El museo de Matías Suárez que dos hinchas abrieron en Bélgica

“El corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá” canta el grupo de rock La Renga, dentro de su repertorio destacado. El amor y la fidelidad que logró Matías Suárez en Bélgica es algo inusitado, casi impropio de la mesura que caracteriza a las sociedades europeas. Por encima de cualquier club. ¿Es posible ser hincha de un jugador sin importar los colores que tenga que vestir profesionalmente? Aparentemente, sí. Y esta historia es fiel reflejo de ese fenómeno.
Por eso no pasaron desapercibidos en la práctica de Belgrano a dos personajes, ataviados de celeste de pies a cabeza, con Suárez como insignia principal, que caminaban por el predio acompañando al  “Oreja” por todos lados, sin perderle pisada. Los hombres en cuestión son Dimi De Laet y Jerome Delfosse, belgas de nacimiento según indica su pasaporte y casi naturalizados cordobeses por adopción. Son fanáticos del Anderletch pero no tanto como lo son de Suárez, de quien conservan prendas, camisetas, fotos y demás artículos no muy usuales en estas tierras, todas relacionadas al atacante celeste y su paso por ese club de Bélgica, que duró casi 10 años.
“Esto es algo increíble”-relata Suárez, atónito pero ya casi curado de espanto- “Me llamó la atención de que esta gente me profesara afecto desde el primer momento que llegué a  Anderletch y ya son amigos de la casa. Es la segunda vez que vienen a Córdoba, hace 10 años casi que tenemos amistad, conocen a mi familia y están siempre. Es parte del cariño que me traje de mi paso por Bélgica”, agregó Suárez, ya sin sorpresa sobre la situación.
 
¿Cómo fue que se originó esta relación fraternal de ídolo con seguidor?
-Desde siempre, se dio natural, somos pares. No soy un ídolo, soy un amigo. Tienen siempre las puertas abiertas de mi casa y es un honor que quieran venir a visitarme. Esto no es muy común porque en Bélgica la gente no es tan fanática del fútbol. Es seguidora pero la pasión que mostraron Dimi y Jerome es como la de la gente de acá en Argentina. Son unos fenómenos.
 
-¿Siempre se dio con estas características?
-Siempre. Me esperaban a la salida de los partidos y de los entrenamientos, se quedaban horas esperando que los salude, o que les firme la camiseta o un autógrafo. Siempre confiaron en mí. Me alentaron en todo momento, en mi adaptación sobre todo, por suerte se dio todo rápido y terminamos armando una gran relación. La verdad, me sorprende la fidelidad que tienen conmigo y todo el sacrificio que hacen para venir a visitarme a Argentina. Les estoy muy agradecido de corazón.
 
-Les contagiaste la pasión por Belgrano...
-(risas) Sí, por suerte no hubo que hacer mucho. Vinieron a Córdoba y los llevé a la cancha, al Mario Kempes, cuando enfrentamos a Quilmes. Fue un partido muy feo, empatamos 0 a 0 pero ellos quedaron fascinados con la hinchada, los cantos de la gente y la pasión por los colores. ¡Y eso que no hubo goles! Ahí en este caso el mérito es más de Belgrano que mío. Ahora estuvieron contra Gimnasia La Plata, quedaron felices porque encima ganamos.
 
-Tienen todas tus camisetas, tanto de Belgrano como de Anderletch...
-Sí, es algo muy loco, como 23 remeras me supieron mostrar una vez, es algo increíble. ¡Ni que fuera Messi! (Risas). Si uno se pone a pensar, no le encuentra explicación. Son parte ya de mi círculo íntimo, conocen mi familia, los quiero como hermanos. Una pena que hayan venido por poco tiempo, pero al menos los llevamos a conocer la ciudad. Fuimos a cenar, les gustó el asado y las comidas de esta zona, como las empanadas y encima se llevan el triunfo a Bélgica. Salió todo redondito en la gira por Córdoba y Alberdi (Risas)
 

Desde Bélgica, con amor irracional

Belgrano le acababa de ganar a Huracán en Alberdi y desde las redes sociales llegaban mensajes de celebración del otro lado del océano Atlántico. Con Suárez como emblema y  con festejo doble, porque el ídolo de siempre había sido protagonista y héroe en la última victoria del año. Gol y dedicatoria.
Toda esa euforia provenía de Dimitri  y Jerome. Esa noche Bélgica retumbó como si fuera el Gigante de Alberdi. Y esa fidelidad diplomada en pasión se puede expresar no solo en esos actos sino también con otras locuras. Como por ejemplo, tatuajes. 

Jerome conserva perpetuo en la piel una imagen de Suárez con el “9” que tanto pregona como ícono (porta tatuado ese número en su pierna). Y mucho más: vasos, botines, camisetas de todos modelos que alguna vez vistió en cancha, y hasta incluso dibujos homenajes. Pero lo que más llama la atención es la versión del juego de mesa “Monopolio”, que en Bélgica se juega con el Anderletch. Estilo el “Estanciero” o el mismo “Monopolio”, en la parte lúdica uno puede ser inversor o gerenciador del club Belga, en donde Suárez es el jugador más valioso, el más caro y donde se pagan las mejores acciones o regalías si el azar de los dados te castiga con caer en ese lugar del tablero ya adquirido por otro participante.

“Este amor nació desde la primera vez que lo vimos tocar el balón. Notamos que era distinto. La pisaba, nos llamó la atención como pensaba cada jugada. Su habilidad era especial. Tenía 19 años y nos invitó a soñar a todos los hinchas”, explica Dimi a modo de agradecimiento con un español entendible pero algo rudimentario, acentuando las palabras en otras sílabas pero que no pierden sentido en la oración. “Nos enamoró a todos, nos pusimos mal cuando lo venden a Rusia y ahora que volvió nos causa algo extraño, porque como es nuestro amigo, queremos lo mejor para su porvenir. Para mí siempre será jugador de Anderletch pero la verdad, ahora nos estamos haciendo fanáticos de Belgrano”, añadió.
 
-¿Qué es lo que más te sorprendió de Belgrano en Córdoba?
-La pasión sin límites. Me encantó el ambiente en Alberdi y estamos convencidos de que se vive mucho mejor el fútbol en Alberdi que en el Mario Kempes. Es como dice la hinchada, “No se compara”. La atmósfera, el sonido de los tambores antes de entrar a la cancha, los cantos, los gritos...Es incomparable. Y qué más podemos agregar de Matías. Nos recibió como un amigo más, como un hermano.
 
-¿Algo más que les haya llamado la atención?
-Todo. Nos encantó Córdoba. Hay muchas cosas por hacer y la gente es muy divertida. Son muy pasionales con el fútbol. Estamos por suerte en contacto con Suárez. Y siempre lo seguimos. Ahora somos hinchas de Belgrano y de Anderletch. Lo seguimos por internet, a veces por radio cuando coinciden los horarios porque tenemos diferencia horaria importante pero nos escribimos permanentemente.
 
-En total, ¿Cuántas camisetas de Suárez tienen en su colección?
-(piensa) En total son más de 26 me parece, es un museo propio. Ahora nos llevamos dos más para nuestra colección. Es nuestro orgullo. Matías prometió visitarnos el año que viene y sabe que en Bélgica lo esperamos con los brazos abiertos. Y ojalá nos traiga la nueva camiseta, así la sumamos al museo (risas). En realidad parece que somos más hinchas de Suárez que de cualquier otro equipo.
 

No mucho más para agregar.

La pasión por fútbol tiene razones que como se dijo al comienzo, razón nunca entenderá, emulando otra vez a “La Renga”. Y la relación entre estos belgas con Suárez es espejo fiel de ese pedazo de realidad, que solo la pelota pueda ayudar a comprender.

...

Seguí el desarrollo de esta noticia y otras más,
en la edición impresa de La Nueva Mañana 
[Desde junio en todos los kioscos de la capital de Córdoba]