Ed Impresa Nicolás Fassi 10/06/2022

A pesar de los intentos, la normalización de la CGT Córdoba sigue sin definirse

La llegada de Moyano y Daer despierta expectativas y temores ante la incertidumbre por el futuro de la Regional Córdoba. En el Panal observan y toman nota.

El mensaje que bajaron Daer, Moyano y Acuña fue: "o Córdoba se arregla o el arreglo viene de arriba". - Foto: gentileza.

  

Especial para La Nueva Mañana

Junio encuentra a la CGT Córdoba en su laberinto. Y la salida, al menos en el corto plazo, no se observa tranquila. Incluso aseguran que la llegada de parte de la conducción nacional, algo que se materializaría la semana que viene, desembocaría en la anunciada intervención. Depende el cristal con que se mire, mucha o poca agua pasó bajo el puente tras el locro del 1 de mayo donde Horacio Otero, coordinador nacional de la Secretaría de Interior, lanzó el ultimátum respecto de la normalización en Córdoba.

En buen romance, el mensaje que bajó desde el triunvirato integrado por Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña fue: o Córdoba se arregla o el arreglo viene de arriba. No se trata de algo gratuito, sobre todo cuando se tiene en cuenta que la central cordobesa tuvo algún que otro cruce con los “gordos”.  En los papeles, el plazo para la normalización venció el 30 de mayo. Y si bien se esperaba flexibilidad en torno a los plazos, lo cierto es que la semana que viene la situación ingresaría en un punto de no retorno con el arribo a Córdoba de los triunviros Daer (Sanidad) y Moyano (Camioneros), secundados por el secretario de Interior, Abel Furlán (UOM). 

Pulseada cordobesa

De todas maneras, para algunos sectores la situación todavía puede solucionarse y evitar así algo que sin dudas sería un traspié fuerte en la organización del movimiento obrero cordobés. El panorama, huelga reafirmar, no es nada sencillo. De un lado están el metalúrgico Rubén Urbano, cuyas acciones crecieron tras la llegada de la UOM a la mesa nacional, y Pablo Chacón (Agec), mientras que al frente está el actual secretario general, José Pihen (SEP), al que le endilgan su condición de jubilado, de representante de un sindicato público y de legislador oficialista.

Ambas posturas se presentan como opuestas, más allá de la versión que daba como hecho el alumbramiento de una conducción tripartita integrada por Pihen, Edgar “Titán” Luján (Camioneros) y Emiliano Gramajo (Aoita).
A tal conclusión se llegó tras un par de encuentros en la denominada “reunión de los lunes”, como se dio en llamar al cónclave que estaba a cargo de diagramar la hoja de ruta. Sin embargo, algunos faltazos y el poco plafón dieron por tierra la posibilidad, un día después del 53° aniversario del Cordobazo. Ese 30 de mayo, con Otero otra vez en la provincia para asistir a una reunión, el sector de José Pihen anticipó su ausencia y subió la apuesta al advertir “sobre la inconveniencia de avanzar en cualquier intento de normalización” que no incluyera a más de 70 gremios firmantes, entre ellos 53 confederados. Más allá del formal pedido de prórroga realizado por Atsa Córdoba para evitar la intervención, un dato relevante fue la normalización de la CGT de Villa María con la elección de Edgardo Garmendia (Aoita).

“Creo que hemos tenido madurez, y todos apostamos a la unidad del movimiento obrero”, expresó el dirigente del gremio que tiene como máximo referente a Gramajo. Comparaciones al margen, lo ocurrido en el camping de la UOM ante más de 40 representantes gremiales puede ser un espejo en el cual el proceso de la Regional Córdoba pueda reflejarse.  Al menos esa es la intención del titular de Aoita Córdoba, quien señaló que “esto reafirma la necesidad de un movimiento obrero unido y organizado, para luego discutir con la política los asuntos que correspondan, siempre en beneficio de los trabajadores”.

Un frente común

La figura de Gramajo es relativamente nueva dentro del mapa gremial provincial. Tras imponerse en las elecciones de Aoita en 2019 frente al histórico Miguel Herrera, a cuya comisión directiva renunció tras denunciar malversación de fondos en la obra social, su figura cobró fuerza en la parte más dura de la pandemia, cuando el servicio de transporte interurbano quedó paralizado, dejando a muchos trabajadores percibiendo parte de su sueldo. Tras el conflicto, Aoita logró en 2021 una recomposición salarial del 83% y del 33% para el primer semestre de 2022. 

En diálogo con LNM, Gramajo, actual secretario de Transporte de la CGT, remarca de manera constante la utilidad de una central obrera unida más allá de las diferencias. “Estoy convencido que podemos hacer un poco más”, señala no obstante a la hora de referirse y reconocer algunas diferencias internas. “La idea que tenemos es que los secretarios generales vengan a ratificar la unidad. Estoy convencido que se puede hacer un poco más”, indicó.

Más allá de ocupar una posición equidistante de los dos grandes sectores en pugna, Gramajo se mostró a cargo de la continuidad de Pihen al frente de la CGT aunque con el acompañamiento de otros dirigentes. “Creo que tiene que seguir un tiempo más. Acompañando. Creo en la posibilidad de un triunvirato, de sumar compañeros a la cabeza de la conducción, sea Gramajo o quien sea elegido. Creo que Pepe tiene con nosotros porque, más allá de algunas críticas que pueden hacerse, habrá una transición importante y necesitamos ser pensantes y racionales”, explica el dirigente, quien tiene buena línea con Pablo Moyano.

Abrir la cabeza

Más allá de ese rol de galvanizador y puente, Gramajo reclama cambiar el eje de la discusión. “Tenemos problemas gravísimos para discutir -como por ejemplo- la pérdida de representatividad. Hay una estadística del Indec que da cuenta que del total del universo de trabajadores registrados en Argentina, que es el 50% de la masa laboral del país, sólo el 30% está sindicalizado”, aseguró no sin antes hacer un velado llamado al sinceramiento de parte de la dirigencia. 

“Necesitamos trabajar políticamente en serio entre nosotros, discutir racionalmente, con argumentos. Si volvemos para atrás, no sumamos en nada”, reclamó Gramajo, quien remarcó que “estamos en medio de un problema estructural”. Apoyado en la necesidad de aprovechar los avances tecnológicos para superar las falencias, el representante de Aoita insiste en cambiar el paradigma a la hora de vincular a las organizaciones obreras con la ciudadanía.

“Tenemos un problema de comunicación. No sabemos comunicar las cosas, no lo hacemos. Y cuando lo hacemos, el conflicto ya está en el tramo final o las manifestaciones se hacen notar en la calle. Hay que hacer partícipes a los ciudadanos explicándoles cómo fue que se llegó a esa instancia”, expresó. Siempre en plan aglutinador, reiteró: “nos tenemos que empezar a escuchar entre todos, porque los problemas de cada sindicato, afectan también a otros compañeros de otros sectores”.

Renovación con continuidad parece ser el lema de los tiempos que se avecinan en una CGT que más allá de los problemas internos de cúpula, afronta un proceso de recambio natural al que no todos los actores están dispuestos a allanarse. 

Resta saber si en los próximos días, la eventual llegada de los triunviros a Córdoba será para el festejo o para el conflicto.


Miradas cruzadas

Mientras tanto, desde el Panal se observa con atención y se hacen poroteos propios respecto de los alineamientos de la “nueva” CGT. A nadie le escapa que la presencia de Pihen al frente de la central le dio margen al cordobesismo para negociaciones en escenarios complicados.  Es por ello que la emergencia de referentes de distinto palo podría plantear otro mapeo. No obstante, son pocos los que por ahora se animan a levantar la voz. Por el otro lado ocurre algo similar, puesto que saben que la renovación (generacional/política) llegará a Casa de Gobierno en 2023. 

 


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