico Taborda
Nicolás Marino
Nicolás Monserrat
Emanuel Fillipini
Lucio Micucci
Franco Ruibal
Ezequiel Zaldua
Tomás Pérez
Alejo Vecchiarello
Alexis Libonatti

La esperanza en el futuro

Panichelli ya está instalado en Italia. El tiempo de malas nuevas es cosa del pasado. Aunque un pasado no tan lejano. Conoció, en medio de los sinsabores, a gente que le tendió una mano. Radicado en Civitanova Marche, un lugar turístico, que le va a permitir durante el receso del verano europeo trabajar también en otros rubros. Por eso, tiene decidido regresar a Córdoba recién para las fiestas de fin de año.
El diálogo con el “Fellaini cordobés” (ver aparte), continuó con este cronista. Y en medio de la charla, recordó: “Empecé de cero otra vez, como cuando hicimos la primer nota para la mañana de córdoba donde te conté que estaba a punto de dejar el fútbol en la Liga cordobesa y después terminamos jugando en la Primera de Instituto. Igual, acá arrancamos de cero y esperemos a ver hasta dónde llegamos en Italia”.
“Estoy enfermo por el fútbol, esta maldita pasión que me tiene atado”, dice, entre risas, tras repasar todo lo sucedido.

Se nota que extraña Córdoba, por eso todas los días, por internet escucha la radio Popular. Escuchar cuarteto. Quiere, de alguna forma, sentirse cerca de los suyos, del negocio del viejo en San Jorge. Extraña a su familia. Extraña, claro, a su papá César, a su mamá Betty. Por supuesto que extraña a sus hermanas Malen, Carla, Bárbara y Josefina. Aún no conoció a su sobrinito Constantino, que nació hace un mes. Extraña a los suyos, pero tiene un sueño. Y Pablo Panichelli ya ha demostrado que no es de los que se darán por vencido fácilmente, al menos mientras esa pelota siga rodando tentándolo con nuevos desafíos.

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