Ed Impresa Por: Federico Jelic 26/06/2020

Livio Prieto, el wing de Pekerman, ahora formador y entrenador

El ex delantero de Bella Vista que sorprendió a todos al ser citado a la Selección Juvenil sub 17 se encuentra trabajando en el club Camioneros, del Federal A.

En juveniles, Livio fue un habitué a las convocatorias de Pekerman. Foto: gentileza


Especial para La Nueva Mañana

Ahí va Livio Prieto por la línea de cal, como en sus tiempos de wing en Bella Vista, la Selección juvenil, Independiente y otros destinos, aunque ahora lo percibe desde la otra realidad. Del lado de afuera de la cancha. Su promisorio ascenso como futbolista terminó con una tempranera despedida en edad productiva (32 años) y ahora busca consolidar su vocación como DT.

El cordobés que maravilló a un tal José Néstor Pekerman con 15 años ahora es ayudante de campo de Hugo Smaldone, en Camioneros FC, de la Liga de Luján, que compite en el Federal A. Pasó por los baby fútbol, las categorías juveniles y desde hace un tiempo cumple ese rol en el club de Hugo Moyano, soñando con su salto. A los 38 años disfruta el fútbol desde el rol de formador. Todo se dio con ritmo frenético, con un paso vertiginoso como lo fue su carrera, donde las lesiones lo alejaron de la cancha pero que no le pudo quitar la pasión en su corazón.



Prieto reside desde hace varios años en Buenos Aires, ya instalado del todo, con tres hijos que comparten el mismo amor por la pelota, incluso su hija Matilda que juega en la categoría femenina.

Atrás quedó el sueño mundialista del Sub 20 con la Selección Argentina campeona en 2001, quizás el anhelo que más le costó asumir y que sin darse cuenta, fue el primer antecedente de lo que iba a terminar su trayectoria. “Me rompí el tendón de Aquiles en la parte isquiotibial, hasta bien arriba, cuando ya estaba concentrado y me pidieron para un partido con Independiente. Había realizado todo el proceso con las juveniles, fueron cinco años juntos, Mundial Sub 17 de Egipto, y antes del mundial me quedé sin nada. Feliz de que mis compañeros hayan sido campeones y la verdad ni me pongo a pensar si hubiese sido distinto. Ya fue. Hoy miro todo con emoción. Al final tuve que retirarme, casi obligadamente, joven para los tiempos de hoy pero no daba más. Tenían una pierna rota, entrenaba y me rompía la otra. Parecía un castigo”, relata en diálogo con La Nueva Mañana.




- ¿Cómo es la vida en el club Camioneros?

- Es el club del futuro. Muy organizado, con áreas específicas y se trabaja sin presiones pero con crecimiento constante. El predio que posee en Luis Guillón tiene 36 hectáreas, es algo impresionante. La idea es seguir creciendo. Tiene una cancha sintética y la pensión es un hotel cinco estrellas te diría. Es un ejemplo, estoy muy cómodo acá.


- ¿Encontrás otros “Prietos” en las inferiores, ya que de a poco se fueron reflotando los antiguos wines?

- Claro, ahora llamados extremos. Volvió a jugarse por afuera, con jugadores con velocidad por la raya. Hay de todo, mucho por perfeccionar. Lo que no queda más son enganches. No veo más algún pibe con el estilo de Juan Román Riquelme. A veces creemos que por copiar ideas de afuera hay un progreso con el fútbol táctico y no es tan así. Se desnaturalizan mucho algunos aspectos del juego. Ya no hay jugadores pensantes. Pero todo tiene que ver con la falta de potrero.




- ¿Y por qué se da ese fenómeno?

- Los tiempos cambiaron. Nosotros en la calles de Bella Vista jugábamos todo el día, con unos ladrillos que hacían de palos, con árboles, y se terminaba de jugar cuando nos llamaban a comer. Los partidos duraban mil goles. Y en realidad hoy parece imposible porque la inseguridad es tremenda. Me pasa con mis hijos, uno no se anima a dejarlos en la calle a la deriva todo el día. Allí pulíamos la técnica que después perfeccionábamos en los clubes, con los aspectos tácticos. Eso se fue perdiendo, es una realidad, pero no hay mejor escuela que la calle.

- ¿En las inferiores no los preparan con esas características?

- Sí, claro, hay un trabajo en todo sentido. Son categorías formativas. ¿Y sabés cuál es el principal problema, en muchos casos? Los padres. Buscan un salvador, creen que sus hijos son como Messi y entonces presionan, se meten, generan complicaciones y al final quien más lo padece es su propio hijo. El fútbol no es como lo muestra la televisión, que metés dos goles y te vas a jugar a Europa con un contrato millonario. No todos tienen esa suerte y algunos padres no lo quieren entender.


- ¿El ambiente del fútbol en tus tiempos también era complicado?

- Por supuesto, y te digo la verdad fue uno de los motivos por los cuales colgué los botines. Mi carrera fue ascendente, pasé de jugar en la Liga Cordobesa con Bella Vista a un amistoso en Santiago de Compostela en España y al año debutar en Primera División con Deportivo Español. Tenía 16 años. Se dio todo muy rápido. Créeme que el ambiente del fútbol muchas veces es nocivo, con los negocios que hay por detrás. Amo el fútbol pero no lo que hay por detrás. Hay muchos intereses, empresarios metidos en todo, me tocó vivirlo  y lo veo actualmente.


- Parece que se han perdido algunos criterios, en la captación también…

- Creo que a veces el jugador del interior queda relegado, solo se llega por los clubes que compiten en AFA. Por eso Pekerman fue el mejor, porque sus asistentes recorrían el país de punta a punta como César Menotti. Te dividían en zonas el mapa y lo recorrían todo. ¡Cómo necesitamos un Pekerman ahora en AFA! A mí me descubrieron en un selectivo en cancha de Instituto, tenía 15 años. Un grupo empresario me compró en 100 mil dólares, me colocó en Deportivo Español cuando también me querían Boca y River. Imagínate para Bella Vista lo que significó ese dinero. Construyeron una tribuna y eso me deja mucho orgullo.



- ¿Como la bandera que dice “Livio”, que flamea cada vez que Bella Vista sale a la cancha?

- (Risas) Es genial. Es muy famosa, la había hecho uno de los jefes de la barra, el “Mario” con el “Pocholo” Tejeda. Al club lo veo bien, la última vez que pasé estaba pintado, con el campo en buen estado, espero siga creciendo. La verdad es que está ubicado en una zona vulnerable y siempre será importante para contener a los chicos de la calle. Espero volver a meter un asado con los chicos de ese año, ‘95-‘96, pronto.

Efímero paso por Alberdi

En el último día de cierre del libro de pases de la B Nacional del 2004, llegó el fax a la Liga Cordobesa y a AFA para habilitar a Livio Prieto como refuerzo de Belgrano. Era un boom, por toda su proyección y porque llegaba como refuerzo Premium, aunque solo estuvo cuatro meses: emigró a Atlético Mineiro, cuando ir al mercado brasileño era casi imposible.

“Me tiraba la idea de volver a mis pagos y ME tentaron para no quedar inactivo seis meses. Estuve en tiempos difíciles por la lesión y otros temas contractuales con Independiente. Me gustó esa experiencia, jugué por afuera y también por el centro, aunque ya tenía mi decisión tomada, de irme a Brasil. Allí me dirigió Tité, DT de la Selección de Brasil. En Belgrano estaba el gerenciamiento recuerdo, con Carlos Bustos y Manzanares. El DT era Jorge Guyón. Belgrano no estaba tan ordenado como ahora, pero lo mismo disfruté de esa experiencia. Me contactó el ‘Beto’ Fernández, compañero mío en Nueva Chicago y eso que no había realizado ni la pretemporada”, contó Prieto.

- Te tocó jugar contra famosos y ser dirigidos por muchas celebridades del fútbol.

- Menotti, Enzo Trossero, Osvaldo Piazza, Ricardo Bochini, El “Tolo” Gallego, de todos aprendí mucho, pero mi favorito sigue siendo Pekerman. Es el mejor, a mí entender

- ¿Te siguen consultando por el caño y lesión a Sebastián Battaglia?

- Vos sabés que sí, permanentemente, sobre todo de medios partidario de Independiente.

- ¿Lo esperaste o lo tiraste improvisado?

- Lo tiré, y salió. A veces uno a esas jugadas no las programa, yo no era de tirar caño en vano, siempre lo hice con intención de seguir con el control. Battaglia se me vino de golpe y lo tiré. Increíblemente que, a causa de ese mal movimiento, se haya roto los ligamentos.


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