Federico Jelic 
Especial desde Doha  -  Qatar 2022

La pelota fue siempre de Brasil. Serbia propuso un esquema disciplinado y pocas veces se salió de ese libreto y pocas veces cedió espacio.

Brasil fue amo y señor de las acciones y del juego, acompañado por el público en Lusail (la mayoría no brasileños sino locales que apoyaron a la Verdeamarelha) y fiel al estilo que le imprimé Tité al equipo, cerca estuvo de convertir. Lo mereció. De la mano de Neymar, Vinicius, Richarlison y un inspirado Raphina, el mediocampo se entretuvo con la pelota. A los serbios solo les quedaba resistir, con una línea de cinco defensores, aferrándose al cero con uñas y dientes.

Ya en el arquero MIlinkovic Savic le tapó un mano a mano a Raphina y después Alec Sandro rompió el palo derecho con un zurdazo furibundo, señales de que el gol estaba por caer. Serbia no encontró ni en Mitrovic ni Tadic la forma de patear al arco. 

Hasta que llegó el desnivel que hizo un estruendo en Lusail, con el remate de Vinicius que no pudo contener el arquero y Richarlison capitalizó el rebote con destino de red. Justicia en todo sentido más allá de que el sistema serbio había mostrado solidez como para aguantar pero si esa es la única estrategia, cuando llega el desnivel en contra hay que reformular un plan no estudiado.

Y más allá de que Serbia inquietó con un centro que pasó por el área chica y despejó Marquinho, llegó el golazo de tijera de Richarlison (control y ejecución) para cerrar el estadio con un golazo que quedará en la historia. Y casi mete el tercero con Casemiro pero el travesaño le dijo que no, pero la fiesta fue con samba igual.

Tite y Brasil cumplieron con el debut imponiéndose por 2-0 a Serbia. Con juego interno supieron encontrar los huecos ante el rígido tablero de su rival, demostrando que son serios candidatos en la copa del mundo. Y con el público local de aliento, tiene un refuerzo más.