Milei, la comida chatarra como predilecta dentro del menú electoral
El resultado de las PASO repercutieron de modo destructivo en áreas sensibles de la ya endeble situación social. Cocineros y comensales; entrada, plato principal y ¿postre?
Especial para La Nueva Mañana
ANÁLISIS
Ante la extorsión del FMI –al notar debilitado al candidato/ministro Sergio Massa- el gobierno se vio obligado a efectuar una devaluación de más del 20% en el tipo de cambio oficial para lograr obtener del organismo (FMI) la promesa pública del arribo de 8.000 millones de dólares, imprescindibles para fortalecer las reservas. A renglón seguido los traficantes del dólar ilegal –quienes también perciben la sangre brotando desde el malherido Banco Central- iniciaron una embestida furibunda elevando el precio de su mercancía ilegal –a velocidad de aeronavegación- hasta quién sabe qué altura. Ambos sucesos –no es novedad- repercutirán, más temprano que tarde, en un aumento de los índices de inflación en los meses previos a las elecciones generales de octubre.
La gran comilona
Como en esos concursos de glotonería –por eliminación- en los cuales los participantes para ganar deben comer mucho, y sin elegir lo que haya en el plato, para llegar a acceder a la última instancia, hoy los tres que más han comido en la entrada (Milei, Bullrich y Massa), ahora, superada la primera prueba, se colocan la servilletas al cuello para continuar la ingesta.
Primer PASO del menú (con varios intoxicados)
Indudablemente que después de la “entradita” –que fueron las PASO- ya son varios los comensales que han quedado con mal sabor en boca, y hay quienes comienzan a percibir un malestar en sus aparatos de digestivos con síntomas de indigestión. A todo esto varios comensales han sido retirados del banquete –o comilona- por no llegar a pagar (con votos) el derecho al plato principal. La duda gastronómica es hoy quiénes llegarán al postre -si es que no se suspende la comida después del plato principal-, o sea quienes llegarán al ballotaje (si lo hay). El reconocido analista/periodista Jorge Asís caracteriza a estas elecciones -recientemente celebradas- como “tóxicas”. Pues bien, por los daños que han provocado en la situación general del país –en la economía, en la política (hacia el interior de los diferentes espacios y en general), y en el humor reinante en la sociedad-, no parece en absoluto inapropiada la caracterización del autor del autodefinido “trabajador de la palabra”.
Plato principal: ranas (¿o sapos?)
Solo 5 participantes de las PASO son quienes han logrado acceder a la siguiente etapa del menú. De ellos solo Javier Milei degustó y saboreó placenteramente la entrada. Patricia Bullrich y Sergio Massa no han quedado para nada satisfechos con el primer PASO y ahora afrontan el siguiente plato sabiendo que las magras raciones (de votos) que le han servido hasta ahora no son suficientes para acceder a la instancia postrera.
Cocineros, ayudantes y mozos
En lo que sigue de la competencia no es para nada menor la importancia de quienes tienen en sus manos la elección –y preparación- del plato y la repartición de las raciones. Un viejo adagio popular reza: “nunca te llevés mal con quien te trae la comida a tu mesa”. O sea: si te burlás del mozo no te sorprendas de que tu café esté feo –o contaminado-. En consecuencia con este precepto queda claro que los comensales Bullrich y Massa, si pretenden que los mozos (los votantes) les agranden sus porciones, deberían no maltratarlos, y por el contrario, dirigirse a ellos con amabilidad, respeto y consideración.
Tirar del mantel
El participante ganador en la entrada –por 2 cucharadas- ha declarado que está dispuesto a asumir… ¡de inmediato! Esto, sumado a que él dice que el FMI se contactó (¡con su hermana!) para iniciar conversaciones (?), sumado a que en el canal de Macri (LN+) le están dando más minutos al aire (en proporción de 3 a1) a Milei que a quien debiera ser la privilegiada del canal, Bullrich, hace suponer que está en marcha un complot de “la cocina” para que se “tire del mantel”, vaya todo hacia al suelo de manera estrepitosa, y se promulgue ganador del concurso a quien hasta el momento lidera la competencia. Ante el comportamiento de su canal televisivo las intenciones del “mestre-cuca” Macri parecen quedar expuestas; y ante tal cuadro de situación la sensación de desestabilización en proceso es notoria. Los cocineros –FMI-, embajada de los EEUU, Clarín (con Magneto a la cabeza), el mercado financiero y el partido judicial (con Macri como su representante)- son quienes pueden dejar pasar a los encargados- o dar órdenes a los mozos- de que se tire del mantel para que pase lo tenga que pasar.
Los que miran el banquete por TV
Desde hace inmemoriales tiempos los ciudadanos de a pie en Argentina nos acostumbramos a asistir a la deglución de supuestos manjares desde la vidriera inmensa de la TV con una señora inmortal –representativa de lo más rancio del pensamiento de los mayores poderes conservadores y liberales argentinos- a la cabeza que, aunque no permite al observador experimentar las exquisiteces (minuciosamente detalladas en su preparación e ingredientes) permite sí acceder –no participar- de las conversaciones y/o discusiones sobre los temas centrales –según el parecer de la dueña de casa y sus invitados- de nuestra sociedad. También, desde hace un tiempo ya, esa ciudadanía percibe que el escenario de la comilona política –o acción política- argentina, en general, se asemeja mucho a ese convite voyerista de ver a través de un vidrio el placer que otros disfrutan – un almuerzo o cena en este caso- mientras el ciudadano mira sin poder engullir bocado alguno ni participar en las conversaciones o discusiones que –tanto en los almuerzos televisados como en la mesa de la política nacional- involucran directamente a su destino personal y colectivo.
A la mesa
Pero cada 4 años los espectadores de los banquetes y las comilonas son llamados a decidir quiénes podrán acceder a la cabecera de la mesa y ocupar los puestos como participantes activos en la gran comilona de la política nacional; entonces los grandes “cocineros” –los que joden la sopa- se afanan (¿hay otra mejor expresión acaso?) porque esos espectadores –deseosos y babeantes- escojan adecuadamente (según sus intereses) a quien, primordialmente, encabece el banquete (que es quien sube los temas a debatir) y –en segundo, pero no menos importante lugar- a quienes deben sentarse a la mesa para participar de la deglución y la conversación sobre el temario impuesto. Es en esa ocasión ese espectador tiene la oportunidad de hacerle saber su estado de ánimo al poder, de hacerles ver a los comensales de banquetes y comilonas lo que a diario constituye su alimento. Hoy, cansados de ser “el pato de la boda” (o quien lo paga y no lo come) le han mostrado al poder político –votando como lo han hecho- lo que ellos comen: bosta o mierda.
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